RESEÑAS

Yánez, Adelso. Relaciones de poder en la literatura latinoamericana: miradas contrapuestas sobre muerte, sexualidad, racismo y violencia (S. XX-XXI). Buenos Aires: Biblos, 2014, 267 páginas.

Los once trabajos reunidos en este volumen giran alrededor de un eje de problemáticas de la literatura hispanoamericana contemporánea que han sido estudiadas frecuentemente y reciben, aquí, una atención renovada y original. Tal como se resume en las conclusiones, se consideran aquí los siguientes binomios temáticos que revelan relaciones de poder en los textos literarios considerados: amor y muerte, moral y sexualidad, diversidad y discriminación, racismo y violencia. De esta forma, la representación del poder se conjuga en las obras analizadas en este libro no solamente con los tópicos universales del amor y la muerte, sino también con los conflictos de la homosexualidad, la discriminación racial y la violencia en las sociedades hispanoamericanas de hoy, tal como aparecen elaborados narrativamente.
El autor establece las bases metodológicas de sus análisis de la representación del poder a partir de los conceptos de enunciación (Benveniste), presupuestos pragmáticos (Ducrot) e intertextualidad (Riffaterre). Mientras que el estudio de las problemáticas relativas a la diversidad sexual y diferencias raciales, en el contexto de las relaciones de amor y muerte, se funda en las definiciones de sexualidad (Foucault), subalternidad y hegemonía (entre otros Guha, Spivak, Gramsci y Gruppi), el de los discursos contra-hegemónicos se hace a partir de los conceptos de Brathwaite.
Los temas de la violencia y el subdesarrollo atraviesan una gran parte del corpus analizado, en el que las técnicas del monólogo y el melodrama materializan las posturas ideológicas de los narradores considerados. Entre ellos se cuentan los mexicanos Margo Glantz, David Toscana, Enrique Serna y Rogelio Guedea, los colombianos Fernando Vallejo y Efraím Medina Reyes, los venezolanos Rómulo Gallegos y Ramón Díaz Sánchez, el argentino Tomás Eloy Martínez, y el portorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá.
Los tres primeros capítulos tratan sobre la muerte, el velatorio y los rituales fúnebres plasmados en formas narrativas que ponen en escena el duelo, generalmente en registros humorísticos y de oralidad primaria que, tal como señala Yánez, ponen al descubierto las actitudes machistas de los personajes. En El rastro (2002) de Glantz, mientras transcurre el velorio, la voz femenina intenta “reconstruir paralelamente sus vivencias íntimas en una especie de momento sumatorio y a través de un monólogo [melodramático] en que –el olvido así como su estado anímico– le impedían llevar a cabo una remembranza en términos asertivos” (26). En Duelo por Miguel Pruneda (2002) de David Toscana el humor grotesco invade al discurso mercantilista y desacralizador de la muerte en la voz machista del narrador. Los cadáveres y la necrofilia son los tópicos analizados por el autor, quien subraya el contenido ideológico de “la crítica a las instituciones públicas gubernamentales que asfixian a sus empleados, a la medianía del pueblo escenificado y a las prácticas necrófilas” (44). Santa Evita (1995) de Tomás Eloy Martínez se inscribe en la misma línea, concretando un ejemplo de citación que se constituye en verdadera ‘antropofagia literaria’, tal como ha señalado la crítica (Perkowska 2004). En este sentido, la multitud de géneros en los que aparece la figura de Eva Perón, sustenta las observaciones acerca de la ‘iterabilidad discursiva’ del personaje (65).
Los cinco capítulos siguientes se dedican al estudio del cuerpo y el sexo como motivos discursivos propios de la subalternidad, las luchas sectoriales y los preceptos morales. La oposición de discursos ideológicos entre la supremacía heterosexual y la ruptura de la polarización de roles masculinos y femeninos se analiza en la novela de Efraím Medina Reyes, Sexualidad de la pantera rosa (2004). Yánez constata que: “La concepción restringida de la supremacía heterosexual coexiste de manera antagónica con un discurso alternativo que aunque toma cuerpo paulatinamente en ese imaginario, tiene cada vez más receptores porque sustenta la pluralidad soslayada” (70). El protagonista de la novela “se declara anti-patriarcal e incapaz de definir su condición sexual” (81) al tiempo que afirma el predominio de una carnalidad sin cortapisas. El capítulo siguiente establece la comparación entre la novela de Medina Reyes y La virgen de los sicarios (1994) de Fernando Vallejo. Como resultado del análisis Yánez comprueba que los protagonistas son sujetos subalternos contradictorios que “rompen con los modelos masculinos tradicionales” (84) y se constituyen como “voces apocalípticas cuyos discursos están plagados de contrasentidos” (87). Los capítulos seis, siete y ocho estudian textos de Enrique Serna. Se trata de Señorita México (1993), Fruta verde (2006) y el cuento “El orgasmógrafo” (2001). En el primero se tratan humorísticamente el tema de la doble moral y la problemática de la etnicidad mexicana por medio de “un discurso incisivo con modalidades de doble enunciación” (102), o sea el de la autobiografía y el del reportaje periodístico. El análisis de Fruta verde se centra en el conflicto entre los preceptos morales y la ‘culofilia’ caribeña, pero elabora también los alcances de la severa categorización sectaria de la sociedad mexicana, las restricciones enfermizas impuestas por una práctica religiosa extrema y la nefasta influencia de las relaciones familiares anómalas, en especial en sus prototipos femeninos (la madre castradora, la mujer reprimida). Se señalan aquí los procedimientos del lenguaje utilizado por el narrador, que provocan risa mediante “una combinación léxico-alegórica notablemente ingeniosa, que echa mano de coloquialismos y de una perfecta gramática.” (115) Yánez subraya el hecho de que la novela expone la “violencia contra la heterogeneidad humana -en los años setenta- así como sus estrategias de sobrevivencia al no poder afirmar algunas tendencias en sociedades de vieja data hispánica” (130). Finalmente, la lectura del cuento “El orgasmógrafo” analiza un imaginario utópico que se propone demostrar que el aferrarse, sea a la rígida moral católica o a una sexualidad permisiva, constituyen ejemplos de tiranía y sumisión.
Yánez dedica los tres últimos capítulos de su libro al estudio de textos que tratan las problemáticas de la crónica urbana como reivindicadora de un discurso subalterno, la redefinición de la noción de mestizaje y de las desigualdades sociales que provocan la violencia. En El entierro de Cortijo (1983) de Rodríguez Juliá, el autor identifica –entre otras cuestiones– la problemática de la exclusión de la voz de los negros en la literatura portorriqueña, que materializa la discriminación social de la que son víctimas a la hora de definir la identidad nacional de los isleños. Una realidad racial semejante es analizada en los textos de los venezolanos Gallegos y Díaz Sánchez, Pobre negro (1937) y Cumboto (1950). En ellos se busca entender mejor lo afro-venezolano y sus usos sociales, así como “las tensiones en procesos de hibridación que hacen de la sociedad venezolana un conjunto relativamente armónico” (170) pero que, en definitiva, siguen funcionando como máscaras que promueven el blanqueamiento. Finalmente, en Conducir un tráiler (2008) de Rogelio Guedea, el estudio se basa en “la presunción de que tanto la economía de saqueo como el catolicismo impuestos por el sistema colonial español tienen una incidencia determinante en la inviabilidad del México contemporáneo” (193) y recorre diversos aspectos del deterioro social provocado por la violencia del sicariato y el machismo.
Con un estilo fluido y de agradable lectura, este libro presenta un conjunto orgánico de ensayos sobre textos de la literatura hispanoamericana contemporánea de gran interés para el especialista y el curioso lector. El corpus seleccionado por el autor revela matrices discursivas de fondo que permiten una mejor comprensión de los mecanismos de sometimiento social y las estrategias de resistencia ideológica que, desde la literatura, elaboran los narradores estudiados. El análisis textual es minucioso e ilumina la lectura de matices no considerados en otros estudios de algunos de estos textos, ya muy conocidos (por ejemplo, la novela de Fernando Vallejo). La bibliografía es abundante y cubre un amplio espectro de problemas teóricos e interpretaciones textuales. Este volumen constituye, en resumen, un aporte cierto de nuevas lecturas al campo de los estudios literarios hispanoamericanos de hoy.

Emilia I. Deffis
Université Laval