DOI: 10.19137/anclajes-2018-2229
RESEÑAS
En este volumen colectivo se exploran
las militancias radicales, en
especial aquellas de los sesenta y setenta
(algunas hegemónicas y otras marginales),
recuperadas y releídas a fines del siglo XX e
inicios del XXI, desde una geografía transatlántica
que focaliza en el Cono Sur (Argentina,
Chile, Uruguay) y en España (con
sus fronteras internas y sus desajustes temporales).
Este recorrido supone no sólo una
brecha temporal sino un cambio de paradigma
político e ideológico tanto en Europa
como en América Latina. A nivel global
el año 1989, con la caída del Muro de Berlín
y el fin de la Guerra Fría, cierra un contexto
sacudido por las extremas tensiones
entre los bloques socialista y capitalista, y
atravesado por revueltas y revoluciones. La
centralidad de la Revolución cubana arma
la agenda político-cultural latinoamericana
sesentista que, en el Cono Sur, se clausura
violentamente con las dictaduras de
los setenta. Los inicios de las democracias
en los ochenta y noventa trajeron consigo
un giro epistémico que dejaba atrás el
horizonte revolucionario para introducir
el paradigma de los derechos humanos, la
democracia y las demandas de la memoria.
El caso de España es peculiar ya que su
temporalidad está escandida por la Guerra
Civil (1936-1939), la dictadura de Franco
(1936-1975) y la compleja transición hacia
la democracia (iniciada en 1975): sólo
hacia finales del siglo XX España hace suya
las directrices de los derechos humanos y
de la memoria. La relectura o la reinscripción
de las militancias radicales de los sesenta
se efectúa recién a partir de mediados
de los noventa en el sur latinoamericano
(y más tarde en España) ya que el relato
de los derechos humanos eligió la figura de
la “víctima” (invisibilizando al militante)
para enjuiciar a los militares bajo el cargo
de “violación a los derechos humanos”.
En esas recuperaciones, sin embrago, no se
puede soslayar la fractura histórica y epistemológica
que estuvo acompañada por
los saberes deconstructivos, articulados
en torno a los “post”, que hincaban su ojo
en las macronarrativas y los relatos épicos.
Desde los noventa asistimos a las miradas
críticas sobre las militancias radicales, pero
también a las recuperaciones (reactualizadas)
de sus potentes legados, e incluso a
particulares momentos en que ambos discursos
(los imaginarios revolucionarios de
los sesenta y los derechos humanos de los
ochenta) coexisten, sin limar sus discrepancias,
en raros maridajes.
“Mitos y desmitificaciones” (Parte I)
perfila este doble itinerario –deconstructivo
y reactualizador– para interrogar los
vínculos entre el poder político y su afán
mitologizante en determinados escenarios
y recorrer las renovadas recuperaciones de
los imaginarios militantes. Estornés Zubizarreta
(“La militancia anti-franquista
vasca en la selva de los mitos”) explica los “mitos de operatividad política” construidos
para legitimar cierto poder inventando
una tradición inmemorial y gloriosa. Así,
los mitos de “Euskadi, pueblo en marcha” y “España versus Euskadi” característicos
del militante vasco antifranquista (presentes
en ETA) tergiversaron el lugar que el
País Vasco se atribuyó en el contexto de
la Guerra Civil Española, exasperando su
condición de “víctima”, de un “genocidio” contra el pueblo vasco, de una “España
contra Euskadi”, a contrapelo de los datos
de los documentos históricos. H. Larsen
Hansen (“Modos narrativos en la memoria
de los movimientos militantes”) traza
distinciones en el interior de España al
preguntarse por qué las narrativas sobre
los movimientos militantes antifranquistas
escasean en España, mientras en el País
Vasco tienen un notable desarrollo. La
transnacionalización del discurso del Holocausto
y el giro hacia los derechos humanos
por parte de la “izquierda cosmopolita”,
que privilegian a la “víctima” por sobre
la figura del “héroe” y debilitan lo político,
han provocado la proliferación de novelas
sobre la guerra civil y al franquismo. En la
literatura vasca, en cambio, la importancia
de ETA condujo al desarrollo de narrativas
sobre la militancia radical. A partir de tres
modos de rememorar el pasado conflictivo
(antagonístico, cosmopolita y agonístico), el
autor analiza un escaso corpus de novelas
españolas sobre la militancia antifranquista
que supone una ruptura con el patrón
narrativo “despolitizado” del Holocausto,
y explora el desarrollo de la abultada literatura
vasca sobre la militancia del ETA.
“Mitos, íconos y consignas de la militancia
revolucionaria en la narrativa argentina
del siglo XXI” de C. González y “Serán
ceniza mas tendrán sentido…” de R. Caplán
abordan las representaciones culturales
sobre la militancia radical en el Cono Sur.
González contextualiza fehacientemente el
lugar que ha ocupado este tema desde la
apertura democrática en Argentina: si en los
primeros años del gobierno de R. Alfonsín “los setenta” se silenciaron en una narrativa
humanitaria desde la cual se promovieron
los Juicios a las Juntas militares privilegiando
la figura de la “víctima”, es a mediados
de la década de los noventa cuando se inicia
la recuperación de los movimientos de
la izquierda revolucionaria desde otro locus
de enunciación caracterizado por la derrota
y la cesura epistemológica. Propone cuatro
modos de acercamiento a los setenta: el testimonio
de los militantes, la producción de
la generación de los hijos de los militantes,
el empleo de estrategias de distanciamiento
y autorreflexividad, y el uso de la parodia
para corroer los mitos e íconos de la imaginación
revolucionaria. Focalizando en esta
cuarta perspectiva, González aborda el análisis
en profundidad de Guerrilleros. Una salida
al mar para Bolivia (2007), de R. Mira
y Montoneros o la ballena blanca (2012), de
F. Lorenz desde las matrices genéricas de la
distopía y la ucronía, que ponen límites a
la ilusin de reconstruir los escenarios del
pasado y permiten explorar la presencia del
mito como motor de la acción revolucionaria
y generador de una subjetividad y una
lógica política. Caplán lee en las novelas del
uruguayo F. Buttazoni (1953) –El tigre y la
nieve (1986) y Las cenizas del cóndor (2014)– nuevos modos del relato permeados por el
tránsito de los setenta revolucionarios, que
giraron en torno a la militancia de los Tupamaros,
a los noventa de la democracia,
silenciados por la Ley de Caducidad de la
pretensión punitiva del Estado. Sus novelas
dejan de lado, en su relectura de los setenta,
las polaridades dominantes en plena Guerra
Fría y escapan a los maniqueísmos del momento,
para preferir cierta ambigüedad en
las posiciones políticas, los vínculos entre
víctimas y victimarios, entre prisioneras y
torturadores, las líneas porosas entre el Bien
y el Mal, el Héroe y el Traidor, la Víctima y
el Verdugo, los grises de la historia, las realidades
oximorónicas. Caplán visualiza en
las novelas de Butazzoni la apertura hacia
nuevas líneas en el trabajo de la memoria
en Uruguay, tanto frente a los “militantes
de la memoria” como a los “traficantes del
olvido”.
Arqueologías de la resistencia (Parte II)
se abre con un acontecimiento seminal de
las militancias radicales, las proyecciones
de Mayo del 68 como “revolución mundial” en el Cono Sur, diseñando en estas
conexiones un mapeo transatlántico. “Mayo del 68 en el Cono Sur de América
latina”, de S. Boisard, explica las diferencias
que este evento fue adquiriendo en los
disímiles contextos de Argentina, Chile y
Uruguay a partir de varias líneas significativas:
la politización de las universidades,
las luchas emprendidas por los estudiantes
y sus vínculos con los sectores obreros, los
procesos iniciados con la reforma universitaria
y las crisis en la educación superior,
la radicalización de la lucha armada en el
contexto de tensiones de la Guerra Fría y
el crecimiento del autoritarismo estatal. “La memoria de la militancia universitaria
en la narrativa española: una recuperación
progresiva”, de A. Florenchie, continúa
con el estudio sobre las militancias estudiantiles,
pero no ya en su auge durante
la década de los 60, sino en su apagón a lo
largo de la transición española, explicable
por el rechazo hacia el “comunismo” en la
agenda internacional y por la imagen negativa
del Partido Comunista en España.
A través de un variado corpus novelístico,
examina la invisibilidad de la militancia
estudiantil comunista y antifranquista durante
la transición española, y su reemergencia
a principios del siglo XXI con el
auge de las narrativas de la memoria. Por
otro lado, se recuperan militancias marginales,
que sólo recientemente logran
adquirir un lugar de reconocimiento, militancias “locales” más que “transatlánticas”,
como el caso del feminismo “demasiado
gallego” que retoma I. Touton en “Memoria
y legado de las militancias feministas de
la transición en la España post-15 M: algunas
pistas de reflexión”. Aun cuando fue,
para muchos, uno de los movimientos de
mayor envergadura durante la transición y
motor de cambios sustanciales, la militancia
feminista resultó encapsulada en una
suerte de alteridad que sólo le reconocía
su actuación en el espacio de las luchas
feministas peleando por “lo propio” y no
en la política más global y nacional. Estas
asimetrías iluminan el campo de la transición
española como una arena de lucha
entre las diversas memorias que pugnan
por ser reconocidas y muestran las tramas
de intereses, poderes, paradigmas no siempre
visibles que trabajan en este sistema de
inclusión y exclusión. Los artículos aquí reunidos acechan y desmontan la ingeniería
de la transición que, para Touton, fue
escrita con “traje y corbata”. Otra figura
de cierta marginalidad ha sido la del militante
obrero y anarquista Cipriano Mera
recuperado por A. Sarría Buil en “Las memorias
de Cipriano Mera, el ejercicio de
historiar una militancia política”. La autora
exhibe con precisión y complejidad los
procesos de construcción de la memoria
focalizando en esta figura ejemplar, cuya
historia ha sido escrita primero durante los
setenta y luego a comienzos del siglo XXI,
desplegando diversos “alcances políticos”.
Durante el gobierno de Franco escribir
sobre Mera constituía un “acto político” contra la dictadura, luego en la transición
su interés cae ante el debilitamiento y la
autocrítica de la acción sindical, en cambio
en los inicios del siglo XXI resurge con
los estudios sobre memoria. Estas idas y
vueltas muestran la posibilidad siempre
presente de reabrir los relatos sobre la Guerra
Civil y el franquismo para introducir
nuevas perspectivas, así como el legado de “potencial regenerativo” capaz de alimentar
nuevos movimientos sociales.
La Parte III (“Legados y filiaciones”)
reúne artículos sobre las segundas generaciones
e HIJOS de militantes revolucionarios
de Argentina y Chile, que permiten
ver las diversas elecciones que llevan a
cabo frente a la militancia de los padres
y ante las propias militancias en organismos
de derechos humanos (en especial en
H.I.J.O.S.), así como las renovaciones estéticas.
En “La dicotomía público/privado
en tela de juicio: dos obras sobre la militancia
de los setenta en el Cono sur”, I. Logie
explora las posiciones de E. Semán en
la novela autoficcional Soy un bravo piloto
de la nueva China (2011) y de M. Aguiló en el film El edificio de los chilenos (2010).
En ambos se advierte una posición de distancia
crítica sobre los proyectos revolucionarios
de sus padres, esgrimida desde
las pérdidas y los costos que esa militancia
ocasionó en el espacio familiar y en la vida
de los hijos. Advierte la impronta del “giro
subjetivo” en estas narrativas: el desplazamiento
de lo político hacia la intimidad y
el quiebre en la separación entre lo privado
y lo público. Los modos de construir
estos relatos responden a estos propósitos
al cruzar lo autobiográfico o autoficcional
con materiales de archivo. La memoria de
la militancia estudiantil en el Chile postdictatorial: Av. 10 de junio Huamachuco,
de Nona Fernández” de G. Fabry evalúa
el fuerte protagonismo que la militancia
de estudiantes del secundario tuvo en la
dictadura de Pinochet cuando iniciaron en
1983 una ofensiva contra un proyecto de
reforma educativa, que consistía en la municipalización
de la educación básica y media,
y en su conversión en un área regulada
por las leyes del mercado (medidas que
permanecen intactas en la democracia).
En cambio, los rebrotes de estas protestas
por la educación durante la transición hacia
la democracia (en 2006, 2008 y 2011)
adquirieron un carácter más desencantado
en un contexto de desmoronamiento del
impulso militante, cuando la democracia
se desinteresó de las políticas educativas y
apartó a los estudiantes del espacio político.
No obstante el legado se transmite y “la
militancia sigue” asegura Fabry. La autora
indaga estos cambios a partir del análisis
de algunas crónicas del libro Volver a los
17. Recuerdos de una generación en dictadura,
una antología editada por Ó. Contardo
en 2013, de la novela Av. 10 de junio
Huamachuco (2007), de N. Fernández y
del documental Actores secundarios (2004),
dirigido por P. Bustos y J. Leiva.
Erich Fisbach (“Los herederos de la
memoria: reconstrucción y deconstrucción
en la militancia de la Argentina de los
setenta) analiza las perspectivas cuestionadoras
de dos HIJAS de padres desaparecidos
tanto respecto a la militancia de
los progenitores como a la de H.I.J.O.S. Ángela Urondo Raboy esgrimió una crítica
a la militancia de los padres y una defensa
del derecho de toda generación joven a
objetar a los mayores y a buscar su propio
destino, lo que le ocasionó un fuerte rechazo
en el seno de la agrupación: “Y me
fui, eyectada”. Mariana Eva Pérez, por su
parte, también militó en H.I.J.O.S., pero
de un modo complejo y contradictorio.
En su libro Diario de una Princesa Montonera – 110 % Verdad (2012) se distancia,
con tono burlón y paródico, de los “hijis”,
combina el término “Princesa” con “Montonera” para mostrar sus diferencias con las
militancias de la primera generación (“La
Princesa está en las antípodas del fervor
Montonero pregonado por su padre”) y de
H.I.J.O.S. (“Ella es todo recato y pensamiento
crítico. Detesta El que no salta es
un militar”). En “Expansión de la militancia
argentina de los sesenta-setenta en el
siglo XXI: los hacedores de la memoria”,
L. H. Mullaly examina –desplegando un
recorrido abarcador y al mismo tiempo
focalizando en profundidad– las obras de
la cineasta A. Carri y de la escritora M. Dillon,
ambas hijas de desaparecidos, casadas
en 2010 tras la promulgación de la Ley de
matrimonio igualitario. Interesadas en bucear
en el pasado reciente y sin rechazar las
apuestas políticas setentistas de los padres,
ambas eligen buscar un modo propio de
articular una militancia acorde a sus intereses
y a los cambios de coyuntura histórica
que convocan nuevos desafíos, muchos
de los cuales fueron auspiciados por las
políticas de la memoria de los gobiernos
kirchneristas. Resulta novedoso el análisis
de Mullaly sobre el legado de las “madres” a estas hijas y los vínculos con las actuales
militancias femeninas de “Ni una menos”. “Pasaje de vida: memoria y representación
de la militancia de los padres, de C. Duperron
y L. Todeschini, aborda el film Pasaje
de vida (2015) de D. Corsini, un hijo de
montoneros exiliados en España, quien elige
ahondar en dos figuras del militante setentista
desde una estética hollywoodense.
Se trata de dos personajes diametralmente
opuestos: el proletariado con conciencia
de clase que llega a la militancia armada
por su lucha de sindicalista y la joven burguesa
que se proletariza dejando los estudios
para trabajar en la fábrica y luchar por
un proyecto revolucionario. Ante ambos
retratos, este film exhibe una mirada que
evita diabolizar al militante como convertirlo
en una figura mítica y heroica.
Teresa Basile
Instituto de Investigaciones en
Humanidades y Ciencias Sociales (IdICHS)
Universidad Nacional de La Plata
Argentina