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ARTÍCULOS

LA “MUJER” EN LA FILOSOFÍA TEMPRANA DE ALEXANDRA KOLLONTAI: UN ANÁLISIS DE LAS FIGURAS DE “MUJER BURGUESA” Y “MUJER TRABAJADORA”

THE “WOMAN” IN THE EARLY PHILOSOPHY OF ALEXANDRA KOLLONTAI: AN ANALYSIS OF THE FIGURES OF “BOURGEOIS WOMAN” AND “WORKING WOMAN”

Sofía Eceiza

Universidad Nacional del Sur

Resumen: En el siguiente artículo, nos proponemos estudiar el concepto de “mujer” según el pensamiento de Alexandra Kollontai (1872-1952) desde una perspectiva filosófico-feminista. Observamos que el concepto es polisémico: de su análisis se desprende, por un lado, una concepción genérica o integral de mujer y, por el otro, una serie de expresiones o figuras concretas de vida. Su estudio implica un acceso a la obra de Kollontai poco explorado hasta el momento. Nos interesa, en primer lugar, exponer la concepción genérica recalcando los puntos de encuentro entre todas las figuras y centrándonos en la condición problemática de toda mujer, sin distinción de clase. En segundo lugar, focalizaremos en la “mujer burguesa” y en la “mujer trabajadora” por representar y encarnar ideologías y modos de vida contrapuestos. Para ello, utilizaremos como obras principales Los fundamentos sociales de la cuestión femenina (1909) y La mujer nueva (1913).

Palabras claves: Kollontai, mujer, burguesa, trabajadora.

Abstract: In the following article, we propose to study the concept of “woman” according to the thought of Alexandra Kollontai (1872-1952) from a philosophical-feminist perspective. We note that the concept is polysemic: from its analysis we can see, on the one hand, a generic or integral conception of women and, on the other, a series of concrete expressions or figures of life. His study implies an access to the work of Kollontai little explored until now. In the first place, we are interested in presenting the generic concept, emphasizing the points of encounter between all the figures and focusing on the problematic condition of every woman, without class distinction. Secondly, we will focus on the “bourgeois woman” and the “working woman” for representing and embodying opposing ideologies and lifestyles. For this, we will use as main works The social foundations of the feminine question (1909) and The new woman (1913).

Keywords: Kollontai, woman, bourgeois, worker.

1.- INTRODUCCIÓN

En esta ocasión, abordamos el ideario de Alexandra Kollontai (1872-1952), una filósofa[1] rusa, marxista[2] y feminista[3]. Nuestra hipótesis es que la filósofa ofrece un concepto multívoco de mujer, de cuya recuperación crítica obtenemos una concepción genérica o integral, por un lado y, por otro, una serie de expresiones específicas de vida. Dicho de otro modo, cuando Kollontai emplea su concepto de “mujer” consideramos que, lejos de señalar un modelo concreto y acabado, muestra una gama de significaciones que se entrecruzan y se contradicen entre sí.

Específicamente, al prestar atención a los problemas que atraviesan las mujeres de su época, la autora se refiere a todas las mujeres por igual, sin distinción de clase. Con respecto a las expresiones o figuras concretas de mujer, nos centraremos en la de “mujer burguesa” (también denominada “feminista”, “sufragista” o “igualitarista”) y en la de “mujer trabajadora” (conocida de igual modo como “obrera” o “proletaria”). Estas expresiones se encuentran vinculadas con ideologías de clase y estilos de vida diferentes. Asimismo, observamos que se producen entrecruzamientos con otras figuras de mujer; que también estudiaremos, aunque de manera subrepticia. A partir de allí cabe preguntarnos: ¿pueden convivir dentro de un mismo ideario dicha variedad de mujeres? ¿son todas igual de relevantes en el pensamiento de la filósofa? ¿acaso existen arquetipos de mujer? ¿tendrán una existencia transitoria? ¿o persisten con el tiempo? ¿el contexto en el que se desenvuelven influye en su pervivencia?

De este modo, nuestro primer objetivo es identificar los inconvenientes del sexo femenino entero. Nuestro segundo objetivo es analizar las expresiones del concepto de “mujer” que hemos seleccionado y los entrecruzamientos que se dan entre ellas. Para tal fin, tomamos en consideración dos obras representativas respecto de la temática elegida y pertenecientes al primer período de escritura[4] de la pensadora rusa. Nos referimos a: Los fundamentos sociales de la cuestión femenina (1909) y a La mujer nueva[5] (1913).

2.- SUEÑOS Y CONFLICTOS COMPARTIDOS MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS

En Los fundamentos sociales de la cuestión femenina[6] (1909), Kollontai diferencia constantemente las actitudes e ideas que poseen las burguesas de las trabajadoras. En sus propias palabras,

El mundo de las mujeres está dividido -al igual que lo está el de los hombres- en dos bandos. Los intereses y aspiraciones de un grupo de mujeres les acercan a la clase burguesa, mientras que el otro grupo tiene estrechas conexiones con el proletariado... (Kollontai, 2016, p.74).

Sin embargo, para Kollontai todas ellas tienen varios puntos en común: desde los mismos objetivos hasta conflictos similares. Lo primero que comparten es la búsqueda de la “emancipación” o “liberación” femenina. Según la filósofa, el problema es que todas, sin importar la clase social a la que pertenecen, se encuentran oprimidas. La única salvedad es que las soluciones que proponen la burguesía y el proletariado son disímiles. La pensadora expresa que

...aunque ambos bandos siguen el lema general de la 'liberación de la mujer', sus objetivos e intereses son diferentes. Cada uno de los grupos inconscientemente parte de los intereses de su propia clase, lo que da un colorido específico de clase a los objetivos y tareas que se fija para sí mismo... (Kollontai, 2016, p.74).

Análogamente, “Si en determinadas circunstancias las tareas a corto plazo de las mujeres de todas las clases coinciden, los objetivos finales de los dos bandos, que a largo plazo determinan la dirección del movimiento y las estrategias a seguir, difieren mucho” (Kollontai, 2016, p.74). Dicho de otro modo, si bien el punto de partida con respecto a la discriminación femenina es el mismo y las mujeres coinciden en las tareas inmediatas que se pueden realizar (como las peticiones referidas a una mejora de las condiciones laborales o la lucha contra la prostitución; Kollontai, 2016), la clase a la que pertenecen las dirige hacia lugares distintos y les puede ofrecer resultados dispares. Podemos adelantar que, mientras las proletarias se unen a los trabajadores con el fin de cambiar las condiciones de producción y los modos de vida construyendo una sociedad comunista, las burguesas apuntan a un movimiento general y unificado de todas las mujeres con el propósito de conseguir el voto femenino dentro del sistema capitalista.

Por otra parte, la filósofa describe las dificultades que vive todo el sexo femenino en relación con la dependencia económica y la estructura familiar (la cual incluye el vínculo con el marido y la maternidad). Con respecto a la primera cuestión, Kollontai asegura lo siguiente:

Las condiciones y las formas de producción han subyugado a las mujeres durante toda la historia de la humanidad, y las han relegado gradualmente a la posición de opresión y dependencia en la que la mayoría de ellas ha permanecido hasta ahora (Kollontai, 2016, p.77).

Las mujeres no son independientes económicamente puesto que dependen del salario del marido para sobrevivir. Además, en aquellas situaciones donde consiguen un trabajo (ya sea porque buscan independencia o porque el salario del marido es insuficiente para mantener el hogar y cuidar de los hijos e hijas), se ven obligadas a realizar tareas no cualificadas y reciben un bajo salario que se justifica por el sólo hecho de ser mujeres. Muchos ideólogos alegan que las mujeres son inferiores a los hombres por naturaleza y que por esa razón no deben recibir la misma paga. Asimismo, si están casadas y sus maridos también trabajan, la labor femenina se percibe como “complementaria”, es decir, no está a la par de la que realiza el hombre.

Con relación a la segunda cuestión, esto es, la estructura familiar, la filósofa afirma que “Las formas actuales, establecidas por la ley y la costumbre, de la estructura familiar hacen que la mujer esté oprimida no sólo como persona sino también como esposa y como madre” (Kollontai, 2016, p.82). Advertimos entonces la presencia de los entrecruzamientos que nombramos inicialmente: la mujer también puede ser “esposa” y “madre”.

Por un lado, y en relación con la figura de “esposa”, Kollontai afirma que “...cualquiera que sea el sector de la población a la que pertenezca las leyes colocan bajo la tutela del marido tanto a la burguesa como a la proletaria y a la campesina” (Kollontai, 2016, p.83). Sucede que el hombre no sólo es dueño de todos los bienes de la mujer, sino que gobierna sobre ella “espiritual” y “físicamente” (Kollontai, 2016). La subyuga completamente, apropiándose de todas sus facetas (Eceiza, 2024). Por otro lado, la intelectual rusa sostiene que las madres de todas las clases sociales deberían tener el derecho a alimentar a sus hijos e hijas adecuadamente y a brindarles protección. Sin embargo, los derechos concernientes a dichas cuestiones escasean. En sus palabras: “El 'derecho a la maternidad' es el tipo de cuestión que afecta no sólo a las mujeres de la clase burguesa, sino también, en mayor medida aún, a las mujeres proletarias” (Kollontai, 2016, p.92).

Observamos entonces que todas las mujeres ansían conseguir la “emancipación”, no depender más económicamente de sus maridos, no estar oprimidas bajo sus órdenes y obtener los derechos maternales necesarios. Los problemas que las incumben se relacionan estrictamente con su gran objetivo: emanciparse de la tutela masculina. También detectamos que la mujer en general tiene la capacidad de ser “esposa” y/o “madre”.

2.1.- LA “MUJER BURGUESA”

Aunque todas las mujeres tienen un gran mundo en común, las diferencias se tornan palpables. Están de acuerdo en demandar públicamente la obtención de algunos beneficios y de que se prohíban algunas prácticas. Por ejemplo, dentro del ámbito político, anteriormente mencionamos que coinciden en la búsqueda de derechos laborales y que están en contra de la prostitución. Aun así, difieren en lo que respecta a otra cuestión política: el derecho al voto.

Según Kollontai, la petición del derecho al voto por parte de las sufragistas está relacionada con la clase social a la que pertenecen, es decir, la burguesía. Específicamente, los burgueses necesitan de la libertad política para la concreción de su poder. El movimiento sufragista desea obtener el mismo poder que los hombres a través del voto. El problema, para la filósofa, es que las sufragistas piden para ellas los mismos beneficios y privilegios que tienen los hombres sin cuestionarse sus bases. Demandan “igualdad” en el marco de una sociedad que lejos está de otorgar los mismos derechos a todas las personas puesto que, mientras algunos tienen el poder, otros sufren las condiciones en las que viven. La causa directa de ese sufrimiento es que los burgueses capitalistas buscan enriquecerse en la industria a costa de aumentar las horas de trabajo y reducir los salarios de los obreros. Por ende, si las bases de la sociedad no se ponen en entredicho, “... cada nueva concesión que consiga la mujer burguesa sería otra arma con la que explotar a su hermana menor y continuaría aumentando la división entre las mujeres de los dos campos sociales opuestos”[7] (Kollontai, 2016, p.76).

Kollontai asegura que las burguesas, al demandar la consecución de los mismos derechos que los hombres, están considerando al sexo masculino como el “enemigo” en la lucha por la obtención de la “igualdad”. En palabras de la pensadora, “Las feministas ven a los hombres como el principal enemigo, debido a que los hombres […] se han apropiado injustamente de todos los derechos y privilegios para sí mismos, dejando a las mujeres solamente cadenas y obligaciones” (Kollontai, 2016, p.75).

Con respecto a la estructura familiar, Kollontai brinda características específicas que les corresponden solamente a las burguesas. Presta especial atención a la cuestión del matrimonio y la maternidad. Por un lado, y en relación con el matrimonio, Kollontai expresa lo siguiente:

…según el espíritu que anima a las feministas, la cuestión del matrimonio se resolverá independientemente de las condiciones ambientales, independientemente de un cambio en la estructura económica de la sociedad, sencillamente merced a los esfuerzos heroicos individuales y aislados. Basta con que la mujer 'se atreva', y el problema del matrimonio caerá por su propia inercia (Kollontai, 2016, p.85).

Las burguesas están en contra del matrimonio legalizado y consagrado por la Iglesia. Prefieren el matrimonio civil que protege los bienes de la pareja y facilita el divorcio, lo cual implica la preservación del capital y la existencia de uniones más libres. Las burguesas abogan por la separación de los bienes de los cónyuges en una relación matrimonial, en tanto conlleva la independencia económica que anhela la mujer. Nuevamente, sus objetivos están lejos de poner en duda la sociedad en la que viven. Además, acostumbradas a vivir en una sociedad caracterizada por el individualismo, sus soluciones están vinculadas a ese estilo de vida. Cada mujer debe resolver de manera solitaria sus propios problemas matrimoniales.

Por otro lado, la figura de “mujer burguesa” se entrecruza con la de “madre”. Kollontai critica dos tipos de actitudes que tienen las madres burguesas con respecto a la crianza y a la educación de sus hijos e hijas. En primer lugar, sostiene que las madres burguesas delegan las tareas de cuidado de sus hijos e hijas a las proletarias. En sus propios términos, “Con suma ligereza se desembarazan las burguesas de todos los cuidados fastidiosos que exigen los niños y lo hacen sobre mujeres de otra clase, de clase 'inferior'...” (Kollontai, 2017, p.88). En segundo lugar, Kollontai está en desacuerdo con el rechazo de las madres burguesas hacia la educación formal de sus hijos. Cita a Clara Zetkin[8] y sostiene que no basta con el “instinto maternal” para asegurarle una buena instrucción a los más pequeños. Según ella, las “...personas se han visto engañadas por ese instinto ciego, al que se cree capaz de sustituir a los conocimientos científicos y a una preparación especializada” (Kollontai, 2017, p.88).

2.2.- LA “MUJER TRABAJADORA”

Kollontai presta especial atención a la trabajadora debido a que este tipo de mujer, además de encontrarse en una situación de desigualdad con respecto a todo el sexo masculino, está oprimida por las condiciones de producción al igual que los obreros. Según Raquel Hermoso Mellado, “Alexandra estaba empeñada en la construcción de un nuevo sujeto político: la proletaria; esa mujer atravesada por los problemas de pertenecer al sexo inferior y a la clase desposeída” (Hermoso Mellado, 2021, p.43). Aunque la proletaria y la burguesa, en tanto son mujeres, comparten muchas discriminaciones, las diferencias de clase se hacen notorias; principalmente cuando plantean posibles soluciones a sus problemas. A continuación, observaremos cuáles son esas desemejanzas:

A diferencia de las burguesas, para quienes el voto femenino es un fin en sí mismo, “…la igualdad de derechos en el momento actual para las mujeres proletarias es sólo un medio para avanzar en la lucha contra la esclavitud económica de la clase trabajadora” (Kollontai, 2016, pp.74-75). Las proletarias saben que, a fin de cuentas, si no se transforma la sociedad misma, esos derechos no servirán de nada puesto que las personas, sin importar el sexo, se encuentran oprimidas viviendo y trabajando en la sociedad burguesa. Es por esta razón que “Para la mayoría de las mujeres del proletariado, la igualdad de derechos con los hombres significaría sólo una parte igual de la desigualdad...” (Kollontai, 2016, p.76).

La proletaria también difiere de la burguesa cuando percibe al hombre, no como su “enemigo”, sino como su “compañero”. Debido a la estructura del sistema capitalista, muchas veces sucede que, en la industria, las mujeres se convierten en rivales de los hombres en tanto ocupan nuevos puestos de trabajo. La competitividad se torna recurrente en estos espacios. Sin embargo, Kollontai asegura que los obreros y las obreras saben quiénes son los verdaderos enemigos dado que todos están oprimidos a causa del mismo sistema. Según la pensadora, “La mujer y su compañero masculino son esclavizados por las mismas condiciones sociales, las mismas odiadas cadenas del capitalismo oprimen su voluntad y les privan de los placeres y encantos de la vida” (Kollontai, 2016, p.75).

Solo compiten entre sí debido a la desorganización de las mujeres -dentro de la clase obrera- causada por su llegada tardía a la industria. Como no han vivido las mismas experiencias que los hombres, no pueden organizarse y terminan rivalizando con ellos. Además, “…en el medio proletario, la mujer trabajadora solo constituye un rival para el hombre cuando está aislada, sin participar en la lucha proletaria conjunta” (Kollontai, 1909, p.54). En definitiva, el objetivo de Kollontai es que se construya una sociedad comunista sin competitividad, esto es, basada en lazos de “compañerismo” -o “camaradería”[9]-, que son los que nacen entre los obreros y las obreras que llevan adelante una lucha en común.

Con respecto a la estructura familiar, Kollontai asegura que la proletaria no busca transformaciones dentro del sistema capitalista pidiendo, por ejemplo, por la implementación del matrimonio civil. Como marxista, la pensadora es consciente de que lo más apropiado para los proletarios es que se transforme la sociedad entera, incluyendo los modos de pensar y las maneras de sociabilizar. Según ella, “...la clave del problema conyugal y familiar no reside en sus formas exteriores, rituales o civiles, sino en las condiciones económicas y sociales que determinan esas complejas relaciones familiares a las que debe hacer frente la mujer de clase obrera” (Kollontai, 2016, p.88). En definitiva, la forma que toman las relaciones interpersonales no tiene tanta injerencia como la sociedad en la que viven los individuos. No importa cómo se relacionan, sino que dichos vínculos no se vean perjudicados por las condiciones socioeconómicas.

En relación con la maternidad, Kollontai afirma que las madres trabajadoras, a diferencia de las burguesas, adhieren a la idea de que sus hijos e hijas sean educados por fuera del hogar. Enviar a sus hijos/as a la escuela les permite desligarse de una tarea y dedicarse completa y adecuadamente a su trabajo. Según la pensadora, “Casas-cuna, guarderías y escuelas primarias descargan los atribulados hombros de la madre trabajadora de esa tarea insuperable que es asegurar a los niños una educación sana y racional” (Kollontai, 2017, p.87). En este sentido, reaparece la idea de que los/as más pequeños/as precisan, además del cuidado de sus madres, una educación racional que los/as prepare para la vida.

Queda demostrado entonces que el arquetipo femenino para Kollontai es la proletaria. Esta mujer es quien, trabajando, logra su “emancipación” y genera lazos de “compañerismo” con los hombres. Además, es consciente de que el “instinto” no es suficiente al momento de educar a sus hijos e hijas. La “mujer trabajadora” es quien busca soluciones certeras y a largo plazo, proponiendo, junto con el obrero, un “cataclismo colosal”, a saber, la construcción de una nueva sociedad que les otorgue prosperidad social y económica; a la vez que les brinda la “libertad” y la “igualdad” necesarias. En fin, es la trabajadora “...luchando en las filas del proletariado, quien consigue para las mujeres el derecho a trabajar, es ella, la 'hermana menor', quien prepara el terreno para la mujer 'libre' e 'igual' del futuro” (Kollontai, 2016, p.81). Sólo a través del trabajo la mujer logra libertarse y colocarse en una posición de igualdad con respecto al resto de la sociedad.

En cambio, la “mujer burguesa” no representa más que un elemento fortuito dentro del ideario de la autora rusa. Esta mujer sólo piensa en sí misma, ve al hombre como su peor enemigo y no se hace cargo correctamente de la crianza y el aprendizaje de sus hijos e hijas. Asimismo, las soluciones propuestas por las “feministas” no funcionan en la medida en que solamente sirven para un contexto puntual. No piensan en la ejecución de un plan que logre cambiar radical y efectivamente el sistema opresor en el que se desenvuelven. Como tampoco trabajan, es poco probable que logren su independencia total y absoluta respecto del hombre.

3.- LO ARCAICO DA PASO A LA NOVEDAD FEMENINA

En La mujer nueva[10] (1913), Kollontai afirma la existencia de un
“nuevo tipo psicológico” de mujer, denominado justamente “mujer nueva”
[11] (también conocida como “mujer célibe”, “mujer moderna”, “mujer-individualidad” y “mujer contemporánea”). Según ella, a esta nueva figura “...la encontramos con gran frecuencia en la vida, en todas las clases sociales, lo mismo en la obrera que entre las mujeres entregadas al estudio de las ciencias, en la modesta empleada y en la artista genial” (Kollontai, 1913, p.1). Por lo tanto, este tipo de mujer se entrecruza tanto con la burguesa, como con la trabajadora, esto es, hay un “rasgo común” que las une a todas. Asimismo, la mujer perteneciente al “nuevo tipo” se opone a la “mujer antigua” (también llamada “mujer del viejo tipo” o “mujer del pasado”). En este apartado nos dedicaremos a analizar la caracterización que brinda la filósofa de estas figuras.

La “mujer del pasado” es solo “esposa”, “resonancia”, “instrumento” o “complemento” del marido. En este sentido, no tiene una existencia completa, sino que, por el contrario, depende del hombre para todo. Según la pensadora, “Cuando el hombre la abandonaba o se moría, la mujer no solamente perdía su existencia material, sino también su único apoyo moral” (Kollontai, 1913, p.15). Asimismo, las pasiones y el amor ocupan todo el tiempo de este tipo de mujer. Kollontai sostiene que “La característica típica de la mujer del pasado, considerada además como su mayor ornato y defecto, era el predominio del sentimiento” (Kollontai, 1913, p.12). Los celos son los sentimientos que más dificultades le traen; fundamentalmente cuando el hombre amado se acerca a otra mujer (Kollontai, 1913).

Paralelamente existe un “hombre del pasado” cuya “...mentalidad [...] todavía se manifiesta viva, crea lazos morales que no son menos sólidos que las cadenas de forma externa” (Kollontai, 1913, p.16). La mujer que vive a su lado se siente totalmente aprisionada, es decir, de forma interna y externa simultáneamente.

En cambio, las mujeres nuevas son absolutamente diferentes. Primeramente, aunque las hallamos en diversos grupos sociales, “La clase social a la que pertenecen […] les imprime igualmente un sello particular” (Kollontai, 1913, p.2). En otras palabras, hay una “mujer nueva” universal que va variando, dependiendo de la clase social, y que, por lo tanto, hace que surjan particularidades. En términos generales, este “nuevo tipo de mujer” es “independiente” y lucha por sus derechos. Tiene una actitud completamente nueva con respecto al trabajo: “...lo valora como algo propio y, en la medida en que el trabajo le ha permitido emanciparse de la tutela masculina...” (López Pardina, 1995, p.167). También se instruye y se dedica al estudio de las ciencias y de las artes; al mismo tiempo que en ella prevalece la “facultad razonadora”.

La “mujer nueva”, además, establece una relación de “compañerismo” con el hombre. Es más exigente con su compañero puesto que busca que él respete su “libertad” y, en especial, su “individualidad”. Para Kollontai es necesaria la existencia de un “hombre nuevo” que comprenda a la mujer y la reconozca como un igual. Por lo tanto, inferimos que la transformación de la mujer debe traer aparejada una revolución masculina.

Ahora bien, al referirse a la “mujer del pasado”, Kollontai indica que ese tipo de mujer se ha extinto. La revolución que encarna la “mujer nueva” marca un antes y un después. A partir de allí, surgen algunos interrogantes como: ¿qué hace que estas mujeres se transformen? ¿cómo nace la “nueva mujer”? Tal como explicamos al inicio de este apartado, la nueva versión femenina puede ser burguesa, pero también la encontramos entre las trabajadoras. Por ende, ¿todas las mujeres nuevas representan el cambio? ¿todas ellas son las que determinan las nuevas características femeninas? Para responder a estas preguntas, nos remitiremos al origen de la “mujer nueva”, que Kollontai describe en el tercer apartado de su texto.  

3.1.- EL ORIGEN DE LA “MUJER NUEVA”: BURGUESAS VS. PROLETARIAS

La “mujer nueva” nace con la consolidación del sistema capitalista. Debido al bajo salario del marido (provocado por los capitalistas con el afán de obtener más ganancias) y con el propósito de sobrevivir y alimentar a sus hijos e hijas, la mujer se ve obligada a trabajar. También comienza a acudir a la fábrica con el objetivo de adquirir cierta independencia económica. Como consecuencia, cambia la “psicología” femenina, lo que da como resultado la aparición de este nuevo tipo de mujer.

A partir de estas aserciones, afirmamos que la “mujer nueva” nace con el advenimiento de la trabajadora. Si bien, en un principio, Kollontai sostiene que este nuevo tipo de mujer se encuentra en todas las clases sociales, son las trabajadoras las que llevan la delantera. En sus propios términos, “Las mujeres trabajadoras constituyen la vanguardia de todas las mujeres y comprenden en sus filas a representantes de las diversas capas sociales” (Kollontai, 1913, p.22). Lo primordial es que no son figuras individuales las que gestan este tipo de mujer completamente nuevo. Por el contrario, son las grandes masas de trabajadoras las que lo engendran.

Asimismo, hay una diferencia fundamental entre la “mujer nueva” burguesa y la “mujer nueva” trabajadora. En palabras de Kollontai,

... al mismo tiempo que se desarrolla la conciencia de su personalidad y de sus derechos, nace y se desarrolla en la mujer obrera del nuevo tipo el sentido de la colectividad, el sentido del compañerismo que sólo se desenvuelve muy débilmente en la mujer del nuevo tipo perteneciente a otras clases sociales (Kollontai, 1913, p.23).

 

La “mujer nueva” trabajadora comienza a pensar y a actuar teniendo como horizonte al otro; a diferencia de la burguesa que proviene de una clase social donde prevalece el egoísmo (De Miguel Álvarez, 2014). En este aspecto, y aunque todas las mujeres nuevas toman conciencia de su individualidad, las burguesas se convierten en personas individualistas.

Por añadidura, los intereses de las proletarias coinciden con los de su clase. Justamente, la clase obrera, que tiene por objetivo la construcción y la consolidación de una sociedad comunista basada en los principios de “solidaridad”, “libertad”, “igualdad” y “compañerismo”, precisa de una mujer que no sea esclava. Kollontai asegura que esta clase “...necesita compañeras con una individualidad capaz de protestar contra toda servidumbre, que puedan ser consideradas como un miembro activo, en plena posesión de sus derechos, y que conscientemente sirvan a la colectividad y a su clase” (Kollontai, 1913, p.24). En cambio, “...las mujeres del nuevo tipo pertenecientes a otras clases sociales tienen necesariamente que tropezar con un obstáculo: la ideología de su clase, que es hostil a la reeducación del tipo de mujer” (Kollontai, 1913, p.23). La clase burguesa no concibe a la mujer como un individuo con derechos políticos capaz de desenvolverse independientemente.

Finalmente, “...Kollontai mantendrá que la ‘mujer nueva’ de la clase burguesa no deja de ser un tipo accidental” (De Miguel Álvarez, 2014, p.314). Como no establece lazos con el resto de los seres humanos ni con la clase social a la que pertenece, no es más que un elemento fortuito en el pensamiento de la intelectual rusa. Por el contrario, la “mujer nueva” trabajadora sobrevive y perdura en la existencia. Ella tiene el soporte y el acompañamiento del grupo social al que pertenece, al mismo tiempo que sabe fomentar lazos solidarios entre todos los miembros de dicho grupo. Esto nos indica que la comunidad influye en la perdurabilidad o no de un tipo de mujer. Por consiguiente, a causa de sus actitudes y características, sumado a la “emancipación” que logra conseguir, estamos en condiciones de dictaminar que la “mujer nueva” trabajadora constituye un verdadero arquetipo femenino para Kollontai.

4.- CONSIDERACIONES FINALES

A lo largo del presente artículo, construimos una concepción integral de mujer a través de los escritos de Kollontai. Al adentrarnos en Los fundamentos sociales de la cuestión femenina, examinamos aquellos problemas y características que engloban a todas las mujeres bajo un mismo grupo. Llegamos a la conclusión de que las mujeres pueden ser “esposas” o “madres”. Estos roles también se entrecruzan con las figuras de “mujer burguesa” y “mujer trabajadora”; dos seres contrapuestos y pertenecientes a clases sociales contrarias.

Por otro lado, a partir de La mujer nueva estudiamos las diferencias entre la “mujer nueva” y la “mujer antigua” y cómo se hacen patentes las desemejanzas existentes entre las burguesas y las proletarias. Detectamos que todas las mujeres forman parte de la revolución femenina, aunque no todas la encarnan completamente. Del mismo análisis, comprendimos que la “mujer antigua” no tiene futuro para la filósofa.

A partir del estudio exegético de ambos textos, descubrimos que, desde su relación de “compañerismo” con el hombre, hasta su vínculo con el colectivo obrero, la “mujer trabajadora” impone tendencia y demuestra que es ella el arquetipo femenino por excelencia. A la inversa, la “mujer burguesa” no representa más que un elemento transitorio en el ideario de Kollontai.

También queda demostrado que la mujer tiene la posibilidad de modificar su modo de ser -como la “mujer antigua” que deviene en la “mujer nueva”-. Por ende, consideramos que Kollontai, lejos de presentar una versión estanca de “mujer”, admite el cambio en su pensamiento como un componente fundamental.

Por último, destacamos que, si bien Kollontai manifiesta una preocupación por los problemas que atraviesan todas las mujeres, su interés está puesto en la implementación de una sociedad comunista. Dicho interés queda expresado en los dos textos analizados; aun cuando “la mujer nueva” se enmarca en un contexto de preocupaciones sociales más generales.

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ORTIZ, Rina (2020), “Algo hice por las mujeres”, en Dora García (ed.), Amor y revolución (Kollontai) (pp.47-102), Barcelona: ARCADIA y MACBA Museu d’art Contemporani de Barcelona.

Notas

[1] Consideramos que la mirada filosófica de Kollontai no ha sido exhaustivamente estudiada; a excepción del trabajo de algunas estudiosas, como el de Ana de Miguel Álvarez o el de Laura Lareo (De Miguel Álvarez, 2001; Lareo, 2017). Actualmente, creemos que denominar a Kollontai como “filósofa” reivindica esa faceta suya que es igual de destacable que las demás (como su faceta de historiadora, de política, de militante, de diplomática, entre otras), pero que debe seguir investigándose.

[2] Su perspectiva marxista la adquiere a través de las enseñanzas impartidas por Heinrich Herkner (1863-1932), un economista alemán que inicialmente se declara marxista y que luego se decide por revisar la obra de Marx. Kollontai está en contra de ese revisionismo (nota al pie número 22 de la edición Feminismo socialista y revolución, 2020).

[3] Muchos de sus planteamientos, que hoy consideramos como feministas, provienen de su lectura de La mujer y el socialismo (1879) de August Bebel (1840-1913). De todos modos, es preciso aclarar que Kollontai no se veía a sí misma como feminista puesto que, como veremos a lo largo del presente artículo, estaba en contra del movimiento feminista y sufragista de su época por percibirlo como burgués. Sin embargo, gracias al trabajo realizado por distintivas investigadoras, como Alejandra Ciriza o Raquel Hermoso Mellado (Ciriza, 2013; Hermoso Mellado, 2021), hoy podemos observar la perspectiva feminista volcada en sus obras; mayormente cuando se centra en la situación de opresión de las obreras.

[4] La obra de Kollontai se divide en dos grandes períodos: el primero transcurre desde 1894 hasta 1922, mientras que el segundo, desde 1922 hasta su muerte en 1952 (Gutiérrez-Álvarez, 1986). En el primer período, encontramos diferentes fases: la primera fase transcurre desde su participación en la Revolución rusa de 1905 hasta el exilio político en 1908, la segunda comienza con su partida hasta el regreso a Rusia en 1917 y la tercera incluye su retorno hasta 1922, que es cuando comienza su vida diplomática. Este primer gran período, se caracteriza por una variada producción: Kollontai escribe sobre la educación, la lucha de clases, la Gran Guerra, la Revolución Rusa, la maternidad, la moral sexual, la prostitución, entre otros temas relevantes. Redacta escritos de carácter panfletario, artículos, ensayos filosóficos, libros y brinda también conferencias. Durante el segundo período, Kollontai se ve condicionada por miedo a las purgas del gobierno de Stalin; tal situación queda reflejada en su escritura. Concretamente, debe retirarse de la vida política, escribir menos e, incluso, reescribir muchas de sus obras (especialmente las autobiográficas). Al igual que otros bolcheviques que tienen por objetivo acercar al pueblo el programa socialista por medio de la literatura y las artes, opta por escribir cuentos y novelas (Jardim Da Silva, 2018).

[5] Algunas cuestiones de lo trabajado en el presente artículo en torno a La mujer nueva han sido estudiadas con anterioridad en un escrito de mi autoría: “El binomio individuo-comunidad en el pensamiento de Alexandra Kollontai: el caso particular de la ’mujer-individualidad’” (2024). En esta oportunidad, se recuperan algunos aspectos de dicho escrito, pero con otros objetivos y una perspectiva de análisis diferente.

[6] Nos serviremos de varias ediciones de dicha obra puesto que lo que se ha traducido al español son extractos publicados por separado. Concretamente, elegimos la versión de la Editorial Cienflores (Argentina - 2017), otra de la editorial El Viejo Topo (España - 2016) y otra de Marxists Internet Archive (una biblioteca virtual multilingüe que recopila obras de autores marxistas). Con respecto al texto original, fue escrito antes del “Primer Congreso Panruso de Mujeres” que se llevó a cabo en 1908 en San Petersburgo. Kollontai lo redactó para preparar las intervenciones de las trabajadoras que iban a concurrir a dicho congreso. Asimismo, en el texto deja en evidencia su desacuerdo con la “Unión de Mujeres”, una organización rusa y feminista de la época que pretendía la alianza de todas las mujeres sin importar la clase social a la que pertenecieran. Fue publicado recién en 1909 (Frencia y Gaido, 2018).

[7] Con “hermana menor” Kollontai se refiere a la “mujer trabajadora”. Suponemos que utiliza ese término para denominar a las obreras que están oprimidas en la fábrica y que no tienen el poder económico que poseen las burguesas.

[8] Clara Zetkin (1857-1933) fue una militante del Partido Socialdemócrata de Alemania e ideóloga comunista que luchó durante toda su vida por los derechos de las mujeres.

[9] El término “camaradería” es usado a principios del siglo XX en Rusia y funciona como sinónimo de la palabra “compañerismo”.

[10] En 1913, debido a las malas relaciones con el partido de la socialdemocracia alemana y su estado de salud, Kollontai se dedica a la escritura. Aparece La mujer nueva (Kollontai, 1979). Fue reeditada en 1918 (Ortiz, 2020). La obra se divide en tres grandes apartados a los que la autora no distingue por medio de títulos, sino por números. En los primeros apartados, caracteriza a la “mujer nueva” y la diferencia de la “mujer antigua”. En el tercero, profundiza en el origen de la versión moderna de mujer, destacando las diferencias entre la “mujer nueva” burguesa y la “mujer nueva” trabajadora.

[11] Autoras como Ana de Miguel Álvarez o María Luisa Femenías señalan que, así como Marx había propuesto la idea de un “hombre nuevo”, Kollontai afirma la aparición de una “mujer nueva” (De Miguel Álvarez, 2001; Femenías, 2020). Por nuestra parte, consideramos que Marx en realidad hace alusión a un “hombre total” (Marx, 2010) que poco tiene que ver con el contexto y los intereses de Kollontai. Incluso la pensadora rusa señala la necesidad de un “hombre nuevo” desde una perspectiva diferente a la marxista. Desconocemos el por qué las investigadoras se remiten al filósofo alemán para introducir a Kollontai, y en sus investigaciones no profundizan mucho sobre el tema. De todos modos, creemos que ambos autores siguen una misma línea de pensamiento y es por ello que establecer un vínculo entre ambos puede resultar provechoso para los estudios referidos al tema.