https://doi.org/10.19137/anclajes-2022-2619
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ARTÍCULOS
Instantáneas transatlánticas: la apuesta por la fotografía de la revista ilustrada Elegancias (1911-1914)
Transatlantic Snapshots: the Bet for Photography of the Illustrated Magazine Elegancias (1911-1914)
Instantâneas transatlânticas: a aposta na fotografia pela revista ilustrada Elegancias (1911-1914)
Clara María Avilés
Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales, INHUS / Centro de Letras Hispanoamericanas, CELEHIS
Universidad Nacional de Mar del Plata
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET
Argentina
avilesclaram@gmail.com
ORCID: 0000-0002-3109-9803
Resumen: La sociedad de publicaciones en español de los hermanos uruguayos Guido edita, desde París, una serie de impresos dirigidos al público latinoamericano hispanohablante. Entre 1911 y 1914, Rubén Darío se dedica a la dirección literaria y envía contribuciones a dos de ellas, Elegancias y Mundial Magazine. La primerase presenta comouna revista profusamente ilustrada, que busca la atención del lectorado femenino en las dos orillas del Atlántico. En Elegancias, la dirección editorial, artística y literaria concede cierta importancia a la fotografía. Analizamos esta cuestión a partir de un artículo incorporado en el número cuarenta y dos, “El arte y la fotografía”, en el que se discute el novedoso alcance de dicho medio técnico.
Palabras clave: Elegancias; Fotografía; Publicaciones periódicas; Siglo XX; Río de la Plata.
Abstract: The publishing company founded in Paris by Uruguayan brothers Alfredo and Armando Guido edited a series of magazines aimed at the Spanish-speaking public of Latin America. Between 1911 and 1914, literary editor Rubén Darío sent contributions to two of them, Elegancias and Mundial Magazine. The former, sought female readership on both sides of the Atlantic, was an abundantly illustrated magazine while Elegancias also lent a modest importance to photography. We analyze this topic from an article that appeared in issue number 42, “El arte y la fotografia”, in which the scope of this technical medium is discussed.
Keywords: Elegancias; Photography; Periodical publications; 20th Century; Río de la Plata.
Resumo: A sociedade de publicações em espanhol dos irmãos uruguaios Guido publica, desde Paris, uma série de impressos dirigidos ao público latino-americano de língua espanhola. Entre 1911 e 1914, Rubén Darío se dedicou à direção literária e enviou contribuições a duas delas, Elegancias e Mundial Magazine. A primeira é apresentada como uma revista profusamente ilustrada, que busca a atenção do público feminino de ambos os lados do Atlântico. Em Elegancias, a direção editorial, artística e literária atribui certa importância à fotografia. Analisamos essa questão a partir de um artigo incorporado no número quarenta e dois, “El arte y la fotografia”, em que se discute o alcance inovador desse meio técnico.
Palavras chave: Elegancias; Fotografía; Publicação de jornal; Século XX; Río de la Plata.
Fecha de recepción: 14-09-2020/ Fecha de aceptación: 07/03/2021
Al dedicar mis esfuerzos á estas dos publicaciones de Mundial y Elegancias, tan hermosamente presentadas, son mis deseos que ellas sean un punto de encuentro de la mentalidad iberoamericana, con cuya buena voluntad he de contar en ambos continentes.
Rubén Darío, “Un Banquete de homenaje y de despedida” (1912)1
Los escritores modernistas hispanoamericanos expusieron un gran interés por las innovaciones en la técnica y en la reproducción masiva de discursos, sonidos e imágenes2. Contemporáneo al proceso de modernización global, Rubén Darío (1867-1916) dedicó parte de los últimos años de su vida profesional a materializar su fascinación por el uso de la fotografía y el incipiente crecimiento de la cultura cinematográfica, sin descuidar, por supuesto, sus tareas como cronista, poeta y diplomático. Los casos más notorios en esa dirección son, entre la vasta producción dariana, las colaboraciones que, como corresponsal desde Europa del diario porteño La Nación, publicó en la sección titulada “Films”3 y, sobre todo, su papel de dirección literaria de dos revistas culturales profusamente ilustradas, editadas en París.
La Sociedad de publicaciones en español comenzó a editar la revista quincenal Elegancias —que luego se vio forzada a modificar su periodicidad y editarse una vez por mes— y el magazine mensual Mundial, desde mayo de 1911 hasta agosto de 1914, en la ciudad de París. Si bien había diferencias en cuanto a la ejecución de los proyectos, las revistas gemelas alimentaban la propuesta editorial de insertar a Hispanoamérica en el centro de la metrópolis moderna y de acercarle al público hispanohablante las últimas novedades culturales en ambos lados del Atlántico. Por este motivo, es preciso recuperar las posturas críticas asumidas con respecto a la importancia que tuvo la fotografía para la dirección artística y literaria del magazine Elegancias (Gluzman; Torres“Rubén Darío: la fotografía…”), y se detiene especialmente en la consideración de un artículo publicado en uno de los últimos números: “El arte y la fotografía”, que trata sobre el incipiente medio técnico y lo posiciona como un objeto con valor artístico propio (Torres“Rubén Darío: la fotografía…”).
En las siguientes páginas, se indagan los posibles aportes de la puesta en valor de la fotografía como forma del arte en Elegancias, una revista ilustrada de moda femenina que se editó en París. En esa publicación periódica, la fotografía, además de ser ponderada por la dirección de la revista como un producto cultural complejo con valor estético propio4, es un vehículo fundamental para la inserción del público femenino hispanohablante en las nuevas tendencias metropolitanas y en el mercado. Por lo tanto, el gesto de legitimación de este medio como un objeto propio del gusto estético y con valor artístico, transmite los intereses comerciales de una publicación editada para el atractivo mercado hispanohablante en plena expansión.
El fin de siècle favoreció una intensa comunicación entre América Latina y diferentes regiones de Europa y América. Como parte de ese intercambio entre las dos costas del Atlántico, se generó un considerable número de publicaciones periódicas entre los últimos años del siglo XIX y el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Nos referimos a una serie de revistas y magazines editados en la capital francesa y destinados al lectorado de hispanoamericanos residentes en París, a los parisinos hispanohablantes y a los suscriptores rioplatenses y españoles5. En el caso de Elegancias, esto último se advierte en el hecho de que, en la contraportada del primer número, figura —entre otros datos editoriales— el costo de las suscripciones en París, Buenos Aires y España, respectivamente (sin contar los números exclusivos para las montevideanas). Además, se mencionan las empresas encargadas de distribuir los ejemplares en numerosos países de nuestro continente (Chile, Paraguay, Panamá, Venezuela, entre otras).
En este marco finisecular, y siguiendo el enfoque histórico-medial y cultural propuesto por Hanno Ehrlicher para el estudio de revistas y magazines del momento, consideramos que estas publicaciones periódicas articulan discursos de la modernización de las elites intelectuales y artísticas y, además, son testimonios elocuentes de los fundamentos materiales de esa modernización acelerada que se inició a fines del siglo XIX. En este sentido, recordemos que la revista se publicó en un momento coyuntural, caracterizado por la expansión del capital, el crecimiento de las conexiones, la circulación de la noticia y las comunicaciones globales (Osterhammel 90). La consolidación de los ideales de una cultura burguesa trajo consigo lo moderno y sus derivados —tecnología, progreso, novedades—, configurados sobre una raíz común: el fenómeno de la “unificación del mundo” (Hobsbawm 60).
Elegancias es un magazine que forma parte de un nutrido grupo de impresos de diálogo transatlántico, dirigido a las hispanohablantes de ambas orillas del Océano Atlántico, editado y publicado desde París, “la metrópolis que los avalaba como artistas de primer orden ante el mundo” (Pineda 108). Como consecuencia de esto, queda al descubierto el deseo editorial, no solo de responder a los requerimientos de una modernidad emergente, sino también de atender las demandas de incipientes públicos especializados, entre los que surgen las lectoras. Sin embargo, es preciso señalar que Elegancias fue parte de una iniciativa editorial mayor que se propuso contar con Rubén Darío en la dirección literaria, destacarse por su calidad material y editarse en París, cosmópolis del modernismo hispanoamericano. Tal como lo señala Alejandra Torres (“La conformación” 106), Mundial y Elegancias sucedieron —en prestigio y materialidad— al magazine Gustos y Gestos (1910-1911). Las publicaciones fueron solventadas por los tres conocidos editores propietarios: los uruguayos empresarios del libro, Alfredo y Armando Guido —Guido Fils—, y el fotógrafo y dibujante español, Leo Merelo, también responsable de la dirección artística de las revistas.
Con la propuesta editorial de estas publicaciones lujosas, los hermanos Guido contactaron —por recomendación de Alejandro Sux6— a Rubén Darío, una de las plumas más reconocidas del modernismo hispanoamericano. Darío, quien se encontraba en la capital francesa como corresponsal del diario porteño La Nación, se convirtió en director literario de Mundial y Elegancias. Así evocaba el nicaragüense la convocatoria a participar en Mundial —ya sobre el final de la autobiografía que publicó por entregas en la revista Caras y Caretas:
Llamado por el artista Leo Merelo para la fundación de la revista Mundial, entré luego en arreglos con los distinguidos negociantes señores Guido, y he consagrado mi nombre y parte de mi trabajo a esa empresa, confiando en la buena fe de esos activos hombres de capital. (La vida de Rubén Darío… 198)7
De ese modo, Rubén Darío ingresó a Mundial para desarrollar tareas de director literario y colaborador —así señalado entre las primeras páginas de cada número— sobre los diferentes temas abordados en el magazine cuyo subtítulo anunciaba “Arte, Ciencias, Historia, Teatro, Actualidades y Modas”. Lo mismo pasó, aunque apareciera nombrado director literario desde el número dieciséis en adelante, con la otra revista, cuya primera sede fue también el Boulevard des Capucines, 24: Elegancias. Como adelantamos, fue una revista ilustrada, artística, literaria, de modas y actualidades, con información general dedicada por entero al género femenino que, en los primeros doce números, tuvo una periodicidad quincenal y luego salió mensualmente. En la dedicatoria del primer número, los editores Leo Merelo, Alfredo y Armando Guido anunciaron sobre Elegancias que“será el exponente de la vida hispano americana en París y se ocupará de las mundanidades y de modas, de todo aquello, en fin, que se relacione con las bellas artes, la vida femenina y la sociedad” (Elegancias I 1). En esos momentos, las mujeres lectoras no eran una rareza, sino que contribuían al lectorado diversificado y creciente que consumía impresos de todo tipo. Ya eran frecuentes las lectoras de periódicos y semanarios, de magazines ilustrados o de revistas de moda que se imprimían solo para ellas y en los que colaboraban, además, asiduamente, como redactoras (Batticuore 28).
Elegancias, vio la luz el 1º de mayo de 1911, mientras que el número cuarenta y seis, el último, fue publicado en agosto de 1914. Por ese entonces, durante las primeras décadas del siglo XX, la prensa periódica había alcanzado un gran desarrollo y las publicaciones existentes ya contaban con reporteros, cronistas y fotógrafos. Debido al proceso de industrialización, iniciado en Europa, se implementó la experimentación con innovaciones técnicas como el grabado y la fotografía, que se incorporaron en las páginas de la prensa periódica de la mano de sus especialistas —grabadores, dibujantes—, cada vez con mayor frecuencia. Esto dio como resultado la conformación de un nuevo público lector, caracterizado por el creciente acostumbramiento de este tipo de textos icónicos. Desde fuera de Latinoamérica, estas publicaciones periódicas —y la prensa como institución en general— habían comenzado a ocupar un espacio discursivo privilegiado, desde el cual apelaron a la unidad y construcción de la identidad propia —“iberoamericana”, en palabras del nicaragüense—, y se inscribieron en el centro de la modernidad.
Ya en su concepción, Elegancias supuso la incorporación de un gran número de imágenes que se materializaron en la sintaxis de un magazine profusamente ilustrado. Y, en este sentido, el primer detalle que llama la atención es el hecho de que se presente como una “revista ilustrada”, lo que le confiere desde lo discursivo y lo material un sitio destacado a la imagen, específicamente a la fotografía, la reina del magazine. Elegancias, además de disponer de la prestigiosa dirección literaria y de las contribuciones del mismo Darío, contó con artículos, poemas, cuentos y crónicas de reconocidos autores del modernismo hispánico, como los enviados por Juan Ramón Jiménez, Amado Nervo y Enrique Gómez Carrillo —muchos de ellos conocidos y amigos de Darío.
La inversión editorial en un formato lujoso, extendido a los aspectos “tipográficos y artísticos” (Merbilhaá 102), dio como resultado una revista de edición lujosa con gran variedad de recursos visuales: fotografías, ilustraciones en blanco y negro y a color, reproducciones fotográficas de pinturas y dibujos. El afán por constituir “el doble locus de enunciación del magazine, parisino y latinoamericano” (Merbilhaá 101) y por dar a conocer al público femenino hispanohablante los temas de moda y actualidad se vieron reforzados por el marcado interés puesto en la fotografía, una herramienta cuya difusión fue relativamente rápida, cada vez más portátil y de mayor acceso.
La fotografía, entonces, fue uno de los aspectos más cuidados y presentes en ese magazine ilustrado. Por esta razón, es interesante recuperar la crónica que Javier Bueno publicó en el número quince de Mundial, en la que relata en primera persona las peripecias del viaje publicitario Mundial y Elegancias:
Todas las fotografías que llegan aquí, bien en revistas, en libros o sueltas se guardan y se catalogan. Así, por ejemplo, si su majestad, en un momento cualquiera, quiere conocer o recordar a Rubén Darío, envía un recado y al instante podemos darle su retrato. De seguro que encontramos a Darío. En un cofre de madera, en donde por orden alfabético están ordenados unos cartones, encontramos uno que en efecto dice: Rubén Darío. ‘Mundial’, ‘Elegancias’ (“El viaje de Mundial”. (Mundial XV 253)
Evidentemente, el uso de la fotografía era muy valorado en la época, como lo expresa Bueno en su relato sobre el encuentro de la tripulación de Elegancias con El Conde de las Navas, en la biblioteca del rey de España. El cofre de madera sintetiza, en la voz de Bueno, el fichero de fotografías como otra dimensión de la prensa y la escritura —conserva, aún, el rótulo de las revistas— susceptible de clasificación, posiblemente por dos cuestiones: el volumen de imágenes disponibles en las páginas del magazine y el creciente valor asignado a los textos icónicos. Esta convergencia entre visualidad y escritura hizo posible que la imagen gradualmente adquiera mayor protagonismo —en gran medida, producto de las transformaciones culturales antes mencionadas— y que la difusión de nuevas tecnologías permitiera ampliar el horizonte de posibilidades dentro del ámbito gráfico.
“El arte y la fotografía” es un brevísimo artículo que integra el número cuarenta y dos de la revista Elegancias, publicado en abril de 1914 —ya sobre el ocaso de este emprendimiento editorial que concluyó con el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial. El texto comparte su ‘contexto de publicación’8 con una fotografía: el retrato de una niña que posa recostada sobre un puente y toma, con actitud risueña, una caña de pescar. Una pequeña inscripción sobre el margen inferior izquierdo adjudica la fotografía a “Talbot” (entendemos que se trata del Estudio fotográfico Talbot, ubicado a unos pasos de la imprenta de Elegancias, en rue de Royale, 25, en París).
La autoría del texto en “El arte y la fotografía”, por su parte, no está explícita como en el caso de la fotografía. Si bien no figura el nombre ni las iniciales de Rubén Darío, es decir, no aparece una firma editorial como sucede en la gran mayoría de sus textos publicados en prensa, Alejandra Torres le adjudica el escrito al nicaragüense. La especialista reconoce la “impronta” “dariana”, en tanto que, en sus propias palabras, “sigue la línea trazada por el autor en relación a la concepción de la fotografía” (“Rubén Darío: la fotografía…” 98) en dos cuentos publicados con anterioridad. Podríamos agregar además que, para ese entonces, Rubén Darío figuraba como director literario de Elegancias, en la tapa de la revista, desde el decimosexto número, en febrero de 1912, de manera que es posible aventurar que este es otro de los textos escritos por el director, pese a que no cuente con su signatura. Otra posible razón que podría alegarse es que los números de Elegancias recibían trabajos de diferentes fotógrafos y casas fotográficas —como, por ejemplo, Félix y Talma—, por lo que es factible que la decisión editorial fuese no colocar la firma de Darío para no sesgar el criterio ni hacer explícita la preferencia por los estudios Talbot (Torres “Rubén Darío: la fotografía…” 103).
El artículo en cuestión discute la fotografía como medio técnico y pondera sus cualidades en la contemporaneidad, a comienzos del siglo XX. En este sentido, resulta interesante —y novedoso— que el autor de ese texto breve discuta allí lo que, años más tarde, Roland Barthes señalaría sobre la fotografía: la importancia de la imagen no radica únicamente en su tarea de ‘acompañar’ las palabras (12). Si bien suelen aparecer junto a diferentes formatos de textos y anotaciones —sobre todo aquellas publicadas en la prensa—, las fotografías exigen, al decir de Barthes, una estructura propia de análisis que, al momento de suscitarse la discusión en la revista Elegancias, resultaba prácticamente desconocida.
Las primeras líneas elaboran una discusión etimológica y estética sobre qué es el arte y aquello que le concede estatuto artístico a una ‘obra de arte’ —nada menos que en la voz de quien en ese momento, para muchos, empuñaba la pluma más importante de las letras en lengua española:
La fotografía ¿es un arte? Indudablemente, pero no con el mismo derecho que la pintura, porque el esfuerzo del fotógrafo, por hábil que sea, no alcanzará nunca al de un Bonnat, Jacques Blanche, y tantos otros de los tiempos modernos, sin hablar de los antiguos. Con la punta de su pincel, un gran retratista, traza una figura y la anima, idealiza una fisonomía, y hace palpitar el alma. (Elegancias XLII 201. La cursiva es nuestra)
Si bien en el imaginario “dariano” la fotografía, a priori, no está a la altura de “un Bonnat” o un cuadro pintado por Jacques Blanche, algunos fotógrafos son verdaderos artistas. Precisamente, el caso de Talbot es el más emblemático y, por ese motivo, se dedica los siguientes párrafos del artículo a legitimar el valor artístico de los trabajos del fotógrafo:
En la primera fila hay que poner á Talbot, que posee este don creador, propio del artista. Nada encontraréis en él de convencional y de vulgar. Cada persona colocada frente á su objetivo tiene su fisonomía propia, viviente, su actitud natural, idealizada por la ciencia del hábil fotógrafo, que conoce todos los secretos de los movimientos armoniosos. (Elegancias XLII 201. La cursiva es nuestra)
El poeta-cronista nicaragüense pondera, como resulta evidente, el estatuto artístico del retrato fotográfico en el disparo de Talbot, y encuentra vasos comunicantes que posicionan la fotografía en diálogo con la pintura. En el texto, se valora la fotografía como arte y se traspasa el concepto de ‘arte bello’ de un medio a otro —de la pintura a la fotografía—, a partir de la idea de que Talbot logra captar ‘algo más’ en una foto, aquello que excede la captura más tradicional del medio técnico. La alusión al arte del retrato en la pintura, y a dos grandes retratistas franceses, cede el espacio para comenzar a discutir el arte de los retratos de Talbot, como el de la niña de la foto que encabeza el artículo.
Pocos años después de la publicación de este artículo, en 1931, Walter Benjamin escribe “Breve historia de la fotografía”. En ese ensayo, reflexiona acerca de las relaciones entre arte y fotografía y reconoce, en ellas, una tensión similar a la discutida en el artículo de Elegancias. Para Benjamin, el concepto mismo del medio técnico es inseparable de la polémica histórica que suscitó su invención, un acontecimiento cuya aparición supuso cierta ruptura para el arte. La disyuntiva planteada por Benjamin a los lectores del siglo XX enfatiza en la novedad histórica que representa la fotografía y, como consecuencia, la reproductibilidad y su impacto en la obra de arte. Con ese objetivo, propone correrse de la discusión acerca de si es un arte o no lo es, para reflexionar acerca de si el arte se puede o no hacer con este nuevo medio técnico. La fotografía debe examinarse, en adelante, a partir de la propia relación del retratista con la técnica, precisamente porque él es quien puede darle a sus producciones “valor mágico” (Benjamin 87).
Por su parte, el escritor y crítico belga Philippe Dubois traza en su libro El acto fotográfico (1986)un recorrido que va desde la representación hacia la recepción de la fotografía, tal como lo enuncia en el subtítulo de su volumen. El autor señala que se trata de una “imagen-acto”, porque involucra el acto de producción y, a la vez, es inseparable del acto de recepción y contemplación. Entonces, se aprecia el acto fotográfico y, en consecuencia, su producto, en palabras de Dubois, como un medio mecánico, óptico-químico, pretendidamente objetivo, del que con frecuencia se ha dicho, en el plano filosófico, que se realiza “en ausencia del hombre”, implica de hecho ontológicamente la cuestión del sujeto, y más específicamente del sujeto en marcha.(11-12. En cursiva en el original)
La definición de Dubois de la fotografía como “imagen-acto” contribuye a la discusión del artículo que analizamos porque, como se observa en el texto atribuido a Darío, en Elegancias la fotografía de Talbotcumple dos funciones claves: constituye, fundamentalmente por el uso de la fotografía, el “programa estético del magazine” y, a la vez, posee “su fisonomía propia, viviente” (Torres “El uso de la fotografía…” 19). No obstante, no es la primera vez que leemos el nombre de ese fotógrafo. El número de colaboraciones de Talbot en esta revista ilustrada es otra prueba del reconocimiento del valor artístico de su obra, con la diferencia de que en “El arte y la fotografía” es la primera vez que se lo propone como un tema a discutir. La cantidad de trabajos de Talbot recuperados en diferentes ‘contextos editoriales’ (Louis 35) y con distintos propósitos es muy significativa por su repetición: quizás el detalle más saliente sea que, desde su primera aparición en la publicación de diciembre de 1911, no hay números posteriores sin trabajos de esa casa fotográfica.
En el primer apartado de Lo obvio y lo obtuso, Roland Barthes analiza lo que él denomina “La escritura de lo visible” (9). El semiólogo explica allí que la fotografía de prensa es en sí un mensaje (12) que requiere una fuente emisora, constituida por el grupo de técnicos que integra la redacción del periódico y que son los encargados de tomar las instantáneas, seleccionarlas, colocar un epígrafe y comentarlas. En este sentido, teniendo conocimiento de que el artículo que analizamos fue adjudicado a Rubén Darío, y dada la materia que aborda, podríamos aventurar que muy posiblemente fuera él quien tomó la decisión de incorporar el trabajo de Talbot, autor sobre el que versa el texto. Conocemos además que, cuando se publicaron las revistas, el equipo editorial no contaba con un contratado —como sí lo tuvieron posteriormente otras publicaciones periódicas—, sino que compraban las imágenes a las casas dedicadas a tal fin —por lo general, las mismas tres— o directamente a los retratistas.
La fotografía de moda ha evolucionado desde su creación, de acuerdo con los desarrollos técnicos en la impresión y los usos (aquellas dedicadas a la prensa o como obra de arte independiente). Por eso es preciso señalar que, si bien en números anteriores de Elegancias hubo contribuciones de ese estudio, es interesante que fuera seleccionado para este texto en particular porque, desde nuestra perspectiva, además de discutir el sentido artístico del medio técnico, el artículo reconoce específicamente a Talbot, la firma que más se repite en Elegancias,como un artista de la lente.
En la París de Elegancias eran pocos los estudios fotográficos de moda y, de los más famosos, la mayoría había publicado en la revista: Boissonnas y Taponier, Reutlinger, Félix y, por supuesto, Talbot. Las casas de moda más “elegantes”del momento exhibían modelos vestidos con sombreros, trajes e indumentaria, algunas firmadas directamente sobre la imagen, otras con un epígrafe que reconocía al autor de la fotografía. En este sentido, señalamos el flagrante gesto por parte de la dirección de la revista en publicar lo que a nuestros ojos es una declaración sobre la fotografía del arte, pero, sobre todo, una forma de publicitar a una de las tres casas fotográficas más conocidas en la París de la preguerra.
El segundo elemento que reconoce Barthes, al considerar la fotografía como un mensaje, es el receptor: el público lector de esa revista. En este caso, se trata de un público de habla hispana, como se ha mencionado, que mayormente accedía a la revista en su lugar de origen, París, o con la posibilidad de acceso a las ediciones especiales dirigidas al lectorado rioplatense.
El semiólogo francés se detiene, por último, en el canal de transmisión. Para ello, define la propia revista como un entramado que compromete un complejo de mensajes concurrentes que tienen a la fotografía como centro, pero cuyo entorno está constituido por el texto, el titular, el pie de foto, la compaginación y, también, de un modo más abstracto, pero no menos «informativo», la misma denominación del periódico (puesto que su nombre constituye un saber que puede pesar muchísimo en la lectura del mensaje propiamente dicho). (11)
Anteriormente señalamos que en la revista ilustrada aparece el nombre de Talbot, en diferentes contextos editoriales. Por ejemplo: al pie de la fotografía que es tapa de revista en los números veintisiete y cuarenta y seis, en fotografías grupales de eventos sociales, en retratos de señoritas de la aristocracia hispanoamericana o francesa de la época y, con motivos más publicitarios, se le atribuyen también otras fotografías de accesorios de vestimenta femenina, únicamente de los objetos o de mujeres posando con ellos. Si seguimos la lectura que ofrece Barthes, es importante considerar que el acompañamiento de fotografías se propuso como una herramienta fundamental para captar la atención de sus lectoras urbanas, acostumbradas al ritmo contingente y siempre renovado de las ciudades en transformación. Por esta razón, no sorprende que la revista solicitara colaboraciones fotográficas y literarias que despertaran la curiosidad y fueran novedosas para su público. Además, la versatilidad que ofrecen los diferentes usos de la fotografía no atenta, necesariamente, contra la valoración artística del medio técnico, sino que la pondera, como sucede en “El arte y la fotografía”.
Para concluir, se podría afirmar que el proyecto editorial, encabezado por los hermanos Guido y el dibujante y fotógrafo Leo Merelo, se constituyó en el deseo de interesar a las lectoras de los dos lados del Atlántico —“Iberoamérica”, en las palabras de Darío que abrieron este trabajo. Por esta razón, la naturaleza del magazine, que se define como “ilustrado”, remite a la importancia que tuvo para Elegancias la presencia de las imágenes, entre las que se destaca la fotografía.
Es evidente, entonces, que, en los dos magazines cuyo director literario fue Rubén Darío, la imagen —y, muy en primer lugar, la fotografía— se ha ganado un lugar importante en el marco del propósito general del grupo editorial: comunicar París y España con Latinoamérica. Es preciso señalar que, sin contar las publicidades, todos los textos incorporados en Elegancias compartieron el contexto de publicación, en la distribución de la página, con una o más fotografías. En cada una de ellas, se despliega una variedad de recursos visuales –fotografía, dibujo, tipografía, caligrafía, diseño gráfico– que interactúan con el texto literario para privilegiar el sentido de la vista. El reconocimiento de la fotografía como otra manifestación del arte y los deseos de una publicación periódica de modas elegante por difundir las novedades sartoriales y promover las ventas (de la misma revista y de los productos de las casas parisinas) dan cuenta de un magazine que busca el diálogo entre el arte, la moda y la modernidad para difundirlo entre las lectoras hispanohablantes.
Referencias bibliográficas
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Notas
1Fragmento extraído del discurso que Rubén Darío ofreció, el 23 de abril de 1914, en la fiesta celebrada con motivo del inminente viaje de promoción de las dos revistas —encabezado por el poeta y cronista nicaragüense, el periodista y redactor Javier Bueno y Alfredo Guido—, a la que acudió “lo más selecto y lo más prestigioso del intelectualismo hispano-americano residente en París”. (Mundial Magazine, XIII, 70)
2 Adela Pineda aborda, en un reciente trabajo sobre Mundial, la relación de Rubén Darío con la tecnología como factor determinante en las relaciones de producción de bienes culturales, desde una lectura benjaminiana. Si bien los intereses y el público de las dos revistas dirigidas por Darío no fueron los mismos, creemos que es posible recuperar la propuesta de Pineda para reflexionar sobre Elegancias de igual manera.
3 Una selección de estas crónicas y de otros escritos dispersos publicados en periódicos y revistas de la época fue recogida en Todo al vuelo (1912), volumen antológico compilado bajo el criterio editorial de Rubén Darío y publicado en Madrid.
4 María Alejandra Torres aborda en sus estudios tempranamente, ya desde 2008, la dimensión artística de la fotografía en la obra de Rubén Darío, la atracción de los modernistas por los nuevos medios técnicos y la reproducción masiva de imágenes. Para ampliar sobre este abordaje, ver: Torres, “La Verónica modernista…” y Torres, “Rubén Darío: la fotografía…”.
5 En este punto, seguimos la investigación realizada por Margarita Merbilhaá (2014).
6 En “Rubén Darío visto por Alejandro Sux”, el escritor y periodista argentino relata cómo le propuso la dirección de la revista Mundial Magazine a Rubén Darío, una vez que él rechazó el ofrecimiento de Leo Merelo (Sux 303).
7 Si bien menciona únicamente a Mundial —porque de las dos revistas esta última fue la que le exigió más compromiso y dedicación—, fue el director artístico también de Elegancias.
8 Annick Louis propone la noción de ‘contexto’ como un abordaje productivo para el estudio de las revistas ilustradas. Define ‘contexto de publicación’ como los elementos que conviven en la misma página (escritos o iconográficos). Lo que más nos interesa de la propuesta de Louis es la consideración de la revista en su materialidad (35).