https://doi.org/10.19137/anclajes-2022-2633

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DOSSIER

 

Babel (1921-1929): arquitecturas y modalidades de exhibición de la literatura. De la vida en común a la bibliografía

Babel (1921-1929): architectures and modes of exhibition of literature. From life in common to the bibliography

Babel (1921-1929): arquiteturas e modalidades de exibição da literatura. Da vida em comum à bibliografia

Verónica Delgado  

Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales

Universidad Nacional de La Plata

vdelgado@fahce.unlp.edu.ar 

ORCID: 0000-0003-0659-0251

        

Resumen: Reparar en la dimensión compositiva de las publicaciones permite pensar las relaciones entre literatura y publicaciones periódicas en función de lo que las revistas exponen y ofrecen a la vista/lectura y cómo lo hacen. Las revistas pueden ser consideradas como intermediaciones (Chartier) con modalidades específicas de exhibición (Rogers). En el marco que abren estas definiciones, propongo estudiar las relaciones entre revistas, literatura y prácticas editoriales en la revista Babel de Samuel Glusberg publicada entre 1921 y 1929, tratando de precisar dos momentos diferenciados a los que correspondieron estrategias particulares de organización material de la publicación que impactaron y modelaron la noción misma de literatura dentro de la revista. Durante la primera etapa y como Revista de arte y crítica (n.° 1 – n.° 12), articuló aquellas que consideraba prácticas artísticas a través de la mediación de una palabra crítica sobre lo que circunscribía dentro del término arte. Durante la segunda época y como Revista de bibliografía (n.º 13– n.° 29), se produjo un cambio evidente en la arquitectura de Babel; dicho cambio estuvo ligado a un movimiento de especialización editorial que imantó la revista al sello editor homónimo fundado en 1922 y que la aproximó a la forma catálogo.

Palabras clave: Babel; Glusberg; Revista catálogo; Bibliografía; Vida editorial.

Abstract: Looking at the compositional dimension of publications allows us to think about the relationships between literature and periodicals based on what the magazines expose and offer to the view/read and how they do it. Journals can be considered as intermediaries (Chartier) with specific modes of display (Rogers). Within the framework of these definitions, I propose to study the relationships between journals, literature and publishing practices in Samuel Glusberg’s journal Babel, published between 1921 and 1929, trying to pinpoint two distinct moments that corresponded to particular strategies of material organization of the publication that impacted and shaped the very notion of literature within the journal. During the first stage, as  Revista de Arte y Crítica (n.° 1 – n.° 12), it articulated what it considered artistic practices through the mediation of a critical word about what it circumscribed within the term art. During the second period, as Revista de Bibliografía (n.° 13 – n.° 29), there was a clear change in the architecture of Babel; this change was linked to a movement of editorial specialization that imbued the journal with the same name, founded in 1922, and brought it closer to the catalogue form.

Keywords: Babel; Glusberg; Magazine-catalogue; Bibliography; Editorial life.

Resumo: Olhar para a dimensão composicional das publicações permite pensar as relações entre literatura e periódicos a partir do que as revistas expõem e oferecem ao olhar/lido e como o fazem. Os periódicos podem ser considerados como intermediários (Chartier) com modos específicos de exibição (Rogers). No âmbito dessas definições, proponho-me a estudar as relações entre periódicos, literatura e práticas editoriais na revista Babel, de Samuel Glusberg, publicada entre 1921 e 1929, tentando apontar dois momentos distintos que corresponderam a estratégias particulares de organização material da publicação que impactaram e moldaram a própria noção de literatura dentro da revista. Na primeira etapa, como Revista de Arte e Crítica (n.° 1 – n.° 12), articulou o que considerava práticas artísticas por meio da mediação de uma palavra crítica sobre o que circunscrevia no termo arte. No segundo período, como Revista de bibliografía (n.° 13– n.° 29), houve uma nítida mudança na arquitetura de Babel; essa mudança esteve ligada a um movimento de especialização editorial que impregnou a revista com o mesmo nome, fundada em 1922, e a aproximou da forma de catálogo.

Palavras-chave: Babel; Glusberg; Revista catálogo; Bibliografía; Vida editorial.

Fecha de recepción: 10/03/2022 | Fecha de aceptación: 24/05/2022


Las relaciones entre literatura y publicaciones periódicas han sido abordadas desde distintas perspectivas críticas y metodológicas. Definirlas como “contextos formativos de la literatura”1 implica enfatizar el carácter determinante de estas producciones colectivas dentro de un proceso cultural y, en particular, respecto de una práctica especializada. De este modo, las publicaciones son elementos constitutivos de la literatura, no mero soporte de lo escrito, simples vehículos o mero conglomerado de textos. Esta noción de “contexto” importa la necesidad de explorar las relaciones entre las publicaciones y la escritura, precisando cómo las publicaciones periódicas a la vez determinaron, produjeron y fueron espacio de configuración de ciertos tipos  y géneros de escritura o poéticas particulares, de lectores y las prácticas de lectura, de figuras de escritores y de formas de profesionalidad y de sociabilidad ligadas con ellas, así como también de tradiciones críticas, de formas de publicidad, de circulación y de exhibición de los textos2. En este marco general que hace hincapié en el análisis de los vínculos y sus efectos, este trabajo se focaliza en el estudio de las relaciones entre revistas, literatura y prácticas editoriales y en el de las existentes entre revistas, sociabilidad y vida literaria3. Esas interacciones formativas toman cuerpo en la arquitectura de las publicaciones y en las modalidades de los procesos de exhibición de la literatura que ellas proponen. El énfasis en la dimensión compositiva de las publicaciones implica pensar dichas relaciones en función de lo que las revistas exponen y ofrecen a la vista/lectura y cómo lo hacen. Al respecto Geraldine Rogers ha definido las publicaciones periódicas “como dispositivos de exposición, arquitecturas de aparición periódica que disponen de manera conjunta lo visible y lo legible (“Las publicaciones…” 12–13)4. A partir de este último énfasis es posible además considerar las revistas como “intermediaciones” (Chartier, “El sentido…” 8)5 con modalidades específicas de exposición. Así, pensar las publicaciones desde esta pertinencia implica analizar y preguntarse “cómo intervienen en el reparto de lo visible y lo legible: qué y cómo en ellas se muestra y se anuncia, a qué fines orientan sus recorridos, cómo se materializan sus estrategias de visibilización” (“Las publicaciones…” 24)6. 

Como se sabe, los editores Samuel Glusberg, Jacobo Samet, y Lorenzo J. Rosso, representantes de la “época heroica” de la edición7, emprendieron y sostuvieron, junto con la producción de libros, la edición de revistas como parte central de su labor. En Buenos Aires y, a lo largo de las décadas de 1920 y 19308, aparecieron Babel. Revista de arte y crítica (1921-1928)9 y La Vida Literaria. Crítica. Información. Bibliografía (1928-1933) de Glusberg10; Noticias literarias (1923-1924), Cartel (1928) y Bibliogramas (1934-1935) de Jacobo Samet; La Literatura Argentina (1928-1936) dirigida por Lorenzo J. Rosso. Regido por una función informativa y de actualidad, este género de publicación fue definido por Lorenzo Rosso con el nombre de “periodismo de la bibliografía” o “periodismo de la producción literaria”, cuyas encarnaciones eran estos “órgano[s] de información del ambiente libresco”, a los que Rosso distinguía de las revistas dedicadas exclusivamente a la crítica literaria11. Cabe señalar que las revistas de estos editores porteños se filiaron –más o menos explícitamente según el caso–, con una clase de publicación europea de comienzos de la década de 1920, también ligada con sellos editoriales, entre las que se destacaron: Les Nouvelles Littéraires, Artistiques et Scientifiques (1922-1958); Candide (1924-1944); La Fiera Letteraria (1925-1928); Die Literarische Welt (1925-1933); Wiadomosci Literackie [Noticias Literarias] (1924-1939); La Gaceta Literaria (1927-1931)12. Todas estas publicaciones, cuyos títulos remiten a una temporalidad marcada por el tempo de las novedades librescas y a la voluntad de totalizar y mostrar13 la información disponible sobre zonas específicas del mundo cultural (arte, ciencia, literatura), expresaron su deseo de distinguirse de la revista y en muchos casos se refirieron a sí mismas como periódicos. Así, La Fiera Letteraria  aspiraba a ser “un periódico destinado a un amplio público, redactado con criterios periodísticos, ampliamente informativo, y reflejar[ía] de la manera más completa el movimiento literario, científico y artístico italiano y extranjero [...]” y a no convertirse en “el exponente de un pequeño grupo de escritores”14. Del mismo modo, La Gaceta Literaria, en tanto “periódico de las letras”15, consideraba que debía ir más allá de los límites del “gremio letrado” e interesar a “la masa lectora, al presunto público de librería” enrolándose en una política cultural, específicamente editorial cuyo objetivo fue promover el conocimiento mutuo de las letras ibéricas y americanas según reforzaba su subtítulo: ibérica, americana e internacional.

Con ese mismo afán informativo aunque declinado de forma más local, las publicaciones de Glusberg, Samet y Rosso se preocuparon por la promoción y difusión de la literatura a la que, a su manera, exhibieron e hicieron visible a partir de un movimiento hacia lo periodístico que tomó cuerpo en una construcción específica de secciones cuyo valor no siempre ha sido resaltado16. Como instancias mediadoras, difusoras y organizativas de la literatura, estas revistas fundaron sus acciones en la necesidad de insertar la literatura en el espacio de la prensa y se pensaron como formas modernas de promoción de los libros, de los autores y de una inflexión específica de la vida literaria, la vida editorial.

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Año 3, n.° 10, marzo, 1927                Año I, n.° 1, 12 de diciembre, 1925. Catalogo                                                          Informatico Riviste Culturali Europee (CIRCE)  

                                                         

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               Año, II, n.° 13, 13 de enero, 1923         Año III, n.° 80, 26 de abril, 1924

                       

Al igual que las publicaciones europeas y argentinas mencionadas, Babel no se definió como un órgano de una tendencia estética sino como un producto del trabajo “de hombres jóvenes y libres que nos decidimos a editar[la]”17 y, desde la primera entrega de abril de 1921, declaró su interés por el público y por la prensa, a los que en un brevísimo texto de apertura se dirigió específicamente. Al mismo tiempo, esas líneas inaugurales manifestaron la “creencia en la necesidad de negar un programa” señalando como campo de su intervención la “vida periodística”, forma de mediatización eficaz de la vida literaria18.

En lo que sigue, el análisis de Babel (1921-1929)19 toma como marco estas hipótesis generales para precisar dos momentos diferenciados en la estructura editorial de la publicación y por tanto de sus estrategias de difusión, exhibición y publicidad de la literatura, los libros y la vida editorial. En ese sentido, y sin dejar de tener en cuenta la ligazón evidente entre Babel y la editorial homónima B.A.B.E.L fundada en 192220, el análisis se focalizará en la revista como proyecto editorial y no en el análisis específico del catálogo del sello.

 

La mediación crítica

En la revista Babel es posible distinguir dos épocas que respondieron a modalidades de intervención específicas aunque conectadas. Esa especificidad puede pensarse a partir del subtítulo que distinguió a cada una de ellas. Durante la primera y como Revista de arte y crítica, subtítulo que llevó hasta febrero de 1922 (n.º 12), articuló las prácticas artísticas a través de la mediación de una palabra crítica que ofrecía a sus lectores –a los que consideraba cultos– una lectura informada sobre lo que circunscribía dentro del término arte: literatura, música, pintura, teatro.21 

                   

Portadas de la primera época de Babel

La crítica mediaba entre la literatura y el público de la revista. En cada entrega ofrecía una selección de lecturas, breves aunque no fragmentarias, informaba sobre compañías teatrales u obras de teatro en cartel, conciertos y exposiciones. El discurso crítico bajo la forma de crónicas –para la música y el teatro–22, de semblanzas sobre escritores –acompañadas de dibujos del autor en cuestión–23 o de bibliográficas sobre determinados libros de diversas editoriales argentinas y americanas –cuyos nombres casi siempre Babel se encargaba de consignar– constituía el centro de la revista. En ese sentido, se trataba de un conjunto de colaboraciones firmadas, a partir de las que luego se confeccionaban los sumarios de Babel, que expurgados de las secciones de sociabilidad, convertían a la revista en una antología, aproximándola al libro, publicitándola como colección, extraídas de su tiempo de circulación efímero para ingresar en el de la circulación y la lectura de los libros de una biblioteca. De entre esas firmas críticas luego antologadas, se destacaban las de Arturo Marasso Roca, Leopoldo Lugones, Héctor P. Blomberg, Juan Lazarte, Vicente Media, Eugenio D’Ors, José Bustamante, Arturo Cancela, Alberto Gerchunoff, Enrique Diez Canedo, Adolfo Zalazar, Rafael Arrieta, cuyos textos podían haber sido escritos para Babel o tomados de otras revistas o diarios. De ese modo, los números combinaban tales colaboraciones firmadas, con cuentos, poemas, poemas en prosa, capítulos de libros por aparecer o de reciente publicación, traducciones de otras literaturas (literatura rusa, italiana, sueca) cuyos traductores –quienes muchas veces se contaban entre los propios colaboradores de Babel– eran destacados en su función de mediadores literarios y difusores culturales. La crítica asumía también otra inflexión más amplia y no especializada ligada con la discusión de cuestiones de actualidad social y/o política24.

Al mismo tiempo, las páginas que seguían a las colaboraciones firmadas constituían una zona de Babel organizada por la presencia de secciones que aunque no aparecieran en todos números, fueron anunciadas como permanentes. Tales espacios fueron: “Personas, obras y cosas” (1-13); “La vida literaria” (1, 4-13), “Motivos de la ciudad” (4 y 5), “Notas del momento” (4 y 5), “La mesa del café” (11 y 12), “A través de las revistas” (6). Impregnadas del imperativo de actualidad, pusieron en escena la vida editorial en relación con lo cual “Personas, obras y cosas” junto con “La Vida Literaria” fueron las secciones más destacadas. La primera de ellas, escrita generalmente por la redacción, mostraba y daba cuenta de problemáticas literarias desde la mirada de un editor. Como conocedor del mundo editorial, éste podía señalar, por ejemplo, la falacia que encubría una edición promocionada como inédita en castellano –como ocurría con los Cuentos judíos contemporáneos de la editorial América de Madrid (n.° 1) –; discutía los criterios de selección de los autores de una antología o colección; reconocía la falsa atribución a Josué Carducci de un estudio sobre Don Quijote cuyo autor era, en verdad, Enrique Heine (n.° 1). En otro sentido, y en la forma de una ficción aleccionadora destinada a los jóvenes poetas, “Versos, hojas muertas” (n.° 3), narraba las ilusiones perdidas de un poeta que puede suponerse realizaba una edición de autor, sin la mediación de un editor y cuyo sueño de reconocimiento público se desvanecía justamente por ese motivo25. Para reforzar el carácter imprescindible de la tarea del editor, “Versos, hojas muertas” se publicó en la misma página, inmediatamente después de la reseña que, por contraste, alababa el éxito teatral de La sulamita (1916, editorial Nosotros) de Arturo Capdevila, autor que Glusberg había publicado en Ediciones Selectas América26 y cuyas obras serían reeditadas y editadas posteriormente por el sello B.A.B.E.L.

Es interesante destacar la conexión entre el contenido de estas secciones y los avisos de las últimas páginas de Babel. Un caso sintomático de esa conexión se observa entre el comentario sobre la iniciativa de las Bibliotecas al Aire Libre (n.° 5) –promovidas por la Biblioteca Obrera de Buenos Aires e inspirada en experiencias europeas– y los anuncios de ciertas colecciones locales y extranjeras. De este modo, cuando Babel se manifestó a favor de esa propuesta de lecturas al aire libre, indicando que la poesía era el género adecuado para parques y plazas27, en sus páginas finales dedicadas a la publicidad incluía un aviso de media página que llamaba al “lector inteligente” a adquirir la colección de “Las mejores poesías de los mejores poetas” del mundo cuyos “tomitos” contenían un prefacio con una biografía sobre el autor y un juicio crítico sobre la obra y que podía conseguir en la Administración de Babel.

Por su parte, la sección “La vida literaria” estuvo en 10 de los 12 números de la primera época. Se componía de reseñas críticas firmadas sobre obras recientemente aparecidas y permitía repasar el conjunto de casas editoriales con que la revista se vinculaba: se trataba de  Minerva de Chile, Coni imprenta y casa editora, casa editora- librería Las Ciencias, Cooperativa Editorial Buenos Aires, Biblioteca de novelistas americanos; Mercatali, Ediciones Sarmiento de Bogotá, biblioteca mejicana Cultura, Nosotros, América de Madrid; Cooperativa Editorial Pegaso de Montevideo; Agencia Nacional de Librería y Publicaciones, Serantes Hermanos, Maucci, Talleres Gráfico Alfredo Martino, Tor, Moro y Tello y las propias Ediciones Selectas América.

Otras secciones más esporádicas de esta primera época como “Motivos de la ciudad” o “La mesa del café” eran tributarias de una idea de ciudad asociada con las figuras del escritor cronista, el reporter – también el vagabundo y el flaneur– que se desplaza por un espacio cultural urbano. Su presencia atestigua un tópico consolidado tanto en estas secciones como en los poemas, cuentos, ensayos, comentarios publicados en la revista28. Esas secciones también mostraban el modo en que el cronista porteño podía captar y evaluar ciertos cambios culturales ligados con las nuevas distribuciones de la escritura y la lectura. Babel lo hizo echando mano a recursos propios de los diarios y semanarios como lo era la presencia misma de este tipo de secciones misceláneas y en las que a su modo, desde la mirada del productor de libros, también se sopesaban los efectos culturales de aquella modernización que hacía de la explotación comercial de la necesidad de leer y escribir, en su versión más comercial y degradada (la novela corta), una mera forma de ganar dinero. Así, en el suelto “Novelería”, Glusberg se quejaba de la proliferación de “empresas de novelas cortas”, a las que se abocaba “todo el mundo”, “el buen ciudadano que hasta ayer no más se dedicaba a comprar y vender bolsas vacías hoy novelas vende compra (sic) y no más llenas” (n.° 1, p.10). En “Es usted escritor inédito” Babel extractaba la convocatoria del último número de la revista Cuasimodo para ironizar sobre la aplicación del principio social de la igualdad como criterio editorial. Cuasimodo invitaba a quien tuviera “algo que decirle a la humanidad” a enviar los originales del género que fueran –chistes, cartas amatorias, poesía, epigrama, anécdota, juicio crítico, pieza de teatro, argumento cinematográfico, etc.– para ser publicados gratuitamente en la siguiente entrega de Los nuevos ingenios. Frente a esta convocatoria igualitaria que desconocía el trabajo especializado de escritores y editores, Babel afirmaba: “Los escritores y poetas de la clase social “inédita” están de parabienes” (n.° 5). Esta posición llevaba a impugnar las formas de difusión asociadas a las novelas cortas a las que también recurrían los autores más serios29.

Revista de Bibliografía: la intermediación editorial

Como se sabe, los boletines bibliográficos fueron con los prospectos, o los volantes de suscripción en el caso de las publicaciones seriadas, instrumentos de difusión que los editores españoles venían empleando desde mediados del siglo XIX junto con los catálogos de librerías de los que en muchos casos eran libreros-impresores30. Bajo el título de “Boletín bibliográfico” o con alguna variación, muchas revistas literarias y culturales argentinas informaban sobre la producción intelectual impresa, generalmente en libro. Secciones de coda, y fuera del cuerpo principal, estaban impresas en una tipografía de menor tamaño que la del resto de los escritos. Así, “Bibliografía y variedades”, fue el nombre con que en 1867 la Revista de Buenos Aires daba a conocer un conjunto indiferenciado de obras e informaciones cuya principal razón era la de procurar un conocimiento de lo publicado en el continente americano, guiada también por un énfasis patrimonial; “Boletín Bibliográfico” fue para el caso de la revista La Biblioteca (1896-1898) el espacio donde Paul Groussac ejerció la crítica literaria y dio cuenta de libros principalmente nacionales que consideraba relevantes para el debate intelectual (libros de historia, sobre todo); “Bibliografía” fue una sección que en La Montaña (1897), relevó  especialmente las revistas que promovían el debate político en las filas del anarco-socialismo. En algunas publicaciones argentinas de comienzos del siglo XX como Nosotros la sección “Bibliografía” se componía de reseñas valorativas y firmadas por distintos autores sobre obras no necesariamente incluidas en las secciones de letras nacionales –como, por ejemplo, “Letras argentinas” y “Letras españolas” –. Renacimiento (1909-1913) y el semanario La Nota (1915-1921) incluyeron la rúbrica “Bibliografía” como también lo hicieron Helios de M. Conde Montero en 1918 y la vanguardista Martín Fierro (1924-1927). Esta presencia y consolidación de la Bibliografía, primero como sección cuyos dominio y sentidos fueron variables y posteriormente como género de prensa, puede ligarse con lo que Jesús Martínez Martín llama “depuración” de la figura del editor. Se trata de un proceso por el cual esta figura fue adquiriendo un papel específico y diferenciado en el proceso de producción: no solo transformaba los textos en libros, sino que desempeñaba la tarea de discernir textos y acoplarlos a la demanda, proyectaba gustos, y proponía estrategias comerciales para su difusión31 (Martínez Martín, “La edición artesanal y …” 34). De este modo los periódicos de los editores mencionados fueron parte de ese proceso de diferenciación. Como género periodístico particular, estas “revistas de bibliografía” o este “periodismo de la bibliografía” constituyen formas especializadas de difusión y exhibición de textos y escritores que se alimentan no solo de la producción de los autores sino de sus imágenes públicas escritas o visuales, de la información de los catálogos propios y ajenos. La publicidad constituyó uno de los modos más característico de promover los libros a través de noticias sobre ediciones futuras o previas, sobre editores, propagandas específicas sobre obras determinadas o sellos editoriales que consignaban los títulos y sus precios, cantidad de ediciones y sus características materiales, o avisos genéricos sobre librerías y casas editoras, sobre la publicación de catálogos –especialmente de colecciones, de librerías y sellos editores32. A esto se agregaban prácticas de sociabilidad como la realización de demostraciones o banquetes de camaradería, presentaciones de libros y relatos escritos de esas prácticas. Babel echó mano a todos estos recursos.

Babel se presentó como Revista de bibliografía a partir de julio de 1923 (n.º 13), e inauguró así su segunda época, luego de algo más de un año de ausencia. Aunque como sección “Bibliografía” solamente apareció en el n.° 14, esta transformación implicó un cambio evidente en la arquitectura de la revista. El pasaje de una época a la otra está ligado con un movimiento de especialización editorial que imantó la revista al sello editor homónimo fundado en 1922 y orientó los focos de exhibición (de lo escrito y los materiales gráficos incorporados) hacia la construcción de figuras literarias e intelectuales ligadas con la edición de libros, dejando de lado las otras prácticas artísticas que ya no tuvieron un espacio propio para su presentación. A la vez, a partir del n.° 14, se redujeron tanto en frecuencia como en extensión las secciones, vinculadas con la configuración, consignación y relato de la dimensión sociable y colectiva de la literatura para enfocarse en la exhibición y mostración del catálogo de la editorial B.A.B.E.L –de los autores y sus obras33. En ese sentido, es relevante indicar que las primeras seis entregas de la publicación de esta segunda etapa llevaron en las portadas el grabado de la torre de Babel que singularizaba los libros del sello editor de Glusberg.

         

Portada de la segunda época (izquierda) y portadas de dos libros de B.A.B.E.L

En esta nueva época, “Notas y comentarios” (16, 17, 20, 21, 24,27, 28) reemplazó las secciones de sociabilidad precedentes y alternó con “Autores y Libros” (26, 27), concentrando ambas la información relativa a los libros, los autores, las iniciativas e informaciones de la editorial. Al equiparar literatura con bibliografía y ésta con edición de libros, la revista fue circunscribiendo ese término para identificarlo con libros publicados, sobre todo con los del sello B.A.B.E.L. La revista dejó su aspirada periodicidad quincenal que escasamente había podido cumplir e intentó publicarse mensualmente, algo que tampoco logró. Su frecuencia de aparición entre los números 13 y el 2934 estuvo ligada a los tiempos de las novedades y del concurso literario anual35, principal iniciativa de promoción y consagración de la editorial, respecto de la cual Glusberg se consideraba pionero entre los editores porteños.36 En adelante, la revista se construyó a partir del recorte y la reedición fragmentaria y se convirtió en una revista-catálogo. El sello editor aparecía como protagonista: Babel se abría con el anuncio de las obras publicadas y los nombres de los autores próximos a publicar; se componía de escritos de los premiados en su certamen y de otros previamente publicados en las dos series (A y B) de la editorial B.A.B.E.L, de anticipos de los libros por aparecer en el sello; de críticas sobre los autores, publicados en grandes diarios y por grandes firmas. El pasaje a revista de bibliografía se vio plasmado además en las tapas de Babel antes conformadas por el índice de los colaboradores, textos y secciones, las cuales desde la entrega 16 incorporaron retratos fotográficos o dibujos –algunos de ellos realizados a partir de fotografías–  del escritor al que se destacaba, promocionaba u homenajeaba.

  

Portadas de la segunda época que incorporan imágenes de los autores


En el n.° 13 que iniciaba la nueva época, un recuadro anunciaba la realización del certamen, cuyas bases volvían a poner el acento en la labor del editor como productor de libros, al convocar a participar solo a autores que “hasta la fecha no hayan reunido sus producciones”37, es decir, que no hubieran publicado libros. Los nombres de los jurados, todos ellos autores de B.A.B.E.L38 prestigiaban el concurso: para la poesía Leopoldo Lugones, Arturo Capdevila y Rafael A. Arrieta; para el cuento Horacio Quiroga, Roberto Payró y Arturo Cancela.


              

                 Babel n.° 13, julio, 1923                                     Convocatorias de los concursos            

                                                                                                         anuales n.° 15, n.° 18

 En el n.° 14 de diciembre de 1923 se consignaban los ganadores del concurso –Conrado Nalé Roxlo en poesía con El grillo y Guillermo Estrella para el cuento con Los egoístas– así como la nómina extensa de quienes habían participado. Este número inauguró la nueva estructura editorial de Babel como revista-catálogo que se plasmó en dos formas de exhibición de la producción libresca de B.A.B.E.L. específicas y relacionadas. La primera consistía en una publicidad39 que incluía la totalidad de los títulos del catálogo ordenados cronológicamente y que informaba sobre el precio, la disponibilidad y la cantidad de ediciones de cada obra; bajo el subtítulo “Próximamente obras de”, ese mismo anuncio prometía la publicación de firmas reconocidas que funcionaban como garantía de calidad literaria. En segundo lugar, la revista operaba sobre las obras de esa lista, cuyos contenidos ingresaban de manera fragmentaria40, y reorganizaba las dos series (A y B) en que el sello B.A.B.E.L agrupaba su producción, a partir de criterios centrados en las novedades y en las figuras de los autores cuyos retratos publicaba41. Así la propia revista fragmentaba el libro impreso y mostraba ese fragmento a la vez como parte del libro42 y del catálogo que lo albergaba43.

Entre las entregas 16 a 18 la revista incorporó dos secciones: la sección “Los libros de B.A.B.E.L juzgados en el país” y otra similar que informaba sobre las repercusiones y acogida de los libros en países del continente y en España44.  Se trataba de secciones conformadas por “recortes”45 de periódicos que reproducían “los juicios que la prensa nacional y extranjera emit[ier]a sobre los libros de nuestra colección” (n.° 16 s/p), y funcionaron como espacios de autopromoción, equiparables a las tradicionales secciones de “Ecos” o “Juicios de afuera” presentes en numerosas revistas literarias americanas de fines de siglo XIX y comienzos del siglo XX. Estas secciones de recortes pusieron en escena la lectura como principio básico de composición: Babel leía la prensa nacional – principalmente La Nación, La Razón, Atlántida, América, Crítica, El Hogar y extranjera contemporáneas; el resultado de esa lectura selectiva era un muestrario de artículos y notas de firmas consagradas –en algunos casos eran de autores de la editorial–  cuyos juicios incluidos en la revista no solo servían para promover los libros sino que legitimaban al editor y su sello.

Anuncio que incluye Filosofícula y fragmento de la misma obra

A modo de conclusión

Desde una mirada que atiende a las formas de difusión de la literatura, el análisis de la revista Babel de Samuel Glusberg permite leer la emergencia de un género de publicación particular que es inescindible del surgimiento de la figura del editor moderno, proceso que en Argentina tiene en la década del veinte del pasado siglo. En ese sentido, Babel puede pensarse en el conjunto más amplio de las publicaciones fundadas por esos mismos años por otros editores porteños que empiezan a distinguirse de las revistas literarias. Desde esa perspectiva, Babel puede ser considerada un producto editorial novedoso aunque muchos de los textos que difunde no lo sean o pertenezcan a figuras ampliamente consagradas de la literatura argentina, americana o extranjera. Revisar la colección completa de Babel atendiendo a su dimensión compositiva permite pensar las singularidades de cada una de sus épocas legibles en la arquitectura de sus secciones. El pasaje de la primera a la segunda época muestra una serie de estrategias en las formas de promover, difundir y exhibir los libros y los autores que aproximan la publicación a un catálogo e indican un movimiento de especialización editorial.


Bibliografía

  1. Revista Babel n.° 1- n.° 29. https://bit.ly/3QsHBKz
  2. Revista La Literatura Argentina, n.º 25, septiembre de 1930. https://bit.ly/3xukMNV 
  3. Chartier, Roger. “El sentido de las formas”. Iber: revista europea de libros, n.º 1,1989, pp. 8-10.
  4. Delgado, Verónica. “Algunas cuestiones críticas y metodológicas en relación con el estudio de revistas”. Verónica Delgado, Alejandra Mailhe y Geraldine Rogers coordinadoras. Tramas impresas: Publicaciones periódicas argentinas (XIX-XX). Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Colección Estudios/Investigaciones, n.° 54, 2014, pp.11-25. https://bit.ly/3mPWQzy 
  5. Delgado, Verónica y Geraldine Rogers, compiladoras. Exposiciones en el tiempo. Revistas latinoamericanas del siglo XX. Buenos Aires, Ediciones Katatay, 2021. https://bit.ly/3NQrtkx
  6. Delgado, Verónica. La Vida Literaria de Samuel Glusberg. La revista de un editor. La Plata, Biblioteca Orbis Tertius / CeDInCI, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, 2020. https://bit.ly/39slXWd
  7. Delgado, Verónica y Fabio Espósito. “1920-1940: La emergencia del editor moderno”. José Luis de Diego (director), Editores y políticas editoriales en Argentina (1880-2010), Buenos Aires, 2014.
  8. Delgado, Verónica y Geraldine Rogers, editoras. Tiempos de papel: publicaciones periódicas argentinas (XIX-XX). Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Colección Estudios/Investigaciones, n.° 60, 2016. https://bit.ly/3Hv4FUQ 
  9. Delgado, Verónica. “Trabajar con publicaciones periódicas”. AAVV, Prensa periódica, géneros e historia literaria. Siglos XIX y XX, México, Institutos de Investigaciones Filológicas e Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2022, en prensa.
  10. Díaz, José-Louis. “Présentation”. Revue d'histoire littéraire de la France, vol. 110,  n.° 3, 2010, pp.  515 -520. https://bit.ly/3QrjQ5R  
  11. Efrom, Natalia. Índice de la revista Babel. https://bit.ly/3b4zhjV 
  12. Garone Gravier, Marina. “Los catálogos editoriales como fuentes para el estudio de la bibliografía y la historia de la edición: El caso del Fondo de Cultura Económica”. Palabra Clave, n.° 9, 2020. https://bit.ly/3HrENt0 
  13. Goldgel, Víctor. Cuando lo nuevo conquistó América. Prensa, moda y literatura en el siglo XIX. Buenos Aires, Siglo XXI, 2012.
  14. Hamon, Phillipe.  Expositions. Littérature et architecture au XIXe siècle. Paris, Corti, 1989.
  15. Hernández, Sebastián. “Samuel Glusberg/Enrique Espinoza: revistas culturales y proyectos editoriales en Argentina (1921- 1935)”. Revista Universum, vol.2, n.° 27, II Semestre de 2012, pp. 211-221.
  16. Kalifa, Dominique, Philippe Régnier, Marie-Ève Thérenty y Alain Vaillant, dirécteurs. La Civilisation du journal. Histoire culturelle et littéraire de la presse francaise au XIXe siècle, Paris, Nouveau Monde éditions, 2011.
  17. Lafleur, Héctor et al. Las revistas literarias argentinas 1893-1960. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, (1960-1968).
  18. Louis, Annick. “Leer una revista literaria. Autoría individual, autoría colectiva en las revistas argentinas de la década de 1920”. Rose Corral, Anthony Stanton, James Valender, editores.  Laboratorios de lo nuevo. Revistas literarias y culturales de México, España y el Río de La Plata en la década de 1920, México, El Colegio de México, 2018, pp. 27-53.
  19. Martínez Martín, Jesús. “La edición artesanal y la construcción del mercado”. Jesús Martínez Martín, director. Historia de la edición en España 1836-1936. Madrid, Marcial Pons, 2001, pp. 29-72.
  20. Mosqueda, Ana. Edición y redes epistolares. Samuel Glusberg, hombre de letras-editor en la Argentina de las primeras décadas del siglo XX (1919-1935)”, tesis de doctorado. Director: Dr. Antonio Castillo Gómez. Universidad de Alcalá de Henares, 2017.
  21. Murillo Sandoval, Juan David. “Los catálogos de venta de las librerías argentinas: eclosión y especialización de un medio publicitario efímero, 1850-1920”. Información, Cultura y Sociedad, n.° 43, 2020, pp. 87-106. https://bit.ly/3xRo7bp
  22. Ortega y Gasset, José. “Sobre un periódico de las letras”. La Gaceta Literaria, Año I, n.° 1, enero, 1927, p.1.
  23. Pluet-Despatin, Jacqueline, “Une contribution à l’histoire des intellectuels: les revues”. Nicole Racine y Michel Trebitsch, directeurs, “Sociabilités intellectuelles: lieux, milieux, réseaux”, Les Cahiers de L’ IHTP, n.º 20, Paris, CNRS, marzo, 1992, pp. 125-136.
  24. Rogers, Geraldine. “Las publicaciones periódicas como dispositivos de exposición”. Verónica Delgado y Geraldine Rogers, coordinaadoras. Revistas, archivo y exposición: Publicaciones periódicas argentinas del siglo XX. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Colectivo Crítico; n.° 5, 2019. https://bit.ly/3Hr2zp4
  25. Rocchetti, Francesca. “Scheda e indici”. https://bit.ly/3xV8dg8
  26. Rowohlt, Ernst. “Zeitschrift  Die Lliterarische Welt”. https://bit.ly/3tEWP5o
  27. Salto, Graciela. “Estudio preliminar”. Joaquín García Monge / Samuel Glusberg. Epistolario 1920-1958. Circulación y mercado editorial en América Latina. La Plata, Biblioteca Orbis Tertius / CeDInCI, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, 2019. https://bit.ly/3HHhXy1 
  28. Sirinelli, Jean-François. “Le hasard ou la nécessité? Una histoire en chantier: l’histoire des intellectuels”. Vintième siècle. Revue d’histoire n.° 9, janvier-mars, 1986, pp. 97-108.
  29. Tarcus, Horacio. “BABEL, revista de arte y crítica (1921-1951)”.  Revista Lote. Mensuario de Cultura, año 1, n.° 7, noviembre, 1997, pp. 6-9.
  30. Tarcus, Horacio. “Revistas, intelectuales y formaciones culturales izquierdistas en la Argentina de los veinte”. Revista Iberoamericana, vol. LXX, n.° 208-209, julio-diciembre de 2004, pp. 749-772. https://bit.ly/3xy5Tub 
  31. Viu, Antonia. “Culturas lectoras, recortes y colaboración en las revistas culturales: Repertorio Americano y Babel”.  Revista de Humanidades, n.° 35, enero-junio 2017, pp. 159-184. https://bit.ly/3mPasez 


Notas

1 Desde esta perspectiva hemos venido trabajando con Geraldine Rogers en diversos proyectos  de investigación radicados en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales de UNLP.

2 Para una ampliación de las cuestiones críticas y metodológicas ver en las “Referencias bibliográficas” mis trabajos “Algunas cuestiones críticas y metodológicas en relación con el estudio de revistas”, “Trabajar con publicaciones periódicas”, así como los cuatro volúmenes que coordiné junto con Geraldine Rogers sobre publicaciones periódicas.

3 La noción de sociabilidad fue definida en términos generales “como agrupamiento permanente o temporario, cualquiera sea su grado de institucionalización, del cual se elige participar” (Sirinelli, “Le hasard ou la nécessité?...” p. 103). Intenta particularizar las formas en que un medio intelectual se organiza y funciona, precisando las relaciones sutiles entre ese medio y una comunidad de valores y referencias, para articular la especificidad de las relaciones internas de un medio intelectual con una especificidad de intervención. La historia literaria piensa las sociabilidades distanciándose de un interés meramente anecdótico o de cierta vocación mitologizante, para comprenderlas en el marco de una poética histórica no exclusivamente sociológica ni exclusivamente historiográfica sino literaria, en el sentido en que la literatura es considerada como el proceso complejo que produce, entre otros resultados, obras. (Díaz,  “Présentation”, p. 516). Jacqueline Pluet Despatin estudió las revistas como “estructuras de sociabilidad” (“Une contribution à l’histoire des intellectuels…” pp. 125-126).

4 Rogers fundamenta su propuesta en las hipótesis historiográficas de tres autores: Walter Benjamin, Georges Didi-Huberman y Philippe Hamon. En Expositions. Littérature et architecture au XIXe siècle Philippe Hamon analiza justamente las interferencias entre literatura y arquitectura, explorando las posibilidades que ofrece el término exposición a partir de sus distintos valores, como una noción clave en la revisión de los textos y monumentos del siglo XIX, centuria durante la cual se multiplican las exposiciones de distinta clase. Rogers retoma este interés por las posibilidades que ofrece el cruce entre las revistas, arquitectura y exposición y define las publicaciones como “dispositivos de exposición”.

5 En “El sentido de las formas” Roger Chartier afirma que “las formas producen sentido”, y “un texto, estable en sí mismo, puede verse investido de un significado y de una tipología inéditos cuando cambian las estructuras o las intermediaciones que lo proponen a la lectura o a la escucha” (p. 8).

6 Annick Louis propone abordar las revistas desde una noción “declinada” y plural de “contexto” (de publicación, producción, lectura y edición, contexto este último que se intersecta y completa con el de “red de revistas”). Esta noción realza los aspectos materiales de la revista como conjunto de textos, pero reenvía además al estudio de otras dimensiones –colectiva, institucional, asociativa, editorial. (“Leer una revista literaria. Autoría individual…”, p. 32).

7 En Las revistas literarias argentinas Lafleur, Alonso y Pronvenzano se refieren estos términos a tarea de los editores Samuel Gleizer, Samuel Glusberg y Jacobo Samet (p. 111). Desde 1919 y hasta 1922 en que fundó su sello la Biblioteca Argentina de Buenas Ediciones Literarias (B.A.B.E.L), Samuel Glusberg llevó adelante la publicación de las Ediciones Selectas-América. Cuadernos mensuales de Letras y Ciencias, proyecto del que participó su hermano Leonardo como administrador. Se trataba de cuadernillos de periodicidad mensual y luego quincenal que incluyeron escritos de autores en su mayoría vivos.

También es verosímil pensar que Glusberg fuera responsable de otra colección periódica, Los cuentos, que circulaba a comienzos de la década de 1920 y cuyos anuncios aparecieron sistemáticamente en Babel.

8 No me detengo aquí en el análisis detallado de la producción editorial argentina de las décadas de 1920 y 1930. No obstante, es necesario destacar que se trata de un momento en el que se produce un desarrollo sostenido de la industria editorial en todas sus ramas en cuyo marco se lee la aparición de las revistas de Glusberg y de los editores porteños ya mencionados. Remito a mi trabajo en colaboración con Fabio Espósito “1920-1940: La emergencia del editor moderno”.

9 Posteriormente, cuando se radicó en Chile, Glusberg continuó con publicación de Babel.  Fue publicada en Santiago entre 1939-1951 y vehiculizó la cultura ligada al pensamiento socialista libertario.

Ver el estudio preliminar de Graciela Salto a Joaquín García Monge / Samuel Glusberg. Epistolario 1920-1958. Circulación y mercado editorial en América Latina. 

10 Para contrastar la propuesta editorial de la revista Babel con la de La Vida Literaria, ver mi antología La Vida literaria. La revista de un editor (1928-1932) y específicamente el estudio preliminar a mi cargo. 

11 “La Literatura Argentina ha cumplido dos años de existencia”, La Literatura Argentina, n.º 25, septiembre de 1930, p. 32. El escrito sostiene que La Literatura Argentina es la primera revista bibliográfica del país.

12 Les Nouvelles littéraires, Artistiques et Scientifiques  (1922-1958) fue fundada por Maurice Martin du Gard, André Gillon, Charles Peignot y Jacques Guenne y editada en París por Larousse; La Fiera Letteraria: giornale settimanale delle lettere, delle arti e delle scienze de Milán (1925-1928) dirigida por Umberto Fracchia, procedente de la editorial Arnoldo Mondadori; Candide, fundado por el librero Arthème Fayard; Wiadomosci Literackie de  Varsovia, semanario fundado por el periodista e historiador polaco Mieczysław Grydzewski; Die Literarische Welt (1925-1933) publicada en Berlín, por  iniciativa del editor Ernst Rowohlt y dirigida por el periodista Willy Haas; La Gaceta Literaria (1927-1931) de Madrid dirigida por Ernesto Giménez Caballero, y casi desde sus inicios ligada a Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP).

13 El término Fiera –feria– con el que Humberto Fracchia titula su publicación es especialmente relevante para pensar la diversidad y heterogeneidad de lo que se exhibe en contraposición con lo que muestran las revistas ligadas con grupos.

14 En carta del 17 de noviembre de 1925, Fracchia anunciaba la inminente aparición de La Fiera Letteraria: “El próximo 12 de diciembre saldrá en Milán un nuevo periódico semanal de letras, ciencias y artes titulado La Fiera Letteraria. Será un periódico del tamaño normal de un diario, en seis u ocho páginas ilustradas, impreso en rotativa, en el tipo de los periódicos literarios que tienen actualmente tanto éxito en Francia como  Candide  y Les nouvelles litteraires [...]”. Traducción mía. Francesca Rocchetti “Scheda e indici”. Por su parte Ernst Rowohlt, en el mismo sentido, se refiere a su concepción de Die Literarische Welt: “Eine wöchentliche Literaturzeitung, ausdrücklich als Zeitung, nicht als Zeitschrift aufgemacht, die neben Informationen über moderne Literatur und Kunst auch Interviews mit Schriftstellern über aktuelle Themen, Rundfragen, Essays, Karikaturen und Fotos bringen sollte”. Cursivas mías. “Zeitschrift  Die Lliterarische Welt”.

15 José Ortega y Gasset define en estos términos la revista madrileña “Sobre un periódico de las letras”, Año I, n.° 1, enero, 1927, p.1.

16 Los estudios de historia literaria de la prensa han analizado las diversas secciones de los diarios –principalmente del siglo XIX- afirmando la matriz literaria del periódico. Ver La Civilisation du journal. Histoire culturelle et littéraire de la presse francaise au XIXe siècle, dirigido por Dominque Kalifa, Philippe Régnier, Marie-Ève Thérenty y Alain Vialant. Por su parte, en Cuando lo nuevo conquistó América. Prensa, moda y literatura en el siglo XIX, Víctor Goldgel ha abordado las relaciones entre moda, prensa y literatura en el siglo XIX y ha analizado las similitudes entre las formas de difusión de ambas prácticas en la prensa. Ha destacado las secciones de Variedades como zonas conformadas por textos breves y de lectura sencilla cuya finalidad era entretener o despertar la atención y el deseo del lector sobre una gran diversidad de objetos y temas.

17 Cursivas mías.

18 La dirección de Babel afirmaba que “los hombres jóvenes y libres que nos decidimos a editar[la]” reconocían en el público la capacidad distinguir el carácter “escogid[o] e interesante” de las colaboraciones de Babel, entre la oferta numerosa de revistas que se le ofrecen en la ciudad, las llamadas “revistas nutridas”. Babel Año I, n.° 1, primera quincena de abril de 1921, p.1.

19 En su etapa argentina (1921-1929) la revista publicó 29 números en formato de 19,5 x 28,5 cm. La Dirección y Administración funcionaron juntas: primero en la calle Tucumán 692 (números 1 a 3), luego en la calle Moreno 1167 (números 4 a 12). A partir de la entrega 13 y hasta la 18 la revista solo contó un director cuyas oficinas estuvieron en Iriarte 1664 (números 13 a 17); en el número 18 se trasladaron a Entre Ríos 1585. A partir del n.° 19 la Dirección y la Administración de la revista tuvieron domicilios separados. La primera se estableció en Rivera Indarte 1030 y la segunda permaneció en la calle Entre Ríos.

Su frecuencia de publicación fue variando. Para esta cuestión así como para la nómina de colaboradores de cada número ver el índice de la revista en el repositorio del CEDINCI realizado por Natalia Efrom.

20 Para un análisis de la editorial B.A.B.E.L y de la trayectoria de Glusberg como editor, véanse entre otros: “Samuel Glusberg/Enrique Espinoza: revistas culturales y proyectos editoriales en Argentina (1921- 1935)” de Sebastián Hernández; Edición y redes epistolares. Samuel Glusberg, hombre de letras-editor en la Argentina de las primeras décadas del siglo XX (1919-1935”, tesis de doctorado de Ana Mosqueda realizada en Universidad de Alcalá de Henares, 2017; “BABEL, revista de arte y crítica (1921-1951)”, Lote, nº 7 y “Revistas, intelectuales y formaciones culturales izquierdistas en la Argentina de los veinte”, ambos de Horacio Tarcus.

21 Entre los números 1 y 12 las páginas de Babel tuvieron numeración corrida, a la manera de fascículos coleccionables. A partir del n.° 13 las páginas no estuvieron numeradas. Esto se vincula con el cambio de la segunda época que, como se verá, acercó la revista a un catálogo y por eso a un tipo de impreso más efímero. El diseño de las páginas fue siempre a tres columnas y podía variar por la presencia de imágenes.

22 La sección “Crónica musical” se publicó entre los números 1 a 9, 11, 12. En el número 10, en su lugar, se publicó “Arte pictórico”. “Crónica teatral” se publicó en ocho de las 13 entregas de esta primera época.

23 Entre las semblanzas se contaron las de John Keats por Rafael Arrieta (n.° 1); Gabriela Mistral por Vicente Medina (n.° 4); Rafael A. Arrieta por Edmundo Montagne (n.° 10); Carlos Grünberg  sobre Eugenio D’Ors (n.°9); Pedro Sájaroff sobre Dostoievsky  (n.° 9), Juan Lazarte sobre Rémy de Gourmont  (n.° 7), Andrés L. Caro sobre Ramón Gómez Cornet (n.° 9), Tomás Iragorri sobre Benito Quinquela Martín (n.° 12).  

24 Dentro de esa modalidad crítica pueden incluirse: “La reacción de la escuela” o “Panorama grotesco” ambos de J. P. Calou; “El trabajo femenino” de Rodolfo Senet (n.° 8); “Incipit Vita Nova” (n.° 5) y “Diálogo” de Alejandro Korn (n.° 9); de José Ingenieros “Entusiasmo – Energía”  (n.° 4), “Voluntad, iniciativa, trabajo” (n.° 6), “Simpatía – Justicia – Solidaridad” (n.° 9). Babel realizó dos encuestas, que en cierto modo, están ligadas con esta segunda modalidad crítica. La primera sobre el llamado voto profesional (n.° 1); la otra, sobre el arte, su profesionalización y los vínculos de los artistas con la política (n.°11).

25 Se afirmaba: “Y llegado el otoño, publicó su libro y logró, tras paciente lucha, que alguna librería elegante lo exhibiera, en un rinconcillo, sofocado por otros volúmenes. […] hasta que cierta vez, habiendo desaparecido el libro de su rinconcillo, el soñador, entró al comercio con una secreta esperanza… todos los ejemplares, intactos, habían ido a engrosar el osario común, en el lóbrego sótano” (n.° 3, p.39)

26 La pena monstruosa había sido publicada en el cuadernillo n.° 16 de 1920 de Ediciones Selectas América. Babel anunciaba para el 5 de diciembre de ese mismo año 1921 (n.° 9) La fiesta del mundo de Capdevila en Ediciones Selectas América.

27 A su vez, como un editor que organiza sus colecciones, indicaba que el éxito de la iniciativa dependía de los encargados de armar esas bibliotecas que debían incluir libros adecuados no solo a las circunstancias sino a un público diferenciado. “Convendría también que esas Bibliotecas tuvieran una sección infantil para proporcionar a los niños libros de estampas, cuentos, aventuras, viajes, etc.” (n.° 5, p. 70).

28 La revista registró tempranamente la fuerza de la idea de ciudad que anuda prensa, poesía y metrópoli cultural y publicó además poemas, ensayos breves y relatos que hacían de la ciudad su tema y su espacio de representación.

29 En “Carteles” se afirmaba: “ya no son los empresarios de las abundantes ‘novelitas cortas’ los que empapelan Buenos Aires con el retrato de un autor desconocido que se dirige a un millón de lectores (…) sino que es el mismo escritor profesional el que hace embadurnar las paredes de la ciudad con grotescos carteles que él mismo redacta según el patrón yanqui importado por nuestros políticos”. Año, 1, n.° 4, junio, 1921. p. 54.

30 Ver “Los catálogos editoriales como fuentes para el estudio de la bibliografía y la historia de la edición: El caso del Fondo de Cultura Económica” de Marina Garone Gravier; “Los catálogos de venta de las librerías argentinas: eclosión y especialización de un medio publicitario efímero, 1850-1920” de Juan David Murillo Sandoval.

31A estas funciones el crítico español agrega la planificación técnica en la fabricación de las formas de los libros.

32 También se anunciaban guías profesionales de distribución gratuita. Cabe destacar la presencia de una “Guía de libreros y editores” que se organizaba en base a una reunión de anuncios. Se publicó en las últimas páginas de los números 22 a 28.

33 Es importante señalar que Babel publicó números enteramente dedicados a los autores más prestigiosos de la editorial. El dedicado a Horacio Quiroga merecería un análisis detallado en función del modo en que Babel construye la figura del escritor: no solo a partir de la crítica sobre sus libros sino también de los sentidos que proponen las imágenes. Así, por ejemplo, una fotografía muestra al escritor sentado a una mesa de trabajo; sobre la pared en que se apoya la mesa, se observa una serie variada de utensilios que aparentemente no se ligan con la escritura. Debajo de la fotografía un epígrafe señala: “El escritor”. Se trata, probablemente, de una habitación de la casa que Quiroga tenía en San Ignacio (Babel, segunda época, n.° 21, noviembre, 1926).

34 Esos números fueron de distribución gratuita.

35 Entre julio de 1923 y 1929, se publicaron 16 números. De los tres concursos anuales convocados, se sustanciaron los dos primeros de 1923 y 1924. El tercer concurso se anuló en el número 20 por decisión de la Comisión formada por Lugones, Quiroga y Baldomero Sanín Cano.

36 En “Notas y comentarios” del n.° 17, en “Tercer concurso literario de BABEL”, Glusberg sostenía que “No obstante las imitaciones evidentes que han hecho de nuestro certamen anual la ‘Asociación Amigos del Arte’ y la casa editora de Manuel Gleizer, nuestro tercer concurso literario correspondiente a 1925 se llevará a cabo como todos los años”. Más allá de esta declaración, el concurso se canceló.

37 En el texto de la segunda y la tercera convocatorias se llama a “escritores inéditos”.

38 Como se observa, el recuadro con la primera convocatoria se publicaba incrustado en el fragmento de Historia de un amor turbio de Horacio Quiroga. El sello Arnoldo Moen y Hermano había editado la novela en 1908 en un volumen junto con Los perseguidos.  En 1923 Glusberg la reeditó en B.AB.E.L; fue el séptimo de la Serie A. Para el momento del primer certamen y tal como figuraba en la revista, B.A.B.E.L había editado, en dicha serie, once libros en el siguiente orden: Las horas doradas de Lugones; La Jofaina maravillosa de Alberto Gerchunoff; La fiesta del mundo de Arturo Capdevila; Fugacidad  de Rafael A. Arrieta; Estudios helénicos (dos tomos) de Lugones; Las mal calladas  de Benito Lynch; El romero alucinado de González Martínez; la ya citada de Quiroga; Libro del gay vivir de Luis Franco; Las hermanas tutelares  de Arrieta; Odas seculares de Lugones.

39 En este trabajo hago mención solo de aquellos anuncios de la revista vinculados con las estrategias de promoción del sello de Glusberg.

40 Además, otra forma en que reorganizaba su catálogo era la publicación de avisos por autor. Así, por ejemplo, al final de las entregas podían publicarse avisos sobre “Obras de Leopoldo Lugones”, “Obras de Horacio Quiroga”, “Obras de Luis Franco” pero también anuncios de autores que estaban vinculados a la revista –porque habían publicado en ella- aunque sus libros fueran editados en otros sellos como el caso de Fernández Moreno y Tor. En el n.° 24, un anuncio agrupó a tres autores de B.A.B.E.L como cuentistas: Guillermo Estrella, Arturo S. Mom,  Horacio Quiroga. Se ofertaban tres libros a $5.

41 Los autores que tuvieron retrato de tapa fueron: Luis Cané (n.° 16), Alfred Samain (n.° 17), Baldomero Sanín Cano (n.° 18), Leopoldo Lugones (n.° 19), J. Fitzmaurice – Kelly (n.° 20), Horacio Quiroga (n.° 21), Rafael A. Arrieta (n.° 23), Alfredo S. Mom (n.° 24), Roberto J. Payró (n.° 25), Enrique Heine (n.° 26), Ezequiel Martínez Estrada (n.° 27), Roberto Gache (n.° 28), Luis Franco (n.° 29). El hecho de que una tapa llevara el retrato de determinado autor no implicó siempre que la entrega de la publicación le estuviera dedicada enteramente o casi por completo.

42 Es interesante señalar que en la revista se publicaba el fragmento junto con la tapa del libro del que se lo extractaba.

43 En esta segunda época Babel publicó un aviso centrado en las funciones y características del sello editorial –no ya en la producción misma– que era a la vez una invitación a comprar, leer y publicar con B.A.B.E.L Según la colección consultada en el CEDINCI, solo en el n.° 14 aparece este anuncio.

44 En el caso de los recortes de la prensa extranjera el título de la sección tomaba el nombre del país donde se publicaba el periódico. Así, los títulos fueron: “Los libros de B.A.B.E.L juzgados en Chile”, “Los libros de B.A.B.E.L juzgados en España”. Cuando el número estaba dedicado a un autor, estas secciones de juicios y opiniones adecuaban su nombre a esa ocasión. Por ejemplo, en el n.° 23 de abril de 1927 dedicado a Rafael A. Arrieta se titularon “Algunas opiniones hispanoamericanas”, “Algunas opiniones argentinas”.

45 Antonia Viu ha estudiado el recorte como procedimiento constructivo de ciertas publicaciones en relación con las que llama “culturas lectoras”. “Culturas lectoras, recortes y colaboración en las revistas culturales: Repertorio Americano y Babel”.