https://doi.org/10.19137/anclajes-2021-2522

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DOSSIER

 

La traducción y difusión de la literatura hispánica en la Italia fascista

Translation and Spread of Hispanic Litterature in Fascist Italy

A tradução e difusão da literatura hispânica na Itália fascista

 

Adele Pia Villani
Sapienza Università di Roma, Italia
adele.villani@uniroma1.it
Orcid: 0000-0001-6762-4393

 

Resumen: El objetivo principal del presente artículo es demostrar la existencia de un interés italiano hacia la cultura de las tierras de ultramar anterior a la explosión de los estudios sobre América Latina de los años 1960. En particular, se investigan las relaciones culturales entre Italia, España y los países hispanoamericanos en los años veinte y treinta, que pusieron en marcha un progresivo proceso de difusión y conocimiento de la cultura hispánica en Italia.  Dada la afinidad ideológica que existía entre Italia y España en la primera parte del gobierno de Benito Mussolini, este se esmeró en ofrecer toda la visibilidad posible a la literatura en lengua española. Aun así, el estudio se propone demostrar cómo, pese a las razones históricas que la impulsaron, la circulación de la producción editorial hispánoamericana en Italia se debió más a encuentros fortuitos entre editores italianos y españoles que a una clara línea política del régimen. Entre estos destaca el nombre de Mario Puccini, quien, por ejemplo, creó las circunstancias para difundir en Italia las obras de Blanco Fombona y Amado Nervo. De hecho, se hace hincapié en su actividad profesional para luego analizar cuál fue el punto de partida de los colaboradores del Instituto Cristoforo Colombo (1923-1935), el único ente gubernamental destinado a la promoción de la cultura hispánica en Italia.

Palabras clave: Fascismo; Política cultural; Literatura hispánica; Mario Puccini; Instituto Cristoforo Colombo.

Abstract: The main purpose of this paper is to demonstrate the existence of an Italian interest in Latin American culture under fascist dictatorship. Having given rise to an increasing dissemination of Hispanic culture in Italy, cultural relations between Italy, Spain, and Latin America in the 20s and 30s will be examined. During that period, there was a very strong ideological affinity between Italy and Spain, which explains why the Italian government promoted Spanish-language literature more than others did. Even so, studies show that the spread of Hispanic editorial production in Italy was probably due to accidental meetings between publishers and not to a clear governmental policy. As for Hispano-American literature, the name Mario Puccini stands out as one who helped make modernist writers (such as Rufino Blanco Fombona and Amado Nervo) known in Italy. Accordingly, the essay’s main objective is to focus on his professional activity in order to better understand which was the starting point for members of Cristoforo Colombo Institute (1923-1935), the only Italian government body responsible for the promotion of Hispanic culture.

Keywords: Fascism; Cultural policy; Hispanic literature; Mario Puccini; Cristoforo Colombo Institute.

Resumo: O principal objetivo do presente artigo é demonstrar a existência de um interesse italiano pela cultura das terras estrangeiras antes da explosão dos estudos sobre a América Latina dos anos 1960. Em particular, serão investigadas as relações culturais entre a Itália, a Espanha e os países hispano-americanos nas décadas de 1920 e 1930, que lançaram um processo progressivo de disseminação e conhecimento da cultura hispânica na Itália. Com a afinidade ideológica existente entre Itália e Espanha na primeira parte do governo de Benito Mussolini, este esmerou-se em oferecer toda a visibilidade possível à literatura de língua espanhola em sua península. Ainda assim, o estudo propõe demonstrar como, apesar das razões históricas que a impulsionaram, a circulação da produção editorial hispano-americana na Itália deveu-se mais a encontros fortuitos entre editores italianos e espanhois do que a uma clara linha política do regime. Entre outros, destaca-se o nome de Mario Puccini, que, por exemplo, criou as circunstâncias para difundir as obras de Rufino Blanco Fombone e Amado Nervo na Itália. Efetivamente, o artigo destaca sua atividade profissional para então entender melhor qual foi o ponto de partida dos colaboradores do Instituto Cristoforo Colombo (1923-1935), a única entidade governamental destinada, entre outras, à promoção da cultura hispánica na Itália.

Palavras-chave: Fascismo; Política cultural; Literatura hispânica; Mario Puccini; Instituto Cristoforo Colombo.

Fecha de recepción: 20/04/2020 / Fecha de aceptación: 10/11/2020  

 

Introducción

La relación entre Fascismo y editoría ha sido objeto de estudio de numerosas investigaciones, que han ahondado en las contradicciones e incoherencias de la acción censoria del régimen en tal sector1. A diferencia de otras formas de control cultural (se hace referencia, en particular, a la prensa), la censura literaria ha mostrado una evidente falta de unidad, debida ante todo a la ausencia de un órgano de vigilancia oficial hasta 1934. En efecto, antes de la creación del Ufficio stampa e propaganda (1934), el cual estableció un verdadero sistema de censura literaria (por supuesto, la coerción se intensificó aún más con la promulgación de las Leyes raciales en 1938), la elección de los textos aptos para la publicación dependía principalmente de factores económico-comerciales y de políticas editoriales individuales.
Tal discrepancia en la imposición de las medidas represivas por parte del gobierno fue determinada primariamente por exigencias políticas: de hecho, con el fin de no perjudicar la lealtad de los editores, cuyo apoyo resultaba fundamental para Benito Mussolini, este asumió una actitud más tolerante, que no obstaculizaba el incipiente dinamismo cultural del país (Sisto, s./p.).
Al principio, por tanto, fueron los mismos editores quienes se encargaron del proceso de evaluación de los libros, tanto italianos como extranjeros, cuyo mayor margen de libertad permite explicar la ingente importación de literatura que se registra en la primera década del gobierno de Mussolini, y de la que el régimen tomó conciencia solo en los años treinta (Cembali, s./p.)2.
Aunque tal apertura parezca bastante inusual para un sistema político totalitario, el éxito, y, el consecuente incremento de la producción intelectual extranjera, puede estar relacionado con el cambio progresivo en los gustos del público italiano, efecto de la reciente experiencia bélica. Según afirman dos de los más importantes editores de la época, Bemporad y Mondadori, la guerra había generado cierta curiosidad hacia las demás naciones y una atracción tan fuerte por la vida extra-ordinaria (descrita, por ejemplo, en las novelas de evasión) que la producción literaria nacional, todavía centrada más en los clásicos, no conseguía satisfacer (s./a., 41). Por lo que atañe a este ámbito, se señala que, a partir de los primeros años del 2000, el estudio de la historia de la traducción, con especial atención al llamado “Ventennio” fascista, ha sufrido un notable incremento gracias al trabajo de importantes investigadores: Ruth Ben-Ghiat, Mario Rubino, Valerio Ferme, Edoardo Esposito, Chris Rundle y otros3. En línea con sus investigaciones, el presente artículo aborda, desde una perspectiva histórico-literaria, el tema de la traducción y difusión de la literatura de lengua española en la Italia fascista, con un enfoque particular en las obras procedentes de Hispanoamérica, especialmente las de Amado Nervo y Rufino Blanco Fombona.
Con respecto a la metodología, destaca el imprescindible trabajo de reconstrucción histórica, posible gracias a la consulta del material inédito custodiado en el Archivo Histórico del Ministerio de Asuntos Exteriores (ASMAE) italiano y el Archivo General de Administración (AGA) en Alcalá de Henares. En concreto, la búsqueda ha permitido sacar a la luz, entre otras cosas, la existencia de un ente gubernamental responsable de las relaciones culturales entre Italia y los países ibéricos del Viejo y Nuevo Mundo: el Instituto Cristoforo Colombo (1923-1935), que fue el catalizador del interés italiano en lo hispánico. En cuanto a las fuentes éditas, en su mayoría la investigación se ha apoyado sobre las publicaciones del mismo Instituto y en la revista de la Associazione Editori e Librai Italiani (AELI).
Finalmente, cabe especificar que el trabajo no pretende centrarse en el análisis lingüístico-textual de las obras, sino que se propone ahondar en el contexto histórico-social que impulsó la circulación de la literatura hispanoamericana en Italia, al destacar la influencia determinante ejercida por los mediadores y traductores en su recepción por parte del público italiano. Con este objetivo, tras comentar los acontecimientos más significativos que alentaron las relaciones culturales entre las dos Penínsulas, como la fundación del ya mencionado Instituto, el estudio pone el acento en las redes de socialización creadas por los principales actores del mundo editorial de la época y subraya la actividad pionera de Mario Puccini y el aporte del hispanista italiano Piero Pillepich. De paso, además, se ilustra la cuestión de la clasificación de la producción intelectual española en los estudios estadísticos del período, que no distinguían entre la peninsular y la de ultramar, con las consecuentes dificultades que esto ha ocasionado para el presente estudio.

El acercamiento italiano a la cultura hispánica: breves referencias históricas

Un dato histórico de gran relevancia en el ámbito de los estudios sobre las relaciones culturales entre Italia e Hispanoamérica durante el Fascismo está representado por el hallazgo de textos pertenecientes a autores hispanoamericanos del valor de Fombona, Leopoldo Lugones, Nervo y Horacio Quiroga traducidos al italiano ya en los años veinte del siglo pasado. A continuación, trato de demostrar cómo este interés en la literatura de lengua española, un tema muy poco investigado, no fue en absoluto casual, sino que fue determinado por razones históricas y sociales sobre las que se precisa llamar la atención (Even-Zohar 12).
Al respecto, es de notar que el golpe de estado español, llevado a cabo en septiembre de 1923 por Primo de Rivera, marcó el comienzo de nuevas y más estrechas relaciones políticas entre España e Italia. Además de dar lugar a un acercamiento ideológico sin precedentes, la llegada al poder del general español fue providencial para Mussolini, ya que sentó las bases para una alianza estratégica, destinada a proteger sus intereses tanto en el Mediterráneo como en América Latina. No son objeto del presente artículo los objetivos hegemónicos del régimen fascista, sino la medida en la que estos afectaron la política cultural del gobierno y favorecieron la promoción de la cultura hispánica en Italia. Con este propósito, es imposible pasar por alto la intensa actividad de las editoriales italianas y españolas, que, con finalidades políticas, consiguieron mantener vivos los lazos entre la élite literaria italiana y la española a lo largo de casi dos décadas.
Antes de adentrarnos más en el análisis, hace falta, por último, precisar que España constituye un enlace obligatorio e ineludible a la hora de manejar un estudio sobre el estado de las relaciones culturales entre Italia e Hispanoamérica durante el Fascismo. Esto no solo porque muchos intelectuales de ultramar vivían en la Península Ibérica, sino también porque la frontera entre lo español y lo hispanoamericano se percibía desde Italia como muy débil y, en ese entonces, se solía hablar aproximadamente de cultura hispánica.
Tal y como se ha adelantado en las primeras líneas de este apartado, la nueva dirección de la política exterior fascista condicionó el mundo editorial italiano hasta llegar a convertir a sus intelectuales en promotores y, al mismo tiempo, embajadores de su proyecto de expansión en las tierras de ultramar4.
De hecho, ya a principios del siglo XX, tras el ascenso de la industria editorial italiana, era normal que cada editor pudiera contar con su propio equipo de colaboradores, los cuales muy a menudo viajaban de una Península a otra en busca de un editor interesado en promover sus publicaciones o, más en general, en dar a conocer la producción literaria italiana más reciente. Es este el caso del conocido hispanista Mario Puccini, cuya intensa y prolongada actividad de traductor y colaborador en revistas españolas hace de él uno de los más importantes mediadores culturales entre España e Italia.
 Más tarde, cuando las condiciones socio-económicas del país permitieron a Mussolini establecer definitivamente las prioridades políticas de su ejecutivo, los más ilustres hispanistas italianos desempeñaron un verdadero papel de intermediaros entre los dos gobiernos autoritarios. En su mayoría, se trataba de expertos de cultura hispánica que procedían del mundo académico y educativo italiano, entre los cuales cabe recordar a Arturo Farinelli, Elio Lusignoli, Piero Pillepich, Antonio Gasparetti y Carlo Boselli.
A excepción de Pillepich, los demás no se estudian aquí, ya que su campo de investigación se limitó a la literatura española5, sin embargo, no se puede desatender el hecho que todos formaban parte de la plantilla del Instituto Cristoforo Colombo, que, en aquel tiempo, representaba la más importante institución italiana gubernamental en materia de relaciones políticas, económicas y culturales con el mundo hispano-lusitano.
De hecho, hasta 1923, es decir, hasta que Mussolini decide fundar un ente público, financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, que coordina y da un carácter institucional a las actividades preexistentes relacionadas con el mundo hispánico, en Italia, solo existían realidades asociativas privadas, muy pequeñas, que perseguían el objetivo de promover la cultura italiana en el mundo hispánico y viceversa6.
Aun así, el análisis de la actividad del Instituto C. Colombo demuestra que, a menudo, existía un interés casi unívoco por parte de Italia en la difusión, por ejemplo, de la literatura de lengua española. Desde luego, esto no significa que no circularan libros italianos en España, sino solamente que, con toda probabilidad, los editores españoles recibieron menos presiones políticas en la impresión, lo que ya podría ofrecernos una primera explicación de la diferencia que existía entre el número de traducciones de libros italianos al español y el de textos de lengua española traducidos al italiano (s./a., 1931)7.
Asimismo, es oportuno recordar que esta condición de desequilibrio entre la exportación e importación de literatura, en la que se encontraba Italia durante el Fascismo, no se limitaba solo a España, sino más bien se refería a cualquier producción intelectual extranjera[8]. De hecho, conviene recordar que la publicación de literatura extranjera constituía una actividad mucho más rentable que la publicación de literatura nacional, puesto que, a menudo, las editoriales extranjeras se comprometían en financiar una parte de la edición. Por lo que atañe a la literatura de lengua española, no fue mera casualidad que la mayoría de las publicaciones se debieron a editores muy conocidos en Italia, como Treves, Mantegazza, Le Monnier y Fratelli Bocca, quienes integraban AELI (Associazione Editori e Librai Italiani, de 1929 en adelante Federazione Nazionale Fascista dell’Industria Editoriale). Aun así, algunas sociedades más pequeñas tuvieron la misma importancia que los grandes grupos editoriales: entre estas, cabe destacar el rol de la Editorial Carabba de Lanciano, en la que se señala la colaboración del ya citado Puccini.

Redes de socialización: Mario Puccini y las editoriales españolas

La experiencia editorial de Puccini es útil por dos razones: en primer lugar, porque ayuda en la comprensión de las dinámicas de los lazos entre editoriales españolas e italianas; en segundo lugar, porque su trabajo pionero favoreció el de los hispanistas que actuaron a lo largo del Fascismo. Con toda probabilidad, el hecho de ser editor (además de escritor) representó para Puccini una importante oportunidad de acceder a los entornos culturales más exclusivos de España.
El autor de Senigallia se acercó al mundo de la edición a principios del siglo XX, cuando decidió convertir la librería de su padre en una editorial, llamada Puccini & Figli Editori. Aunque la iniciativa constituyó un fracaso en términos económicos, resultó una experiencia fundamental para su futuro profesional. De hecho, en esos años, Puccini conoció a Papini y Lucini: este último fue quien convenció al neófito editor para dejar Ancona y dirigirse a Roma, Milán o Florencia, donde las principales editoriales italianas tenían sus sedes. Al parecer, la elección de mudarse fue acertada, ya que, tras quedarse un tiempo en Milán (donde fundó la Casa Editrice Lombardi), finalmente, Puccini empezó su colaboración con la editorial Urbis de Roma, donde se encargó de la colección “I migliori novellieri del mondo”. (Corrias 241) Esta colección adquiere una importancia notable en la presente investigación, ya que incluía en uno de sus volúmenes la primera traducción al italiano de algunos textos del poeta mexicano Amado Nervo. Se trata de una recopilación de novelas breves traducidas por Raimondo Catena y publicadas con el título de Anime che passano (1921). Sin duda alguna, fue gracias a la intervención de Puccini que pudo publicarse esa recopilación. Junto con ella, ese mismo año, salieron publicados casi veinte volúmenes pertenecientes a la misma Colección.
Tras algunos años, en 1925, la misma editorial Carabba publicó la traducción de Elvira Rezzo9, alumna del famoso hispanista Antonio Restori y estudiosa de poesía en la Academia de Bellas Artes de Genoa, del volumen de Nervo titulado Plenitud, cuyo primer título en italiano fue Vita completa. Esta misma recopilación de poemas volvió a ser traducida, en 1930, por Rodolfo Lozada, en un volumen que abarcaba también algunos poemas seleccionados de Sorella acqua, Serenidad, Elevación y Plenitud y La Amada Inmóvil. El aspecto más llamativo de esta segunda edición es que la publicación se realizó sólo gracias al Instituto C. Colombo, como el mismo traductor afirma en su prólogo al libro (s/p.).
Además, en el prólogo, tras remarcar una y otra vez el lazo espiritual que unía a Italia con México, el autor reconstruye la trayectoria poética del escritor mexicano, haciendo hincapié en su estilo simple y llano, pero con el que aborda cuestiones trascendentales.
Ho sotto gli occhi un esemplare rarissimo della Storia Antica del Messico dell’abate messicano Don Francisco Saverio Clavigero […] Nelle ultime pagine […] si trova una “lista dei signori associati alla storia antica del Messico”, che comprende i nomi di parecchie personalità di Cesena, Bologna, Roma, Cremona, Ferrara, Mantova, ecc. In quel tempo vi erano dunque in Italia numerosi studiosi di questioni messicane; ma poiché l’interessamento anche per cose d’importanza è labile […] fino a pochi anni fa […] del Messico si aveva un’idea molto vaga. […] si sapeva soltanto che è un paese dove abbondano petrolio e rivoluzioni; […] però non di rado mi capitava di parlare del mio Paese […] e allora osservavo sempre un grande desiderio di notizie; […] Questo […] generò in me il desiderio di prepararmi a collaborare […] alla buona opera di far conoscere la mia patria di nascita, a quella che era già diventata la mia seconda patria per amore (Lozada, s.p.).
S’impose subito col suo ingegno, riuscendo a fare dei versi finemente torniti e di modulazioni incantevoli, che son modelli di versificazione perfetta; […] ogni tanto abbandonava le ampollosità e le orpellature retoriche, per dire a tutti i suoi fratelli, in linguaggio semplice e piano, in prosa o in poesia, cose buone, cose dolci e profonde […] (Lozada, s.p.).
De todos modos, sin querer disminuir el prestigio del libro de Lozada, es preciso especificar que las traducciones de algunos de esos poemas, en realidad, ya circulaban en Italia, y el mismo Lozada lo afirma en el ya citado prólogo de su libro. En efecto, en 1927, el eslavista y estudioso de religiones, Enrico Pappacena, había dedicado a algunos de esos poemas un número de su revista I nostri quaderni. El periódico, que se publicó de 1924 a 1929 justo en Lanciano, solía ocuparse de promover en sus páginas la literatura internacional en Italia.
Con el mismo fin de transmitir cuál fue la recepción en Italia del poeta mexicano a partir de los textos que circulaban, es interesante comparar la descripción de Nervo realizada por Lozada, en 1930, con la que Rufino Blanco Fombona propuso en su libro sobre los escritores modernistas El modernismo y los poetas modernistas (1929)10, cuya percepción parece coincidir con la del intelectual mexicano:

procura Amado Nervo prescindir de todo follaje retórico y decir la mayor cantidad de cosas en las menos palabras posibles. Además, decirlo del modo más llano y asequible. De ahí una facilidad dificilísima que lo caracteriza. Una que parece espontaneidad y es arte supremo: el arte de ser artista sin esfuerzo, sin que el vulgo se percate. Apenas desfloran nuestros labios la copa de bordes dulces, ya el veneno del encanto nos ha mordido las entrañas. Quedamos emponzonados, sin saberlo (254).

A sabiendas, la lectura de la revista Colombo (junio 1926 – abril 1931)11, órgano de prensa del ya mencionado Instituto C. Colombo, ha revelado que todo el material literario disponible fue hábilmente instrumentalizado por el régimen, así que muchos escritores pudieron recobrar (o conquistar) su autoridad intelectual: entre ellos se encuentra el ya mencionado Nervo, cuyo valor literario Puccini tuvo el mérito de reconocer y luego difundir en Italia.
Por otra parte, el origen de sus relaciones con el mundo hispánico se remonta a cuando el editor se hizo amigo de Unamuno, hecho que le permitió conocer a José Ruiz Castillo, fundador de la editorial Biblioteca Nueva (1916) de Madrid. De ahí en adelante, Puccini se abrió paso dentro de otras editoriales, como la Editorial Sempere de Valencia y la Editorial América, donde, por cierto, tuvo la oportunidad de conocer a su amigo Blanco Fombona. Además, al ser muy amigo del escritor venezolano, es impensable que Puccini no conociera también la editorial con la que este solía publicar sus obras (antes de fundar su propia editorial), es decir, la Editorial Mundo Latino, que luego forma parte de la más famosa Editorial Renacimiento de Madrid, fundada por Antonio Goicoechea y Rafael Altamira. Ambos fueron interlocutores, y no es una coincidencia, de la revista Colombo.
Asimismo, al hablar de Puccini y de su mediación cultural entre Italia y España, tampoco se puede pasar por alto su colaboración con la revista española La Pluma, dirigida por Manuel Azaña y Cipriano Rivas Cherif, en la que escribió una reseña sobre literatura italiana contemporánea, cuyo título era: “Letras italianas”.
Antes que nada, la consulta de algunos números del periódico nos permite conocer quienes eran sus colaboradores fijos y, tras leer sus nombres, afirmar que la experiencia debió servirle a Puccini para ampliar su red de contactos con el mundo literario hispánico. Por ejemplo, además de Cansino-Assens, traductor de algunas de sus obras, en la redacción trabajaba el poeta y crítico literario español Guillermo de Torre, fundador, junto con el intelectual Ernesto Giménez Caballero de La Gaceta Literaria en 1927. Es curioso observar que ambos eran colaboradores, al mismo tiempo, de la Revista de las Españas12, órgano de prensa de la Unión Iberoamericana, es decir, el homólogo español del Instituto C. Colombo.
En particular, en la redacción del periódico ellos se ocupaban de la sección de reseñas: la primera, “Revista literaria americana”, sobre libros hispanoamericanos (a cargo de Guillermo de Torre, luego reemplazado por Benjamín Jarnés, del número 17-18 de 1928, y este por Francisco Carmona Nanclares del 48-49 de 1930), la segunda, “Revista literaria ibérica” (luego “Revista literaria española”, a cargo de Giménez), sobre publicaciones españolas o extranjeras traducidas al español. Entre estas, de vez en cuando, figuraban algunos textos de autores italianos, como por ejemplo L’Europa vivente (1923), por Curzio Malaparte, cuyo prólogo y traducción se deben al mismo Giménez Caballero, o Mussolini et le Fascism (1923)13, por el periodista Domenico Russo, traducido al español por Álvaro Gil (lamentablemente, no se han encontrado datos biográficos sobre él)14.
Hubo otro autor español con el que Puccini entró en contacto: Luis Araquistáin, autor de las novelas Las columnas de Hércules (1921) y El archipiélago maravilloso (1923). Lo que cabe subrayar, con respecto a ese autor, es la traducción al italiano de su segunda obra, realizada por Pietro Pillepich15. Desafortunadamente, no se han encontrado informaciones biográficas relevantes sobre el hispanista italiano, aunque su consistente colaboración en la revista Colombo ha sido fundamental para comprender su centralidad en los estudios sobre la literatura de lengua española. Por lo visto, no debió ser famoso por su actividad traductora, cuyo único ejemplo está representado por la obra de Araquistáin, sino por su enorme conocimiento de los autores hispanos.
En el ámbito de la promoción de la literatura hispanoamericana en Italia, es oportuno también señalar el artículo monográfico y las reseñas sobre Fombona de Pillepich, sin olvidar nunca la importancia de Puccini, el cual de alguna manera creó un terreno fértil y sembró la semilla para que más tarde los colaboradores del Instituto C. Colombo pudieran mantener y expandir su círculo de relaciones personales y profesionales con España, y, por consiguiente, con Hispanoamérica.
Cuando Pillepich realizó su artículo para Colombo, en enero de 1928, en Italia ya circulaba bastante material crítico sobre el escritor venezolano y algunas de sus obras estaban disponibles incluso en italiano. De hecho, en 1926, Giulio De Medici había traducido la novela Il Conquistatore spagnolo del secolo XVI, cuyo prólogo fue escrito por Puccini:

Non si chiedano, a questo scrittore, la descrizione pacata e calcolata: quel gioco di tinte e mezze tinte che è il ‘pezzo di bravura’ dei moderni romanzieri […] l’opera in prosa di Blanco-Fombona è stata molto discussa e non solo in Ispagna; ma, secondo me, poche volte la critica s’è tanto vanamente scapricciata. Egli [..] ha bisogno di riscaldarsi scrivendo; perché, pur così ricco di cultura, egli è alla fine un autodidatta ed un sentimentale. […] questo libro […] ci fa conoscere un B.Fombona che non solo sa ben ragionare, ma anche coordinare con mente di storico, e metodo, i fatti più diversi e lontani (2).

Con toda probabilidad, para la edición de su artículo, Pillepich debió de haber leído también el texto crítico del mismo Fombona sobre el movimiento modernista, publicado por la Editorial Mundo Latino, así como Grandes escritores de América (1917) de la Editorial Renacimiento. Ambos libros, junto con Diario de mi vida (1929), que fue publicado por la Compañia Iberoamericana de Publicaciones16, en su primera página llevan una pequeña dedicatoria ológrafa para Puccini.
Además, con motivo de la publicación de la novela de Fombona La mitra en la mano (1927), la Revista de las Españas menciona un interesante estudio sobre el venezolano llevado a cabo, unos años antes, por el escritor francés Phileas Lebesgue. El intelectual publicó su investigación en las páginas de la Revue de l’Amérique Latine, revista oficial de la Asociacion Paris-Amérique Latine, un organismo con el que el Instituto C. Colombo y la Unión Iberoamericana solían comunicarse, ya que su estructura fue, con toda seguridad, el modelo a seguir.
De todas formas, huellas de la actividad de Fombona se encuentran por todos lados en Italia. Por ejemplo, en la Gaceta literaria del 15 de abril de 1927, en la sección “Las letras españolas en el extranjero”, se menciona un artículo del mismo Pillepich sobre el escritor modernista, publicado en la revista italiana La Lucerna de Genoa, donde salió también un artículo suyo sobre Wenceslao Fernández Flórez.
Además, Pillepich es también el autor de un artículo sobre el poeta mexicano Enrique González Martínez, publicado en La Gaceta Literaria del 15 de febrero de 1931. Una vez más, aparece un artículo sobre un poeta del que ya había hablado Fombona en su obra sobre el Modernismo (y que Pillepich demuestra conocer):

 rara vez se ha encontrado un poeta contemporáneo que conmoviese tanto como el mejicano Enrique González Martínez. […] Y una de las cosas que más le sorprendieron fué observar cómo tal poeta no parece gozar –ni aun entre los pueblos de habla española–el vasto renombre que su obra poética merecería. Hasta Blanco Fombona, que es un as del hispano-americanismo […] en un reciente volumen sobre el modernismo en la literatura de la América española, lo comenta en muy pocas palabras. González Martínez merece, en vez de esto, el título de grande entre los poetas hispano-americanos, por cuanto y acaso más que Rubén Darío, si la grandeza de un poeta se mide por la intensidad de emoción que hace penetrar […] La belleza de la poesía en González Martínez es de naturaleza diversa. […] íntimamente y profundamente subjetiva […] Simbolismo; ansia metafísica que no es, sin embargo, en perjuicio para el verso, para la expresión poética –como en otro gran poeta mejicano, en el Amado Nervo de la madurez poética o, mejor dicho, filosófica. […] Su lírica se ha agravado, además, con todo el acervo de tormentos e inquietudes espirituales propio de nuestro tiempo […] De aquí la más sincera garantía humana y contemporánea de esta lírica respecto a aquella de otros grandes poetas de América, del mismo Rubén Darío, o de Lugones […] tiene el enorme poder de transbordar su caudal emotivo en nuestro espíritu (15).

La literatura hispanoamericana en las revistas y antologías del “Ventennio”

Al querer destacar la centralidad de Puccini en la difusión de los autores hispanoamericanos en la Italia fascista, el presente estudio se ha centrado más en las figuras de Nervo y Fombona, sin embargo, no es de menor importancia el hallazgo de un corpus bastante heterogéneo de traducciones de obras pertenecientes a otros exponentes de la literatura hispanoamericana. Por lo que concierne a la traducción de obras de narrativa, se señala ante todo la traducción de El placer de sufrir y La muerte nueva de Hernández Catá, ambas traducidas por el ya citado Giulio De Medici, respectivamente en 1924 y 1925, con el prólogo de Mario Puccini y publicadas por las editoriales Modernissima y Delta.
Con respecto a la narrativa breve, en cambio, gracias a la revista de Giménez Caballero, ha sido posible rastrear la publicación, en enero de 1927, del cuento “Anaconda” (1921), escrito por Horacio Quiroga y traducido al italiano por el escritor italo-uruguayo Alberto Manzi (1865- s.d.). El texto se imprimió en dos partes en una de las más conocidas revistas literaria italianas, es decir, Nuova Antologia, edita en Florencia por Le Monnier. Manzi, experto en literatura infantil y teatro, fue el traductor también de dos cuentos, escritos por el mismo autor uruguayo y publicados en Italia por la citada Editoriale Carabba: “Il pappagallo spennato” e “L’ape fannullona” (1933)17.
En general, en las revistas los espacios dedicados a la literatura hispanoamericana resultaban bastante reducidos y sobre todo esporádicos. Como prueba de eso, cabe citar el famoso periódico L’Italia letteraria donde, en los números diecisiete y dieciocho de 1927, encontramos una traducción, por Sandro Piantanida, del cuento “Il segreto di don Giovanni” del autor modernista argentino Leopoldo Lugones. No obstante, hubo que esperar hasta 1932 para ver publicada en la revista otra obra hispanoamericana: un fragmento de la novela histórica La gloria de Don Ramiro por Enrique Larreta traducida por Camillo Brera. Más tarde, en 1935 y 1936, la revista publica dos cuentos de Arturo Lagorio, Cónsul de la Argentina en Nápoles que, en aquel entonces, trabajaba en la redacción de L’Italia letteraria: “La birreria della rosa” y “La maschera materna” (Palazzese 96-107). Básicamente, a lo largo de casi diez años, una de las revistas literarias italianas más conocidas publicó solo cuatro textos traducidos pertenecientes a la literatura hispanoamericana o, quizá, sería todavía más correcto decir a la literatura argentina.
 A las traducciones que acabamos de evidenciar, hay que añadir dos más: se trata de la obra Martín Fierro, cuya versión italiana fue publicada por el periodista Folco Testena, en 1930, y del libro Storia della civiltà argentina nelle fonti letterarie por Emilio De Matteis, traducido por el escritor Sandro Cassone en 1932 (Bellini 294).
En 1938, la revista bimestral de poesía Circoli, fundada por Adriano Grande en 1931, en Genoa, publicó la traducción, a cargo de Attilio Dabini, del cuento “Rapsodia dell’allegro malfattore” del argentino Eduardo Mallea y un artículo sobre Horacio Quiroga.
A todo eso, por último, hay que adjuntar un número bastante consistente de antologías, en su mayoría dedicadas a la literatura del Río de la Plata. El mismo Folco Testena, el principal mediador cultural entre Italia y Argentina de esa época y colaborador fructífero de la revista rioplatense Nosostros, publicó en 1927 Antologia della poesia argentina moderna, gracias a la editorial Alpes de Milán dirigida por Franco Ciarlantini, partidario, al igual que Testena, del régimen. Fue la primera antología publicada en Italia dedicada a la literatura de una nación hispanoamericana, cuya estructura se inspiró en Antología de la Poesía argentina (1926), publicada en Buenos Aires por Julio Noé y en la que había noventa y tres poesías. Entre sus poemas destacan las primeras versiones italianas de “Un patio” y “Calle desconocida” de Jorge Luis Borges, incluidas en Fervor de Buenos Aires (1923) (Gavagnin 71).
Está claro que la implicación de Testena en la política cultural del país se debió a que él representaba un elemento fundamental de la prensa italiana en la Argentina; de hecho, fue director de La Patria degli italiani, el periódico de los connacionales que vivían ahí y luego fue colaborador y director de Il Giornale d’Italia.
Algunos años más tarde, en 1931, Camillo Cardu, responsable de la agencia en Montevideo del diario Il Mattino d’Italia, publicó con la misma Editorial Alpes Poeti della terra orientale. Antologia di poeti uruguayani. El hecho de que algunas de esas antologías se publicaron gracias a una editorial declaradamente favorable al Fascismo demuestra, una vez más, que la actividad de promoción de la literatura hispánica recibió todo el apoyo del gobierno.
En el mismo año, salió publicada la primera antología dedicada a la poesía uruguaya, cuyo título es Tre poetesse dell’Uruguay por De Matteis. El texto se imprimió en ocasión del primer centenario de la República.
También en 1931, la editorial Bompiani publicó Risate argentine. Umoristi argentini moderni, una antología realizada por Raniero Nicolai y Carlo Boselli. Como ha sido adelantado, este último era uno de los más ilustres hispanistas italianos y, sobre todo, colaboraba con la revista del Instituto C. Colombo. El aspecto innovador de esta recopilación es la inclusión de los textos en prosa de trece autores hispanoamericanos nacidos entre 1844 y 1905. Por último, en 1937 la ya citada Editorial Carabba imprimió Il libro de la Pampa. Antologia di scrittori argentini, por Gherardo Marone (Melis 143-220).

Conclusiones

Como se ha demostrado, el canal a través del cual la literatura hispanoamericana llegaba a Italia era principalmente España, sobre todo en la primera década del gobierno de Mussolini. Es fácil de entender, por lo tanto, que esta situación debió ocasionar muchos problemas a la hora de cuantificar la importación de literatura española en Italia, la cual acabó inevitablemente por incorporar también a la procedente de Hispanoamérica. Esto impidió, entonces como ahora, calcular con plena exactitud el número de libros, traducidos o en idioma original, que circulaban en Italia, aunque afortunadamente una parte del material ha sido rastreado gracias al estudio del Instituto C. Colombo.
En cualquier caso, con respecto a las traducciones de autores hispanoamericanos, se puede afirmar que nunca alcanzaron cifras tan altas como para poder afirmar que las ambiciones expansionistas del régimen en las Repúblicas de ultramar condicionaron el mercado del libro italiano. Eso fue debido, en particular, a la falta de contactos directos con los autores.
El caso de la literatura española, en cambio, es diferente, dado que, por obvias razones que se remiten a una mayor disponibilidad de textos, a una constancia en las relaciones con los escritores y, desde luego, a una mayor consideración artística, esa tuvo mucha mayor difusión en Italia. Pese a esto, no consiguió salir de los ambientes escolares y literarios18.
De todas formas, cabe recordar que hubo también razones históricas que obstaculizaron el comercio de la literatura de lengua española en Italia. Ante todo, la crisis financiera de 1929 y el incremento del costo del papel, que desanimaron la producción y la compra de libros. En segundo lugar, la caída del gobierno de Primo de Rivera, un acontecimiento que desbarató de repente los planes de Mussolini e hizo volver su mirada hacia nuevos aliados.
En conclusión, se puede afirmar, entonces, que, desde un punto de vista político, el pacto de mutua promoción cultural entre Italia y España no cumplió las expectativas del gobierno italiano. No obstante, el fermento cultural dirigido hacia lo hispánico que se engendró en los entornos institucionales y que fue alimentado por la acción de las editoriales, a partir de la red de amistades creada por Puccini, representa un interesante ámbito de investigación para los estudios literarios.

 

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Notas

1 Véase, por ejemplo, G.Turi, Storia dell’editoria nell’Italia contemporanea. Florencia, Giunti Editore, 1997.

2 Al respecto, cabe mencionar la estadística realizada por el Instituto Italiano del Libro de Florencia, que ha registrado todas las publicaciones de 1930 en Italia: sobre un total de 11.940 textos, 760 eran nuevas ediciones, entre estas había 474 libros franceses, 239 ingleses, 109 alemanes y 103 en latín. También había traducciones del español, sin embargo, al no alcanzar estas un número consistente, el estudio las reúne en un grupo con las de otras nacionalidades.

3 Sobre el tema se señalan algunas publicaciones interesantes: E. Esposito. Con altra voce. La traduzione letteraria fra le due guerre (2018); C. Rundle: Publishing Translations in Fascist Italy (publicado en italiano, en 2019, con el título Il vizio dell’esterofilia) y Translation under Fascism (ambos de 2010); V. Ferme, Tradurre è tradire. La traduzione come sovversione culturale durante il Fascismo (2002); Ruth Ben-Ghiat, La cultura fascista (2000).

4 Sobre las lógicas de la circulación “sobrepoliticizada” de las traducciones, véase el artículo de Johan Heilbron y Gisèle Sapiro “La traduction littéraire, un objet sociologique” y él de Ioana Popa “Un trasfert litteraire politisé. Circuits de traduction des littératures d'Europe de l'Est en France, 1947-198” en AA.VV. Traductions: les échanges littéraires internationaux, vol.141, 2002, pp.3-5; pp.55-69.

5 Más informaciones sobre la actividad de los estudiosos mencionados se pueden encontrar en: A.Villani, Il ruolo dell’Istituto Cristoforo Colombo nel progetto di espansione economica, politica e culturale dell’Italia fascista in America Latina (2018), tesis doctoral no publicada.

6 Al comparar las finalidades estatutarias del Instituto Cristoforo Colombo, su organización y sus contactos con los exponentes de la diplomacia española y latinoamericana, se han observado elementos en común con el actual Instituto Italo-Latinoamericano (IILA). El ente se fundó en Italia en 1966, gracias a la intervención del Ministro de Asuntos Exteriores, Amintore Fanfani. Según la voluntad del gobierno de centroizquierda de Aldo Moro, quiso a toda costa la creación de un Instituto dedicado a estrechar los lazos económicos, políticos y culturales entre Italia y los gobiernos Centro y Sudamericanos, sobre todo, México. Por eso, se puede considerar al Instituto C. Colombo como su antecedente.

7 Pese a su menor interés, España también tenía sus propios mediadores culturales, entre ellos cabe destacar los nombres de Rafael Cansino-Assens, Cipriano Rivas Cherif, José Sánchez Rojas. Los tres tradujeron obras de Puccini en los años veinte: Dove è il peccato, traducido con el título de El Milagro (1923), Ruggine con el título Herrumbre (1924), Viva l’anarchia (1920) con el mismo título, La Vergine e la Mondana (1923), De D’Annunzio a Pirandello: figuras y corrientes de la literatura italiana de hoy (1927).

8 Con el fin de respaldar tal afirmación, es oportuno señalar que los derechos de autores para escritores extranjeros eran del 5%, contra el 15-20 % para los italianos (Sassoon, s./p.). Además, la consulta del Index Translationum (un estudio elaborado trimestralmente, a partir de 1932, por un tribunal de expertos del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual) ha evidenciado que, en los años 30, Italia era el país con el mayor número de traducciones en el mundo. Razón por la que, de ahí en adelante, el debate político italiano se centró más en el problema de la excesiva importación de textos extranjeros, hasta aquel entonces considerado marginal con respecto a la cuestión de la difusión de los libros italianos (en lengua original) fuera de las fronteras nacionales.

9 Elvira Rezzo de Henriksen, nacida en Buenos Aires en 1897, de padres italianos, era bilingüe y permaneció en su país de origen hasta los diecisiete años. Allí conoció a Miguel de Unamuno a través de la prensa y de sus libros. Luego, su familia regresó a Italia, instalándose en Rapallo, desde donde empezará su correspondencia con el poeta español, la cual terminará en 1924 (Castañeda, 161).

10 El libro, custodiado en el Fondo Puccini de la Biblioteca Angelo Monteverdi de la Universidad Sapienza de Roma, lleva en la primera página una breve dedicatoria escrita de puño y letra del autor para el amigo italiano, lo cual constituye una prueba de que, en 1929, Puccini ya conocía a Fombona e incluso un indicio de que el libro podría haber tenido cierta circulación hasta en los entornos literarios italianos. Si así fuera, es perfectamente verosímil imaginar que Lozada debió echar mano del monográfico sobre los escritores modernistas para la edición de su prólogo.

11 Se trata de una revista bimestral, dirigida por el hispanista italiano Luigi Bacci, quien era también Secretario General del Instituto C. Colombo. Abarcaba artículos económicos, políticos, literarios y artísticos. Pese a su estructura heterogénea, a partir de 1929, es decir, desde que la redacción decidió separar los estudios de carácter económico-comercial de los demás artículos, la sección cultural del periódico se incrementó y así las páginas dedicadas a la promoción de la literatura española e hispanoamericana. No obstante, no puede ser considerada una revista especializada.

12 El comité encargado de la revista contaba, entre otros, con Américo Castro, Eugenio d’Ors y Ramiro de Maeztu.

13 Russo fue un periodista italiano exiliado a París por el régimen, lo cual explica porqué su libro se publicó en francés. Aun así, al ser un volumen que trata sobre las relaciones entre Italia y Europa, además escrito por un italiano, la revista española ha considerado oportuno incluirlo en la breve lista. 

14 Por las razones indicadas al principio del presente artículo, la actividad de promoción de la literatura italiana por parte de la Revista de las Españas (junio 1926-marzo 1936) nunca alcanzó el tamaño de la emprendida por Colombo con respecto a la producción intelectual española. Pese a eso, entre sus artículos se ha detectado la existencia de un diálogo, contradictorio pero imprescindible en el marco político general, que al fin y al cabo cumplió con sus propósitos promocionales.

15 Pillepich es autor de la mayoría de los artículos monográficos sobre escritores hispanoamericanos que incluye la revista Colombo. Cabe destacar sus análisis sobre la trayectoria literaria de Manuel Gálvez, Julio Herrera y Reissig, Juana de Ibarbourou y María Alicia Domínguez, Jaime Torres Bodet. Su constancia en la publicación nos empuja a considerarlo como uno de los protagonistas de la actividad de mutua promoción literaria entre Italia, España e Hispanoamérica.

16 La CIAP fue fundada en noviembre de 1924 por Ignacio Bauer. En 1928, compró la editorial Mundo Latino y la editorial Renacimiento, lo cual explica por qué entre sus fundadores figuran también Antonio Goicoechea y Rafael Altamira. Además de libros, la editorial editaba revistas, por ejemplo, la ya citada La Gaceta Literaria y pudo contar con la colaboración exclusiva de autores importantes. Entre ellos, cabe recordar a Rubén Darío y la escritora española Concha Espina, cuya obra Altar Mayor fue traducida al italiano, en 1927, por el Instituto Cristoforo Colombo. A pesar de su enorme éxito, la CIAP quebró en 1931.

17 Alberto Manzi fue también el autor de la prefacción de la obra L’indovina por Hugo Wast, publicada en Mantua, Editoriale Buona stampa, en 1926.

18 En realidad, el interés del gobierno italiano en el mercado editorial español está confirmado también por la existencia de un acuerdo entre la Federazione Italiana Editori y la Cámara Oficial del Libro de Madrid, las cuales compartían material informativo sobre el estado de su producción literaria nacional a través de sus órganos bibliográficos. Con respecto a España, la revista Bibliografía Española comenzó a aparecer en mayo de 1901 y se publicó quincenalmente hasta 1923, cuando se convirtió en mensual y cambió su nombre en Bibliografía General Española e Hispano-Americana. Luego, en 1926, volvió a cambiar de nombre en Boletín de las Cámaras Oficiales del Libro de Madrid y Barcelona.