DOI: 10.19137/anclajes-2017-2136
RESEÑAS
El más reciente libro de la académica e investigadora Elzbieta Sklodowska invita a reflexionar sobre lo que se ha consensuado en llamar el Período Especial, la etapa que se inició en Cuba en la década de los noventa luego de la caída de la Unión Soviética. La autora propone revisar este período de la historia cubana reciente, a través de las huellas que su paso ha dejado en el campo cultural. En la literatura, en las artes plásticas, en la música y en el registro audiovisual ha pervivido parte de la experiencia de los cubanos, poniendo a nuestra disposición otra forma de aproximarnos a este momento, más allá de los datos y números que otras investigaciones ya han entregado.
El Período Especial, tal como lo demuestra Sklodowska a lo largo de su libro, es una etapa de doble faz: de las carencias materiales por un lado, y de la inventiva resultante de la escasez, por otro. En buena parte de los estudios sobre este período el énfasis está puesto en lo primero; en la falta de combustible, de transporte, de comida, de insumos básicos y de un largo etcétera, así como en las medidas políticas que el gobierno tomó para hacer frente a la crisis económica de entonces. La autora de este libro ciertamente no prescinde de esto, pero profundiza en el revés de la carencia, en las múltiples iniciativas para hacerle frente. Los diversos discursos del pueblo cubano –los cotidianos y artísticos, los literarios y políticos– que emergieron en medio de las restricciones, convergen en un tópico común: el invento. La improvisación, que ha ido de la mano de la experiencia revolucionaria cubana, se exacerbó en este período como una marca de sobrevivencia material, simbólica y también emocional que es explorada por la autora.
Compuesto de seis capítulos, el libro comienza por introducir a los lectores en la discusión que rodea al Período Especial como etapa histórica. El origen de la crisis, las políticas implementadas para contenerla, los cambios en la distribución de los recursos, el impacto en el campo cultural y sobre todo la “excepcionalidad” de este período, así como sus límites temporales –es decir, si el Período Especial terminó o aún en el siglo XXI se sigue desarrollando–, son discutidos por su autora en el Capítulo I.
En lo que sigue del libro, Sklodowska profundiza en temáticas que atraviesan los diversos discursos analizados. La escritura es el foco del Capítulo II, en el cual se revisan obras, autores, circuitos de producción editorial y de difusión, además de una literatura que entra en tensión con el modelo testimonial de los años ochenta. Un aspecto en el que repara es lo que denomina “el lenguaje de la crisis”, es decir, el vocabulario que surge en esta época, redefiniendo significados o bien construyendo nuevas palabras para designar situaciones y vivencias antes desconocidas o diferentes, relativas sobre todo a las nuevas actividades económicas y regulaciones legales.
El Capítulo III gira en torno al hambre, un tema que configura un entramado discursivo transversal a los distintos espacios de la sociedad cubana. La falta de alimentos es tal vez la marca más profunda de los años más complejos del Período Especial, por lo que la preocupación por cómo administrar los víveres está presente desde los discursos del gobierno hasta los programas de televisión que enseñaban a cocinar a medida de las circunstancias. En el imaginario literario, la autora encuentra un vínculo emocional e histórico con las épocas pasadas, con la carestía de la época prerrevolucionaria e incluso con la hambruna del tiempo de las guerras de independencia que algunos evocan en la voz de sus antepasados. El siguiente capítulo, dedicado a las re-invenciones gastronómicas, va de la mano con el anterior. La cocina criolla es revisada en un marco histórico que trasciende esta época, a partir de conceptos como la escasez y el exceso, este último término muy asociado, además, a las metáforas en relación a la carne y el sexo que surgen en el Período Especial.
El Capítulo V está dedicado a los temas de género y al rol que las mujeres tuvieron durante la crisis. El espacio doméstico, tradicionalmente asignado a la mujer, es un ámbito en donde cotidianamente se experimentó la lucha por la sobrevivencia. La figura de la madre abnegada y de la mujer revolucionaria se vieron enfrentadas a la jinetera y al exotismo del turismo anclado en la mujer caribeña –especialmente afrodescendiente–, como estrategias de subsistencia que Sklodowska discute a partir de relatos, ficcionales y testimoniales, de mujeres.
El último capítulo lo dedica a la cultura material. El revés que sufre la producción local, sumado a la restrictiva disponibilidad de productos antes importados de la órbita soviética, propiciaron cuestionamientos al proyecto modernizador en su conjunto que la Cuba revolucionaria había llevado a cabo. La cultura del reciclaje, la reutilización y la desobediencia tecnológica son críticamente analizados, no desde la perspectiva de la modernidad tardía, sino desde la experiencia de un tipo de modernidad y los límites del modelo de sociedad implementado. El impacto del Período Especial en los espacios privados, en la familia, en el hogar, en las prácticas cotidianas, no sólo impulsó la creatividad técnica –adaptación de piezas para repuesto de máquinas, por ejemplo–, sino que puso en juego los tabúes de lo comible o incomible y tentó la trasgresión de los límites de la urbanidad y civilidad, con la imagen del puerco en la bañera como figura recurrente en los discursos de la época.
Poner el acento investigativo en la inventiva siempre conlleva el riesgo de la exotización, sobre todo cuando se mira desde afuera un proceso doloroso, que deja al descubierto contradicciones profundamente humanas. La rigurosidad de este estudio sin embargo no descuida este plano, y la autora explicita su lugar de enunciación. Por un lado, transparenta el pacto con nosotros, los lectores, respecto a su condición de extranjera, de observadora externa, posición que si bien reconoce tiene puntos ciegos, le permite el distanciamiento necesario para analizar procesos marcados por experiencias traumáticas. Por otro lado, trae a la reflexión las tensiones éticas que plantean las investigaciones sobre cualquier crisis social, exponiendo los diversos discursos, incluso contrapuestos, sobre un mismo tema. En este sentido, pone a disposición de los lectores una gran cantidad de material de estudio, de referencias e investigaciones específicas que han tratado distintos aspectos de esta etapa y que evidencian no sólo el enorme trabajo de archivo realizado, sino también la erudición de su análisis.
El tránsito por el Período Especial a través de la dinámica entre carencia e inventiva que propone este libro va revelando el trasfondo de un período que no es excepcional, sino más bien refundacional de la historia cubana. A partir de los años noventa, en medio de la crisis e impulsada por ella, se abrió un espacio evaluativo del modelo socialista, del rol del intelectual, del tratamiento de las diferencias raciales –un tópico tratado en varios momentos del libro–, del rol de la mujer en la sociedad cubana, del centralismo de La Habana –en un sentido económico, político, cultural y racial– que, en suma, dan cuenta de la redefinición de “esa cubanidad que no es una” y, a su vez, del fin de una época.
Es por ello que el libro de Sklodowska llega en un momento clave para comprender desde otras aristas el proceso de cambio que está viviendo Cuba y cuyo hito este año ha sido el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, abriendo una nueva etapa también para toda América Latina. Los años noventa marcaron en toda la región un cambio de rumbo, que ha afianzado el modelo neoliberal en buena parte de sus países, pero también otros proyectos de sociedad. Y este libro, al ser publicado en Chile –que está en las antípodas del caso cubano en los años noventa–, nos invita de paso a volver a pensar en la heterogeneidad de las experiencias latinoamericanas.
Invento, luego resisto es sin duda una importante contribución a los estudios caribeños, y particularmente cubanos, pero es sobre todo el reconocimiento a la resistencia de un pueblo que ha aprendido a reinventarse.
Elena Oliva
Universidad de Chile