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RESEÑAS CRÍTICAS
Invención de la nación en Borges y Marechal. Nacionalismo, liberalismo y populismo Blanco, Mariela Villa María, Córdoba, Eduvim, 2020, 243 páginas.
Como es sabido, en la Argentina de la década de 1920, los movimientos de vanguardia fueron diversos. La fórmula Boedo-Florida no hizo más que aplanar los abordajes críticos y generar un marcado contraste que dificultó la observación de las disparidades gestadas en el seno de estos grupos, de por sí heterogéneos. Sin lugar a dudas, dentro del movimiento martinfierrista, los nombres de Jorge Luis Borges y Leopoldo Marechal expresan una polaridad evidente que se irá acentuando con el correr de los años.
El libro de Mariela Blanco, Invención de la nación en Borges y Marechal. Nacionalismo, liberalismo y populismo, publicado por la Editorial de la Universidad de Villa María (Córdoba), en 2020, bucea en esa relación conflictiva, mejor dicho, en las tensiones de los proyectos literarios en los que ambos escritores se dedicaron a imaginar la nación. Blanco no sólo trabaja con el disenso, sino también con las afinidades que guardaron las propuestas de cada uno, sobre todo durante los años de la experiencia martinfierrista (1924-1927). En aquella época, ambos coincidían en la intención de inventar una nación, en respuesta al discurso nacionalista de años atrás.
La hipótesis central del libro –y así lo señala su autora– es que las divergencias entre Borges y Marechal se vinculan con los posicionamientos que adoptan en relación con la ideología nacionalista. Dice Blanco al respecto: “Este libro surgió de una inquietud que se convirtió en la pregunta que dio lugar a la investigación: ¿por qué Borges abandona tan abruptamente su programa criollista? Al mismo tiempo, ¿por qué el Adán Buenosayres retoma este proyecto colectivo de un grupo de poetas cuando ya está acabado? Intenté formular una respuesta hipotética para iniciar el proyecto de este libro, de manera un tanto nebulosa, como suele ocurrir en estos casos, pero estaba segura de que la respuesta iba por el lado de las apropiaciones y confrontaciones con las modulaciones del nacionalismo” (15).
El libro se divide en dos partes y la primera comienza con el análisis de los modos en que Borges y Marechal “inventan discursivamente la ‘patria’” en etapas tempranas de producción. A diferencia de los autores del nacionalismo –como Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas y Manuel Gálvez– Borges y Marechal propusieron un proyecto autónomo o independiente de cualquier tipo de condicionamiento social, afirma Blanco. En los primeros poemarios de Borges la patria imaginada es en realidad Buenos Aires. Blanco llama a esta manera de pensar la nación “modo sinecdótico”, puesto que la ciudad designa la patria. Borges crea una mitología que alimenta o define una imagen de patria, espacio simbólico hecho de experiencias y recuerdos personales, en la que el arrabal se sustrae del acelerado proceso modernizador.
Luego Blanco aborda el derrotero del autor de Adan Buenosayres, centrándose en las diferencias que establece con el proyecto borgeano. Se detiene en los modos en que Marechal construye los conceptos de pueblo y nación a partir de una producción literaria que se entrama con el discurso populista. La autora observa que, en sus primeros poemarios, tanto Marechal como Borges, hacen hincapié en las “posibilidades imaginarias” que permiten pensar la nación. Y para esto, ambos coinciden en construir sus programas estéticos a partir de la creación de mitos y leyendas. Según la autora, los dos toman como punto de referencia espacios reales que luego transforman mediante la imaginación.
Sobre el final de la primera parte del libro, se analizan las afinidades entre Borges y Marechal en relación con las representaciones de la patria-ciudad. Ambos construyen estos espacios simbólicos a partir de la tensión entre el pasado y el presente, pero también entre ciudad y campo o armonía y caos. Por eso, afirma la autora, los espacios fronterizos –el arrabal borgeano o el barrio de Saavedra del Adan– se constituyen en escenarios propicios para “construir atmósferas de ensueño (…) en donde se pincelan los contornos de una nación poetizada” (75).
La segunda parte del libro se abre con la indagación de la “tendencia alegorizante” presente en ambos autores, sobre todo luego de la experiencia vanguardista. Dicha tendencia consiste en un proceso de “desrealización y de representación alegórica” de los espacios. En la década del cuarenta, Borges se aleja del color local para utilizar un modo de referir más indirecto, alegórico, sostiene Blanco. Por su parte, Marechal en el Adán Buenosayres tambiénlleva a cabo un trabajo con lo simbólico que instala su novela en una dimensión alegórica.
Si en la primera parte del libro Blanco lleva a cabo sus indagaciones a partir de las afinidades entre los jóvenes Borges y Marechal, en este segmento llega entonces al punto en que los proyectos de ambos autores se separan: mientras el primero ensaya una idea de nación a partir de la defesa del individuo, el segundo piensa en un concepto de patria inclusiva y popular. En este sentido, Blanco se centrará en los modos en que Borges se distancia de todo tipo de nacionalismo mientras que Marechal enfoca su proyecto en las coordenadas de lo nacional y popular. Si bien ambos autores coinciden en la necesidad de poetizar/imaginar la ciudad/nación, Borges lo hace a partir de individuos que comparten un “pasado argentino” mientras que para Marechal ese espacio-idea es una entidad colectiva, anónima, y que no busca nada en lo pretérito, sino que está proyectada hacia el fututo.
Además de revisar las lecturas que Borges y Marechal hicieron del Martín Fierro de José Hernández, Blanco también vuelve sobre las polémicas en torno al idioma y a la identidad nacional, y desde allí aborda los posicionamientos de estos autores, cuestión que ya había tratado antes al abordar la necesidad que sintieron Borges y Marechal de crear una lengua que se diferenciara y distanciara del influjo inmigratorio.
Más adelante, Blanco se detiene en los modos en que Borges y Bioy parodian las lenguas populares, inmigratorias e hispanizantes por considerarlas espurias. Como contrapartida, proponen el “criollo viejo” de los escritores cultos del siglo XIX. La autora afirma que los relatos que escriben ambos reivindican el comportamiento individual por sobre “el afán homogeneizador que subyace detrás del colectivo pueblo” (150). Se trata de un claro enfrentamiento contra el nacionalismo cifrado en el peronismo, y contra el proyecto de Marechal, centrado “en crear y afianzar un sentimiento de comunidad-nación en donde el colectivo pueblo irá adquiriendo cada vez más protagonismo” (155).
Invención de la nación en Borges y Marechal. Nacionalismo, liberalismo y populismo se configura como un aporte valioso puesto que rompe con uno de los presupuestos que estaban muy instalados en la crítica: el enfrentamiento de Borges y Marechal tuvo una relación directa con los posicionamientos que cada uno de ellos asumieron en relación con el peronismo. Sin embargo, Blanco demuestra que las diferencias o los enfrentamientos son anteriores al advenimiento de Perón.
A partir del profundo y detenido análisis de los proyectos estéticos de estos escritores, Invención de la nación en Borges y Marechal retoma los temas nodales de la primera mitad del siglo XX. La vanguardia, el Martín Fierro, la inmigración, los debates en torno al idioma, nación y nacionalismo, y el peronismo son algunos de los tópicos que giran en torno a una propuesta que nos invita a repensar las afinidades y los desencuentros de estos dos autores.
Mariano Oliveto
Universidad Nacional de La Pampa
Facultad de Ciencias Humanas
Instituto de Investigaciones Literarias y Discursivas, IILyD
Argentina
ORCID: 0000-0002-6741-6137