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RESEÑAS
María Luisa Femenías y María Cristina Spadaro
LAS LÓPEZ. LUCES Y SOMBRAS FEMINISTAS DEL 1900, Edhasa, 2024. Colección Biografías Argentinas. 280 páginas.
Las López de María Luisa Femenías y María Cristina Spadaro es, sin duda, una obra destinada a convertirse en un libro de referencia para el análisis del movimiento feminista de fines del siglo XIX y principios del siglo XX en Argentina. Con delicada pluma en un elegante texto las autoras relatan en una introducción, diez capítulos y un epílogo la historia de Elvira y Ernestina López, hijas de Cándido López y de Adriana Wilson. Las “otras hijas” del referido pintor al decir del libro; pues, fueron fruto del matrimonio que no suele figurar en sus biografías. Mujeres preclaras que no sólo fueron parte del feminismo de la época, sino que además dejaron huella en él. Ellas fundaron numerosas instituciones, participaron de proyectos editoriales además de fomentar el derecho a la educación y al sufragio.
Una de las genialidades de la obra radica, justamente, en haber recuperado y dar visibilidad a las figuras de estas hermanas que formaron parte en 1901 de la primera camada de estudiantes doctorados en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, unidad académica que fuera creada escasos cinco años antes, en 1896.
De las muchas lecturas posibles que tiene el libro, elijo en esta reseña concentrarme en el capítulo 9 titulado “Imágenes de la vida privada”. En él Femenías y Spadaro bucean en la historia de la vida privada de la familia López-Nelson al tiempo que entrelazan esa dimensión con sus actividades en la esfera pública. Ernestina López, la más chica de las hermanas, se unió en matrimonio a Ernesto Nelson hacia finales de febrero de 1912. En el intento de reconstruir la historia de la boda las autoras se preguntan si celebraron la ocasión con gran pompa o guardaron las formas austeras que su activismo feminista imponía, si la novia bordó su ajuar como otras muchachas de la época o si se mantuvo ajena a las rutinas y costumbres de las prometidas de entonces, si la pareja asumió la excepcionalidad de su unión, de sus proyectos y de sus intereses compartidos distribuyéndose responsabilidades como compañeros de proyectos, entre otras cuestiones. Con estos interrogantes el texto interioriza a lectores y lectoras no sólo sobre las costumbres generales del momento histórico sino también acerca de las características que ellas pueden haber asumido en ciertas personas como las hermanas López, quienes se oponían a prácticas socialmente arraigadas que relegaban a la mujer a determinado status y lugar.
Con maestría en el relato las investigadoras van incorporando la evidencia empírica con la que cuentan para la reconstrucción. Ella va de la elaboración de fuentes orales como la entrevista a la nieta de Ernestina, Alicia Padilla, hasta la recuperación de una especie de librito o cuaderno: el Reporter, donde estaban los recortes de periódico en los que se encontraban los anuncios de la boda. La prensa periódica anunciaba que el Liceo Nacional de Señoritas ofrecía a la rectora del establecimiento, doctora Ernestina López, una fiesta con motivo de su enlace. También, pudieron acceder a un pergamino con las firmas de todas las participantes que les permitió saber que al casarse Ernestina se retiró del cargo y de la docencia sistemática. Quedan aludidas, en tal sentido, las opciones a las cuales se enfrentaban las mujeres profesionales hasta bien entrado el siglo XX: el hogar, la familia, la crianza de sus hijos o el desarrollo profesional. Aquí las autoras interpretan que la primera opción parece haber sido la de Ernestina en tanto que la segunda fue la de Elvira, quien nunca se casó ni tuvo hijos. De esta manera, la primera acompañó a su marido a Estados Unidos; primero, residiendo allí porque Ernesto era corresponsal del periódico Standford y, luego, al ser comisionado por el Ministerio de Instrucción Pública en calidad de Director del Museo Pedagógico de La Plata. Además, Ernestina participó en esos tiempos de eventos como la Exposición Internacional Panamá-Pacífico de San Francisco, en donde las mujeres contaron con su propio comité: la Junta de Mujeres de la exposición. Allí estuvo presente la idea de “mujer nueva”, moderna, avanzada a nivel intelectual y con relación a libertades y derechos tal como propugnaba el feminismo.
Así, la obra ahonda en la cotidianeidad de la vida familiar. Primero, cuando aún Adriana Wilson vivía y después de su fallecimiento cuando Elvira (que vivía con su madre) se mudó a la casa de los López-Nelson. Pues, como bien señalan las autoras en la costumbre del momento una mujer viviendo sola no hubiese estado bien visto. Y aquí uno de los claroscuros: en algunos aspectos estas mujeres fueron pioneras; sin embargo, en otros no escaparon a los parámetros de su tiempo.
Incluso este capítulo de la obra se distingue por el excelente tratamiento que hace de la adopción de una niña de origen europeo que hace el matrimonio López-Nelson en Estados Unidos, a quien llamaron Alicia Dorotea y cuyo nombre de nacimiento era Dorothy. Femenías y Spadaro presentan las diferencias entre la legislación argentina que regulaba la cuestión en ese entonces y los procedimientos que se ponían en práctica en el país del norte en relación a ella. Revisan la regulación en Argentina hasta la sanción en 1971 de la Ley 19.134 (actualmente derogada) que supuso cambios en el régimen de adopción. Quedan puestos de manifiesto en las líneas dedicadas al tema los elementos pacifistas y humanistas que emergieron en el movimiento feminista ya comenzada la Gran Guerra en torno a la ayuda a quienes habían quedado huérfanos en Europa producto de las acciones bélicas.
Las autoras se ocupan, asimismo, del análisis de algunas imágenes que dan cuenta de las vacaciones en el balneario de Mar del Plata. Villa turística de la Argentina muy frecuentada por los sectores más acomodados porteños desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, momento en el que comenzó a popularizarse al calor de las políticas redistributivas que comenzaron a poner en marcha durante el primer peronismo.
También, en esta cotidianeidad aparecen los inventos de la época, se preguntan sobre el impacto de ellos en nuestras protagonistas y, entonces, es posible entrever los cambios en el paradigma tecnológico que tuvieron lugar entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Asimismo, las autoras destinan una parte del capítulo a la figura de Elvira y sus viajes a la zona oeste del conurbano de la provincia de Buenos Aires. Vuelve, entonces, a mezclarse en la narración el accionar en la esfera pública. Allí se impone en el análisis una serie de conjeturas en torno a la militancia de Elvira en el Partido Socialista y su injerencia en diversas actividades en, por ejemplo, Haedo, sede de La Fraternidad (el sindicato de los maquinistas del ferrocarril) además de centros socialistas y sedes del Club del Progreso en otros lugares como Morón.
Finalmente, en este camino de visibilización de las hermanas López, Femenías y Spadaro vuelven al punto de partida y destacan la impronta de la madre, Adriana Wilson, quien supo transmitir a sus hijas los ideales feministas. Esta investigación nos invita, entonces, a participar como lectores/ras de la recuperación de una memoria democrática del feminismo y de los claroscuros existentes en las prácticas de quienes se inscribieron en él a la vez que nos recuerda que la historia nunca es lineal, lejos de eso, se trata de un devenir con avances y retrocesos. En suma, este libro contribuye, magistralmente, a arrojar luz sobre aquello que ha sido oscurecido.
Viviana Román
Universidad de Buenos Aires,
Facultad de Ciencias Económicas,
IIEP (UBA-CONICET)-CEEED.